Lluís Llach se convirtió hace diez días en el candidato más votado por las bases de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), con un 82% de los votos. Parecía tener el camino expedito a la presidencia de una entidad que vive momentos críticos tras el mandato de Dolors Feliu y su divorcio de los partidos independentistas. Pero su proximidad a Carles Puigdemont y, según algunas fuentes, la soberbia exhibida ante los grupos minoritarios de la entidad, se tradujeron este sábado en una votación de bloqueo para la elección del nuevo presidente de la entidad. La misma que en los años álgidos del procés lideró las grandes movilizaciones que dieron alas al movimiento independentista.
Hasta cinco votaciones se celebraron el sábado en la reunión de los nuevos elegidos para el Secretariado de la ANC en Vilafranca del Penedés. Desde las 9 de la mañana hasta las 8 de la tarde, el sector mayoritario liderado por Llach intentó imponer su ejecutiva, pero los sectores críticos se agruparon en torno a un candidato desconocido, el joven Josep Punga, para frenar las aspiraciones del cantautor.
El próximo sábado volverán a reunirse, pero no parece que se hayan aproximado posiciones para sortear la mayoría de dos tercios que los estatutos de la ANC exigen para escoger presidente entre los 77 miembros de su secretariado. Una condición impuesta desde sus inicios para garantizar presidencias de consenso, que ya hizo que Jordi Sánchez se convirtiera en presidente de la Asamblea en 2016, cuando se afrontaban los meses clave en la preparación del referéndum del 1-O, pese a que la más votada fue la escritora Liz Castro. Sánchez se impuso entonces gracias al apoyo del CDC.
Llach, sin rival
No es el caso actual. Llach no tiene rival en el actual secretariado -en la última votación se quedó a un voto de la elección presidencial- pero sí resistencias a su patente proximidad a Junts. El ex diputado autonómico, que siempre ha asegurado que se integró en las listas de JuntsxSi de la mano de Esquerra, se ha convertido con el tiempo en uno de los más firmes defensores de Puigdemont.
En los últimos años ha formado parte del Consejo de la República creado por el ex president para articular políticamente su "exilio" al margen de los partidos. El año pasado anunció su renuncia al "gobierno" del CxR para batallar por la presidencia de la ANC. Pero en la pasada campaña electoral dejó clara su apuesta, anunciando en redes que votaría a Puigdemont. Un anuncio que ha reiterado ahora mostrando su apoyo a la candidatura de Junts a las europeas.
También el líder de Junts ha exhibido sin tapujos los lazos que los unen, pese a las críticas lanzadas por Llach a la negociación de Puigdemont con el PSOE para investir a Pedro Sánchez. En su felicitación a la victoria obtenida entre las bases, Puigdemont animaba a Llach a iniciar una nueva etapa para "rehacer la unidad" en favor de la independencia.
"La virulencia anti ERC de Llach, sin autocrítica o crítica a Puigdemont, lo descalifica como president de una Asamblea que tiene que unir fuerzas" advertía Liz Castro en unas redes independentistas que ne los últimos días arden por la batalla de la ANC. Una batalla en la que el propio Llach no oculta sus preferencias.
"Los de ERC van a por ti" le aseguraba un seguidor en la red X. "Es normal", respondía Llach. "Fui contra Oriol Junqueras incluso antes que Junts, porque yo no tenía coacciones políticas" añadía el aspirante a liderar la ANC, que advierte, sin embargo, que "nunca" ha sido contrario a ERC. Al partido solo le critica "por no obligar a dimitir" a Junqueras.
ERC, sin poder en la ANC
Aunque sería falso atribuir la oposición a Llach a los republicanos. ERC ha perdido capacidad de influencia en la ANC, que en los últimos años se ha manifestado abiertamente contra el Govern de Pere Aragonès. De hecho, en la constitución del nuevo secretariado el único electo próximo a ERC, el ex senador Joan Puig, fue impugnado por su pertenencia al Consejo Nacional republicano, pese a que forma parte de los críticos a la dirección de Junqueras.
Quienes cuestionan a Llach le reprochan su negativa a integrar a los sectores minoritarios en su nueva ejecutiva. Unos minoritarios en los que se encuadran miembros de la dirección saliente y los defensores de la Lista Cívica con la que soñaron con competir con Junts y ERC.
Todo ello en una ANC sumida en una grave crisis por sus enfrentamientos con el Govern y los partidos independentistas, la amenaza de una Lista Cívica que nunca llegó a constituirse y la dimisión durante el mandato de Feliu de numerosos miembros del secretariado, incluido el vicepresidente Jordi Pessarrodona. De hecho, en la votación del nuevo Secretariado participaron 3.976 de los casi 40.000 socios de la entidad. Son más que los participantes en las elecciones de 2022, pero muy lejos de las cifras de 2020.
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