En siete días, Andalucía estará inmersa en una nueva campaña electoral. Una carrera hacia el Palacio de San Telmo en la que, Macarena Olona 'de Salobreña', tal y como se ha autodenominado la propia candidata de Vox, estará presente. Su imagen en la propaganda electoral, en el cartel, ha pendido de un hilo durante la última semana, cuando, tras empadronarse en la ciudad granadina de Salobreña, el registro, ya oficial, le fue denegado días después por el consistorio municipal.
Desde la formación presidida por Santiago Abascal, una vez la Junta Electoral de Granada ha dado luz verde a su inscripción como vecina de la localidad, apuntan a una estrategia entre el ministro de la Presidencia y la Relación con las Cortes Félix Bolaños y la alcaldesa del PSOE María Eugenia Rufino para intentar boicotear su presencia electoral. Una acción que ha conllevado que la propia Olona denuncie a la primera edil por prevaricación administrativa y vulneración de los derechos fundamentales.
En Vox no creen que lo acontecido vaya a restar fuerza a su aspirante a presidenta de la Junta de Andalucía. Al contrario, "no solo no le ha perjudicado, sino que la ha reafirmado como candidata". Así lo ha expresado esta semana en sede parlamentaria el propio portavoz del Grupo Iván Espinosa de los Monteros. El partido considera que el hecho de que el órgano electoral les haya dado la razón refuerza la imagen de Olona y el relato de haber seguido los cauces adecuados para concurrir en la región.
Es más, en la formación llevan defendiendo desde mucho antes de que se oficializara la selección de Olona para encabezar la lista que "no importa" quien ejerza el papel de 'número uno', porque el principal "atractivo" es el programa; unas propuestas similares "para todo el territorio nacional".
En Vox saben que el principal "atractivo" para el votante es la marca, y no los candidatos. Olona, es la excepción
Este posicionamiento interno lo refrenda el director de Opinión Pública y Estudios Políticos en IPSOS España, José Pablo Ferrándiz, que indica a El Independiente que en Vox, al margen del peso que tienen los principales liderazgos visibles en la cúpula nacional o el Congreso de los Diputados, "la marca es la que tiene la fuerza, más que el candidato". Lo ejemplifica con los últimos comicios de Castilla y León, donde el actual vicepresidente del Gobierno autonómico, Juan García-Gallardo, tras el pacto con el PP de Alfonso Fernández Mañueco, no era reconocible para el electorado.
La clave de todo es el rostro de Abascal, que es quien mueve al espacio de votantes. El presidente nacional de Vox es, en definitiva, el que acapara todo el protagonismo de las diversas campañas, y el elector vota verde pensando en su liderazgo carismático; de 'hombre fuerte' y protector que lucha contra "los enemigos del Estado". El problema regional acaba, finalmente, supeditado al nacional. Ese dominio queda reflejado, por ejemplo, en la falta de procesos democráticos internos como las primarias. Es siempre la dirección estatal quien sitúa los diferentes nombres pensando en el mejor rendimiento del proyecto.
Ferrándiz sí diferencia a García-Gallardo de "la excepción" Olona -se puede extender a Rocío Monasterio, también-. Un personalismo que goza de estatus propio y que no ve tan demandada la presencia de Abascal tras cada uno de sus pasos. Aunque, sin embargo, la acompañará durante todos los actos de precampañas y posteriores a su inicio real el próximo viernes.
Los cambios de las encuestas
En Vox bromean con que creen que "hay un complot" para que ganen las elecciones. "No se pueden cometer tantos errores en tan poco tiempo", indican en referencia a los tropiezos de Podemos a la hora de presentar su candidatura de manera tardía; del PP al hablar la mano derecha de Juanma Moreno Bonilla, Elías Bendodo, de "plurinacionalidad" del Estado; o, ahora, el PSOE con el escándalo de Salobreña.
Asimismo, apelan a que han crecido "más de dos puntos" en las últimas encuestas publicadas, algo que sí se contempla. Tras la primera quincena de mes, El Independiente publicó una media de las encuestas que se habían publicado en mayo, que daba a Vox un 16,6% del voto y entre 19 y 20 escaños en el parlamento en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla. Ahora, esa media ha crecido -con los últimos sondeos publicados por EM Analytics, Key Data y Data10-, desde el día 15 de mayo, a 19,6% y 24 representantes.
Por tanto, Vox no teme que el episodio de Salobreña les pase factura. Afirman contar con "experiencia" y estar "preparados" frente a las "trampas" del resto de partidos en las distintas convocatorias a las que han concurrido. "No es algo que ocurra ahora", dicen: "Lo hemos visto en las catalanas, donde se nos impedía hablar en ciertos sitios, y en Madrid, donde nos apedrearon en un mitin en Vallecas".
Los recambios de Olona
En vistas a que antes del inicio de la campaña Olona renunciará a su acta de diputada, Vox ya ha decidido los nombramientos de las personas que suplirán sus tareas en la cámara baja. El diputado por Asturias José María Figaredo ejercerá de secretario general; mientras que la toledana Inés Cañizares será portavoz adjunta del Grupo.
Hasta ahora, Figaredo era portavoz de Industria y adjunto a la comisión de Política Territorial. Por su parte, la economista y auditora de cuentas Cañizares era la portavoz titular en la comisión de Presupuestos y adjunta en la de Asuntos Económicos y de Relaciones con el Tribunal de Cuentas.
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