Retroceder más de 2.000 años y ponerse en la piel del gladiador Marcus Atilius mientras el Vesubio estalla sobre el cielo de Pompeya. Es la propuesta de "Pompeya y el último gladiador", la exposición que permite disfrutar en Barcelona de 150 piezas originales del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Y mucho más.
Realidad virtual, inmersiva, hologramas, vídeos y recreaciones de las ropas de los gladiadores -junto a vestigios reales- conforman una oferta espectacular para sumergirse en la Pompeya que se convirtió en uno de los puertos comerciales y enclaves militares fundamentales de la Roma imperial.
El montaje invita al público a adentrarse en el corazón de la vida cotidiana y la dinámica social de la ciudad sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 con una muestra que aúna arte e historia y hará las delicias de los más jóvenes.
Una excelente oferta para despertar su interés, tanto por el despliegue tecnológico como por el espectacular estado de conservación de las piezas que han salido por primera vez del Museo de Nápoles para aterrizar en Barcelona.
El gladiador
El visitante se meterá en la piel de un gladiador: aparecerá en una celda con otros gladiadores, podrá ver a sus acompañantes, a otros gladiadores en su paseo, a modo de avatar, y podrá interactuar con ellos. Lo hará siguiendo los pasos de Marcus Atilius. Un personaje real que fue un luchador libre, no esclavo, que peleaba por prestigio y alcanzó reconocimiento en la Pompeya del siglo I.
Tras los pasos de Atilius el visitante recorrerá las calles de Pompeya, interactuará con los comerciantes del mercado y visitará el gimnasio de los gladiadores. Desde ahí, una plataforma sube -simuladamente- a los gladiadores a la arena del circo romano.
Los gladiadores son el eje argumental de la exposición, que no solo ofrece una de las experiencias inmersivas de realidad virtual más extensas que se pueden experimentar en la actualidad. La muestra recoge además armas, escudos, armaduras y todo un relato de la vida diaria de estas pop-star del mundo romano.
Las termas son el otro eje argumental de la muestra. Explicar la estrecha conexión entre el estado físico y mental y las prácticas de bienestar en la Antigua Roma es el objetivo de este espacio. También los lazos entre el termalismo terapéutico y el termalismo social, con una visión de los baños termales también centros de la vida social.
La exposición comisariada por Beniamino Levi ha contado con Roberto Panté como director artístico del despliegue tecnológico que concibe el recorrido como una narración diseñada para estimular la imaginación del visitante.
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