Sin turistas pero con muchas ganas de calle. Tras una semana de lluvia y frío, Sant Jordi no ha hecho este año honor a la tradición, y ha llegado bajo un sol radiante. Superado el parón forzoso de 2020, la fiesta arrancó ya el jueves algo titubeante. Sin vendedores de rosas en cada esquina, esos que copaban los espacios desde las siete de la mañana para sufragar viajes de fin de curso, proyectos solidarios o fiestas universitarias, la diada no parecía la misma a primera hora de este viernes.
Pero los barceloneses se han echado a la calle, el sol y el día invitan. Rambla Cataluña no cuenta esta vez con paradas de rosas, suspendidas por el coronavirus, pero los ríos de gente han tomado igualmente la vía. Y Paseo de Gracia, con sus muy ordenados espacios cerrados para la venta de libros, ha hecho un simulacro de Sant Jordi covid-free la mar de aparente.
Los escritores firman sus obras a ordenadas hileras de seguidores que esperan con más distancia e igual paciencia que otros años. Ahí estaba Javier Cercas, el último demonio del independentismo, dedicando su último libro, Independencia, a los más fieles. Ni los lectores ni el autor quieren volver a la polémica sobre su abierta defensa de la democracia española.
Sí lo ha hecho el segundo teniente de alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, que ha guardado cola religiosamente para conseguir una dedicatoria del nuevo héroe del constitucionalismo, libro en mano. No era la cola más larga.
María Dueñas se impone a mediodía en las colas de firmas del Paseo de Gracia con una buena corte de fieles frente a ella. El Sant Jordi del covid no se resiste al rito de las dedicatorias firmadas. Aunque alguna editorial haya optado por fórmulas imaginativas, como la de un robot que estampa firmas a los fieles para evitar el contacto con algún autor poco dado a la socialización con mascarilla.
No son los únicos. Éste ha sido también el Sant Jordi de los riders haciendo cola a las puertas de las principales librerías para recoger encargos. La economía colaborativa ha llegado al día del libro y la rosa de la mano de la pandemia.
Sant Jordi político
Quienes siguen ahí, nunca se fueron, son los políticos. El "vicepresidente en funciones de presidente de la Generalitat", Pere Aragonés, ha desplegado una ingente actividad público-institucional para fotografiarse junto a personas mayores, acudir al acto de Òmnium y pasearse por las paradas de libros.
Sin olvidar el mensaje político del día, que es el mismo de los dos últimos meses: Gobierno ya, porque los problemas no esperan. Aragonés se ha mostrado confiado en cerrar pronto un acuerdo con sus escurridizos socios de JxCat, a los que ha advertido de nuevo de que él quiere ejercer la presidencia "con todas las responsabilidades". Ni oír hablar, quiere, de tutelas desde Waterloo.
Y eso que Aragonés es de los pocos dirigentes independentistas que no promociona libro este Sant Jordi. En las paradas, convenientemente expuestos en lugar preferente, las obras de Oriol Junqueras y Marta Rovira, Jordi Cuixart o Carles Puigdemont, para que el lector secesionista alimente la esperanza de un futuro mejor.
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