La andadura comenzó en 2014. Ese año, en los valles asturianos de Cangas del Narcea e Ibias, nació Vitheras. Una bodega nueva, pero que en realidad recogía el testigo de una tradición familiar que se remonta, como mínimo, al año 1556. Y que ha conseguido mantener viva la llama de un proceso artesanal centenario, para continuar elaborando unos vinos que estuvieron al borde de la desaparición, pero que hoy vuelven a vivir días dorados. Y todo a pesar de ser cultivados mediante el método más complicado de todos: la viticultura heroica.
Y sin embargo, los productos que elabora Vitheras son muy accesibles para el bolsillo. Esa fue, desde el principio, una de las señas de identidad de la empresa, que quiso demostrar que los vinos de calidad no tienen por qué ser caros. Y no hay mejor ejemplo que su catálogo, que ofrece una excelente relación calidad-precio.
Sin ir más lejos, la botella de Vitheras blanco tiene un precio de 16€. Compuesto por una mezcla de Albarín blanco, Albillo y Moscatel de Grano Menudo es, en palabras del crítico gastronómico de El País, Carlos Delgado, "fresco y sabroso", con una serie de "sutiles notas amieladas" que terminan en "un largo y evocador regusto frutal".
Por ese precio se puede disfrutar de un vino del que sólo se fabricarán 10.000 botellas, pero que ha recolectado ya premios por todo el mundo a lo largo de los últimos años. Entre ellos, la Doble Medalla de Oro CWSA 2018 (Hong Kong), la Medalla de Oro CWSA 2016 (Hong Kong), la Medalla de Oro CERVIM 2015 (Italia) o la Medalla de Oro CWSA 2017 (Hong Kong).
Lo mismo sucede con Vitheras Lucia, un vino rosado elaborado con Albarín Negro, Mencía y Verdejo Negro, cuyo precio es incluso inferior: 12€ la botella. Este producto tiene, igualmente, su edición limitada a 10.000 botellas, y ha recibido también numerosos reconocimientos, como la Medalla de Bronce CWSA 2017 (Hong Kong), la Mención Decanter 2017 (Reino Unido) y la Medalla de Bronce CWSA 2018 (Hong Kong).
El nombre del Vitheras Lucia es, además, un guiño a la herencia de la empresa, porque así se llamaba la abuela de la familia. Pero también es un juego de palabras con el significado de las palabras en latín lux y lucis (o luz en español), que hacen referencia a un agente que hace visibles los objetos, a la claridad que irradian los cuerpos o a un modelo, persona o cosa capaz de guiar, como si de un faro se tratase.
Pero su bajo precio no ha impedido que los críticos se rindan a ambos vinos. La revista Gastronomia i turisme los calificó como "dos excelencias", que buscan "la máxima expresión de cada tipo de uva". Para Rafael Ansón son, sin duda, "comparables a algunos de los grandes vinos blancos españoles". Y el resumen perfecto lo puso Javier Martínez Mansilla, de La Razón, que aseguró que son "otra razón para creer en el vino de Cangas".
Tradición y artesanía
Vitheras sigue trabajando mediante la llamada viticultura heroica. Así se conoce al método de producir vinos en cultivos con una orografía difícil (como desniveles, gran altura o islas). Un sistema ya de por sí muy complejo, que requiere un minucioso trabajo artesanal, pero que por si fuera poco se está viendo cada vez más afectado por el cambio climático. Lo que hace que estos cultivos, que ya eran poco comunes, hoy en día lo sean aún más.
Pero el mérito no es haber conseguido fabricar un producto así, que también, sino haberlo hecho durante tanto tiempo. Porque los vinos de esa región de Asturias adquirieron gran fama hace siglos. Sin ir más lejos, a finales del siglo XIX, obtuvieron premios internacionales en Burdeos, Angers, Ruan y Lugo y una cierta difusión internacional. Pero luego llegaron los problemas.
Las enfermedades afectaron a estos viñedos, que a pesar de eso fueron reconstruidos y continuaron durante muchos años produciendo vinos destacables y de calidad similar. Sin embargo, a mediados del siglo XX la llegada de la minería y la industrialización y el abandono de las zonas rurales provocó que la viticultura fuese desapareciendo poco a poco, hasta quedar reducida a tan solo pequeñas parcelas cuidadas por los viejos viticultores de la zona, que se resistían a abandonarlas.
La familia que hoy gestiona Vitheras fue una de las pocas que continuó cultivando viñedos durante ese tiempo. Y años más tarde, en 1986, el impulso de una científica del CSIC, María del Carmen Martínez, provocó la recuperación de esta zona vitícola, que había caído completamente en el olvido.
Desde entonces se han dedicado a rescatar, describir, conservar y reintroducir en el mercado, tras muchos años de investigación, las variedades de uva autóctonas de la zona, e incluso algunas foráneas pero que llevaban siendo cultivadas en esta zona desde siglos anteriores y producen vinos de gran calidad.
Es el caso del Moscatel de Grano Menudo Blanco, o el Moscatel de Grano Menudo Rojo, que está prácticamente desaparecida a nivel mundial, siendo Asturias el único lugar de España en el que todavía se cultiva de forma minoritaria.
Por todas estas cosas -y muchas más que se pueden descubrir visitando la bodega- Vitheras es una empresa diferente. Desde su sistema de cultivo, a las variedades de uva, pasando por su precio y su historia centenaria, nada en esta empresa es común.
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