El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha tardado un mes en protagonizar su último cambio de opinión. Uno de 10.471 millones de euros. Este martes, presentó el plan para alcanzar este año el 2% de inversión en Defensa que reclama la OTAN para los países miembros. Pero hace apenas 25 días, el líder del Ejecutivo pensaba muy distinto.

El pasado 27 de marzo, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, dijo en Varsovia que España quería llegar a la cifra marcada como necesaria este verano. Pero desde los despachos de presidencia del Gobierno no tardaron en desmentirlo y en mostrar su enfado. Según se informó, Sánchez sólo dijo al holandés que intentaría aumentar el gasto lo máximo posible, pero que el 2% del PIB estaba programado para 2029.

En el proceso para presentar el nuevo plan del Gobierno, Sánchez ha recibido en la Moncloa a empresas del sector aeroespacial y las telecomunicaciones por un lado, y de la seguridad y la defensa por otro. Los encuentros se produjeron el 28 de marzo, un día después del roce con Rutte a cuenta de la inversión armamentística.

En las fotos distribuidas por la Secretaría de Estado de Comunicación, se ve, junto a otros empresarios, al presidente de Indra, Ángel Escribano, en primer fila, al lado de los ministros y de Pedro Sánchez. En las imágenes del segundo encuentro también estuvo su hermano Javier, presidente de la empresa familiar desde que consiguiese la presidencia del gigante tecnológico.

La empresa favorita

Escribano es la empresa militar favorita del Gobierno. En los últimos cinco años han recibido más de 711 millones de euros en contratos. Una posición que, junto con créditos bancarios especiales, ha permitido a la empresa crecer hasta el 14,3% en Indra. Esto aupó a la presidencia a Ángel Escribano, salida de Marc Murtra a Telefónica mediante.

El "enfado" con el trato "desmedido" del Ejecutivo de Sánchez hacia los hermanos es palpable en el sector. El grave retraso en la entrega de programas claves para el Ejército, como el 8x8 o el Silam, y la falta de sanciones acrecientan el "malestar" de otras empresas armamentísticas.

De los 10.471 millones de euros planteados por Sánchez este martes, hay casi 2.000 destinados a la compra directa de armamento este año. Otros 3.260 millones serán para modernizar los sistemas de telecomunicaciones. También para adquirir nuevos satélites, antenas, radares y reforzar los instrumentos de ciberseguridad militar y civil.

"Se están frotando las manos", apunta una fuente respecto a los hermanos Escribano. Un empresario apunta a que, tanto Indra como la empresa familiar, recibirán una importante parte de esas partidas. Un win-win de manual, ya que son las áreas en las que trabajan.

El problema de Santa Bárbara

Además del encuentro del presidente con los empresarios armamentísticos, se ha producido un revés para el Gobierno y sus pretensiones de crear un gran polo de Defensa español. Una situación que afecta, también, a los hermanos Escribano.

El presidente de Indra, en su última intervención en el Congreso de los Diputados, aseguró que la empresa quiere comprar Santa Bárbara. Esta compañía también participa en el programa estrella de blindados del Ministerio de Defensa. La empresa está especializada en carros de combate, y fue comprada por la norteamericana General Dynamics en 2001 a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).

Tras casi 25 años de aquella privatización, Escribano aseguró que los americanos han "destruido el tejido industrial" que había creado la empresa española. Su plan era lanzarse a por todas: o Indra compraba Santa Bárbara o se hacía con una planta de Duro Felguera en Gijón para competir con ella en la fabricación de blindados, algo que ha terminado pasando.

Desde el otro lado del charco, la embestida de Escribano se vio como un ataque frontal. La respuesta ha sido clara: aumentar la plantilla en los próximos años, abrir nuevos centros en España y una inversión directa de cinco millones de euros para mejorar las instalaciones que tiene en Asturias. Un mensaje directo a Indra de que así no se hacen las cosas. El Gobierno de Donald Trump ha puesto un ojo sobre los movimientos que se hagan desde nuestro país, más con una empresa gestionada por el Ejecutivo de Sánchez, que tiene la mayor participación en la tecnológica.

Otros 2.800 millones

Al mismo tiempo que Sánchez anunciaba sus planes para alcanzar el 2% en inversiones militares, el Consejo de Ministros aprobó un acuerdo para transferir 2.819 millones de euros de crédito al Ministerio de Industria y Turismo, la otra pata del sector de la Defensa.

La idea es que este dinero financie "aportaciones reembolsables a empresas para el desarrollo de proyectos tecnológicos industriales cualificados relacionados" con el sector de las armas.

El objetivo es potenciar la base industrial nacional asociada a los sectores de la seguridad y la defensa. En concreto, se pretende apoyar grandes proyectos tecnológicos, considerados de alto valor estratégico en áreas y tecnologías de gran eficiencia científico-técnica. Su dimensión industrial obliga a movilizar una gran cantidad de recursos materiales y humanos altamente cualificados, señala el Gobierno.