El presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, tendrá que hacer maniobras de equilibrio para reconstruir su núcleo duro tras las dos salidas de gran calado que marcharán hacia Génova entre mediados y finales del verano. A la baja de responsabilidades que sufrirá Elías Bendodo, 'hombre fuerte' del dirigente popular, dada a conocer semanas después de su nombramiento en le dirección nacional como coordinador general, se ha sumado este jueves, a última hora de la tarde, el anuncio de que Juan Bravo tampoco continuará en la nueva etapa tras sacar mayoría absoluta en Andalucía. Al igual que Bendodo, todavía consejero de la Presidencia, a quien Feijóo exigió exclusividad, el titular de Hacienda en funciones dejará sus responsabilidades para centrarse en tarea como vicesecretario de Economía.
Bravo ha sido el gurú económico de lo que el PP-A ha denominado "el milagro andaluz". El balear, de profesión técnico de Hacienda, asumió la responsabilidad de gestionar las cuentas a principios de 2018 y, entre sus méritos, presume de haber hecho a Andalucía más competitiva recortando el gasto superfluo y aumentado la recaudación. Sobre esa base, el presidente nacional de los populares, Alberto Núñez Feijóo, ha pivotado el plan económico para paliar los efectos de la inflación y la crisis derivada de la invasión rusa de Ucrania.
La apuesta idéntica de modelo político del presidente andaluz electo y el del PP nacional, de situar la gestión económica en el centro de su propuesta de gobierno para competir con el PSOE y de vehicularla a través de Bravo, dejaban entre dos aguas al político balear. El objetivo de Moreno Bonilla era el de mantenerlo como consejero. De hecho, así lo indicó en una entrevista concedida a esRadio a mitad de la campaña electoral. Sin embargo, la solicitud de Feijóo para lograr el propósito de imitar su hazaña electoral, ha obligado al líder regional a ceder también a su mejor al pilar de su gestión en materia monetaria. Una de las facetas que le han permitido alzarse con el triunfo este domingo.
La llegada de Feijóo a la dirección nacional supuso el fortalecimiento de un eje entre Galicia y Andalucía, en el que el gallego trasladó a su equipo de confianza y solicitó los servicios de Bendodo. Al dirigente malagueño le fue encomendada la tarea de entablar puentes y fortalecer las relaciones entre la secretaría general y las vicesecretarías. Una labor, que a juicio del líder popular exigía dedicación absoluta. Es por ello que a Bendodo se le cerraban las puertas del consejo de Gobierno. Y aún está por ver si conservará su escaño en el Parlamento o se instala definitivamente en Madrid para acompañar a Feijóo como senador por designación autonómica, algo a lo que apuntan algunas voces internas de la formación.
El destino de Bravo, quien ha pilotado, primero, las nuevas cuentas andaluzas que ahora tendrán vía libre para ser aprobadas -era el principal objetivo del adelanto electoral- y, segundo, el plan económico remitido a La Moncloa, no debía seguir el mismo camino que Bendodo. Así lo exigió Moreno Bonilla antes de los comicios regionales a la cúpula. Sin embargo, el sombrío horizonte económico que algunos sectores económicos y dentro del PP perciben para el próximo otoño, sumado a la total independencia del aparato andaluz, ha sido claves para hacer cambiar esas tornas y alterar las condiciones.
Superado el trámite electoral y asegurados cuatro años de estabilidad, el plan de Feijóo para aspirar a La Moncloa pasa radicalmente por las propuestas económicas en oposición al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Y, para ello, la dedicación de Bravo en Génova debe ser exclusiva. La pata más robusta que sostiene la etapa inicial de Feijóo es el área económica del partido. Y todo capitán, necesita un primer oficial de abordo que focalice únicamente el objetivo a cumplir. Y es que, en definitiva, si el jefe de ese área está 'desdoblado', los resultados pueden no ser los esperados.
"Una conversación" con Moreno Bonilla
Tras el último consejo de Gobierno regional de este miércoles -aún en funciones-, Bendodo, a quien su "responsabilidad" -como número 'tres' nacional- le "obliga a una dedicación absoluta", entendía que el futuro directo de Bravo estaría ligado al ámbito nacional. "Posiblemente vaya en la misma línea", apuntaba en forma de adelanto en referencia a su propio caso. En todo caso, expresó, esa decisión dependía de "una conversación" con el presidente Moreno Bonilla. Esa lógica esbozaba que la vereda ya se había abierto entre la primera línea de los populares, algo que, incluso, apunta a haberse abordado este martes en Madrid tras la reunión de la Junta Directiva Nacional. Según ha podido saber El Independiente, el líder andaluz y Feijóo, acompañado de otros cargos relevantes, comieron juntos antes de que el gallego acudiera a sus responsabilidades plenarias en el Senado.
Bendodo preveía que el camino de Bravo iría en la misma línea que el suyo
Moreno Bonilla deseaba que Bravo siguiera bajo su tutela en Sevilla, aunque compatibilizando sus labores con las exigencias del partido a escala nacional. Bravo siempre ha dejado claro que su sitio dentro del PP estará allá donde el partido lo mande, por lo que este tipo de afirmaciones dejaba, en última instancia, la decisión en manos del jefe de los populares andaluces. Lo que sí es cierto es que a Bravo, por su dedicación y enfoque a la elaboración de las nuevas cuentas, le costará ceder esa tarea a su próximo sustituto.
Una complicada renovación
Si ya Moreno Bonilla tiene por delante una ardua búsqueda de un sustituto de confianza en el que apoyarse una vez Bendodo abandone sus competencias, la salida de Bravo ahondará en una cierta 'desestabilidad' en los planes del mandatario. Algo frustrante, dado su meta de contar con constante estabilidad; en todos los sentidos. Sin embargo, en la balanza ha primado más el objetivo electoral de sacar a Sánchez de La Moncloa. Al contar con 58 escaños de 109 y total independencia de decisión al poder gobernar en solitario, el PP tiene garantizado poder sacar adelante cualquier medida que se haga en materia económica.
Bendodo y Bravo deben parte de su fama a la capacidad de diálogo y de alcanzar acuerdos con actores opuestos entre si. Al primero, se le debe, en parte, haber conformado la coalición con Cs y haber conseguido la abstención y el apoyo externo de Vox los primeros años. Y ese aspecto, pese a que Moreno Bonilla se ha comprometido a mantenerse dentro de un esquema moderado y hablar con todos los grupos, ya no es tan necesario en San Telmo; sí en Madrid. A los vacíos que dejarán sus escuderos, Moreno Bonilla también deberá paliar las salidas de consejeros naranjas como Rogelio Velasco, hasta el momento a cargo de Economía, o Rocío Blanco, independiente dentro de Cs que ha llevado el timón de Empleo. Aunque ésta, tiene más posibilidades de continuar si ella quiere, porque cuenta con la confianza del presidente. Y es que como defienden, el equipo ha funcionado como uno solo y de forma estable y correcta.
El próximo 14 de julio quedará constituido el nuevo Parlamento. A partir de entonces, el reloj empezará a correr en contra de Moreno. Deberá someterse a una investidura a finales de julio y, entonces, anunciar las nuevas figuras que le acompañarán en el reto de seguir convenciendo en un territorio mayoritariamente de izquierdas.
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