La manifestación de la Diada fue una nueva demostración de fuerza del independentismo. Ese es el discurso oficial transmitido este martes tanto por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, como los diversos portavoces de los partidos independentistas y del Govern. Pero lo cierto es que la manifestación de la Diada evidenció que la caída de manifestantes no cesa, al tiempo que se escenificaba el divorcio entre los partidos independentistas dispuestos a negociar la investidura española -JxCat y ERC- y las entidades independentistas.
Tanto la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) Dolors Feliu, como el portavoz del Consejo de la Republica, Lluís Llach, fueron especialmente duros con el papel de ERC y Junts, a los que recriminaron la falta de avances en el proceso independentista. Pero esas críticas, que hasta hace poco eran andanadas en la línea de flotación de los partidos, se han convertido ahora en un elemento más del paisaje. Un elemento que aparentemente ya no preocupa a los dirigentes políticos independentistas.
Desear muy fuerte la independencia
Lo demostró el propio Aragonès, al ironizar ayer, en Catalunya Ràdio, con las exigencias de Feliu sobre la implementación de la independencia. Si Feliu reclama "elecciones o independencia", el president responde: "¡Pues independencia, que es en lo que estamos trabajando! Pero la independencia no se hace solo deseándola muy fuerte...".
Un argumento que reproducía poco después la portavoz del Govern, Patricia Plaja, tras la reunión del ejecutivo catalán. Feliu se refiere a la DIU, apuntó Plaja, que "no sirve de nada si no va acompañado de reconocimiento internacional". "Podemos salir 15 veces al balcón del Palau y proclamar la independencia, pero solo si el estado precedente la reconoce tendremos el reconocimiento de Naciones Unidas" abundaba Aragonès.
Por ello, desde Esquerra advierten que solo se alcanzará el "objetivo compartido" de la independencia negociando con el Estado. Unas negociaciones que pasan, en primer lugar, por una amnistía, que es el "punto de partida" insiste Aragonès. Y en segundo lugar, "fijando entre todos un mecanismo para que la próxima vez que votemos sobre la independencia, el resultado sea reconocido por la comunidad internacional".
Otra candiatura independentista
Así, las valoraciones posteriores demuestran que los partidos han dejado de temer a la entidad que antaño sacaba a un millón de independentistas a la calle. La nueva caída de participación -115.000 personas según la Guardia Urbana, aunque la ANC elevo la cifra a unos improbables 800.000 manifestantes- han dado aire, especialmente a Esquerra, frente a las exigencias del independentismo radical.
En este contexto, también inquieta menos la amenaza de una nueva candidatura independentista orquestada desde la ANC. Feliu aprovechó este lunes la manifestación de la Diada para anunciar la presentación de una lista cívica en las próximas elecciones al Parlament. Una amenaza ante la que la respuesta del Govern es clara: no es una buena noticia, por lo que supone de división del voto independentista, "pero si se presentan, sabremos con qué apoyos cuenta cada opción" advertía Aragonès.
Hace un año, con un Carles Puigdemont que acababa de dejar por voluntad propia la dirección de Junts y se hacía fuerte en el Consejo de la República (CdR), la amenaza de la ANC se vio como una posible pista de aterrizaje para una nueva candidatura liderada por el expresident. Algunos, en el entorno de la ANC y el CxR, especularon con ello. Pero ahora Puigdemont vuelve a coger con fuerza las riendas de Junts para hacer valer sus 7 diputados en el Congreso. Y las amenazas de la Asamblea ya no suenan tan inquietantes.
El divorcio se escenificó en 2022 con la decisión de Esquerra, que optó por no ir a la manifestación convocada por la Asamblea Nacional Catalana(ANC) conscientes de que el Govern Aragonès sería el principal blanco de críticas. Este año los republicanos volvieron a la calle y tuvieron que escuchar abucheos y gritos de "botiflers" (traidores).
Este martes los republicanos han optado por calificar los incidentes de anecdóticos y restar importancia a la gran amenaza de la ANC: la lista cívica. Mientras, Carme Forcadell, ex presidenta de la ANC y una de las voces más respetadas del independentismo, apuntaba que hoy por hoy se siente más representada por la transversalidad de Òmnium que por los devaneos políticos de la Asamblea, que ella ayudó a fundar.
Rechazo a la amnistía
Feliu, por su parte, insiste en las críticas a la negociación con el PSOE. En declaraciones a Ràdio 4, la presidenta de la Asamblea expresaba su rechazo a una hipotética "operación de perdón" o un "indulto 2.0" para los encausados del procés si es "a cambio de que no se haga ningún tipo de declaración de independencia de Cataluña".
La líder de la ANC cree que la negociación que lleven a cabo ERC y JxCat para la investidura de un presidente del Gobierno español no debe centrarse exclusivamente en conseguir una amnistía, sino que todo aquello que pacten "debe servir para llevar el país a la independencia".
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