Esquera Republicana fue una de las grandes perdedoras de las elecciones autonómicas del 12M. Pero sus 20 diputados en el Parlament la convierten en la fuerza clave para el futuro de la legislatura catalana. Los republicanos tienen la llave para hacer president al socialista Salvador Illa, y enterrar definitivamente el liderazgo de su gran rival en el campo independentista, Carles Puigdemont, asumiendo el coste de ser acusados de botiflers por una parte no menor del independentismo.

También pueden evitar ese desgaste, a cambio de afrontar una repetición electoral en clave de segunda vuelta entre Illa y Puigdemont, sin candidato y con el partido abierto en canal. La decisión final la tomará la militancia republicana, pero su postura la decantará un equipo negociador liderado por la secretaria general del partido, Marta Rovira. La mujer que, desde Ginebra, maneja los hilos del partido sumido en una crisis no vista desde la derrota del tripartito en 2010.

La noche electoral, la depresión se extendió sobre Esquerra y buena parte de su dirección estaba convencida de la necesidad de pasar a la oposición para recomponer el partido. La mejor salida parecía entonces apoyar al PSC en la investidura, y ejercer después una oposición tan dura como fuera posible. Pero en cuatro semanas el estado de ánimo de los republicanos ha cambiado, cada vez más sensibles al rechazo de las bases a apoyar una investidura de Illa y más convencidos del poder de sus 20 escaños en el Parlament. Un giro en el que ha tenido un papel fundamental el liderazgo de Rovira.

Renuncia en diferido

En estas cuatro semanas la ejecutiva de ERC ha saltado por los aires. Primero fue el president en funciones, Pere Aragonès quien anunció que abandonaba la primera línea política, seguido días después por su mano derecha, Sergi Sabrià. Pagaban así la decisión del adelanto electoral, en contra de la opinión de buena parte del partido. Después vendría Oriol Junqueras, obligado a dimitir, aunque fuera para optar de nuevo a la presidencia de Esquerra en noviembre.

También Rovira anunció su renuncia, pero la suya es una renuncia en diferido. Abandonará la secretaría general en noviembre, pero mientras ha ocupado todos los espacios de poder cedidos por otros dirigentes republicanos. Su voz se ha multiplicado en los medios durante la última semana, fijando posición sobre los próximos pasos de ERC. Y su impronta está tras el giro de Esquerra hacia Junts en la Mesa del Parlament, y el fiasco del acuerdo en Barcelona para entrar en el gobierno local del socialista Jaume Collboni.

Reunión en Ginebra

Rovira forzó el pasado fin de semana la renuncia de ERC a la presidencia del Parlament tras un encuentro con Puigdemont en Ginebra, según avanzó El Periódico. De hecho, el eje Rovira-Puigdemont ha sido en los últimos años el puente más fiable entre los dos grandes partidos independentistas. Desde ERC aseguran que les "quemaba" la presidencia de la Cámara y que necesitaban escenificar su fidelidad al bloque independentista si querían convencer después a sus bases de las bondades del apoyo a Illa.

Pero apenas 24 horas después de que el neoconvergente Josep Rull fuera escogido presidente del Parlament, el secretario general de Junts, Jordi Turull, enseñaba las cartas del partido de Puigdemont: esquivar el pleno del 25 de junio, fecha límite para que el Parlament celebre el debate de investidura y que sea Illa quien se someta primero a una votación. Un escenario que aboca al socialista a la derrota, puesto que la propia Rovira reconocía este viernes que las negociaciones formales todavía no han comenzado. "Ha habido conversaciones" apuntaba en una entrevista en la Ser, pero Rovira quiere negociar de tu a tu, y hacerlo en Ginebra.

"Cuesta entender" la postura de Junts y "que, después de todo lo que se ha dicho, Puigdemont no quiera enfrentar este primer debate de investidura" se lamentaba poco después Raquel Sans. La portavoz republicana afirmaba no saber "qué se esconde" tras ese cambio de planes de Junts. Pero "lo podemos intuir" añadía: "Obligan a ERC a posicionarse, porque tenemos la llave de la investidura".

Contra el pacto con el PSC

Tras ese quiebro, el fiasco del congreso extraordinario de la agrupación barcelonesa de ERC que debía aprobar el acuerdo con el PSC ha hecho saltar todas las alarmas entre los partidarios de un pacto con el PSC. Lo expresaba el ex líder de Esquerra en el Congreso, Joan Tardà, en un mensaje en X que concluía "la militancia decidirá, convencido de que no nos suicidaremos". 

En contra de ese acuerdo ya se habían expresado otros sectores del partido. Los primeros, Jovent Republicà, asegurando que "no podemos permitir que el unionismo se apodere del Govern". En la misma línea se manifestó la sección local de ERC en Lleida, de la que forma parte Marta Vilalta, del entorno más próximo de Rovira.

También la corriente crítica Col·lectiu Primer d'Octubre ha dejado claro su rechazo al acuerdo con el PSC, tanto en Barcelona como en la Generalitat. "Junqueras no se ha impuesto en Barcelona, pero veremos a escala nacional" apuntan desde este sector, dejando clara la identificación entre Junqueras y la apuesta por apoyar al PSC, y Rovira como valedora de la alianza con Junts.

Junqueras, aislado

"Nuevos liderazgos" y "sabia nueva" reclamaba Rovira cuando anunció que no optaría a la relección como secretaria general, y reclamó la dimisión de Junqueras. Una tesis que le ha llevado a converger con otros sectores, como el liderado por Aragonès y su equipo.

Rovira ha aglutinado apoyos en la ejecutiva por la convicción generalizada de que necesitan renovar el partido, empezando por la propia Rovira y Junqueras. La gran diferencia estriba en que Rovira ya había decidido dar ese paso, apuntan fuentes próximas, pero Junqueras va a dar la batalla por recuperar la presidencia del partido. Su candidatura es temible, pero enfrente tendrá muy probablemente una candidatura auspiciada por esos sectores, con Rovira al frente.

De hecho, el poder acumulado por la secretaria general es consecuencia también de la soledad creciente del ex presidente del partido. Junqueras ha perdido progresivamente buena parte de sus apoyos en el partido. La relación con Aragonès está rota desde hace tiempo, pero en los últimos tiempos ha perdido también la complicidad de otras voces importantes en el organigrama interno de la formación.

De hecho, algunas fuentes apuntan al consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, como una de las pocas personas que siguen contando con la confianza total de Junqueras. En este contexto, la prioridad de Junqueras no es la investidura de Illa o Puigdemont, sino su propia continuidad al frente de Esquerra. Aunque no se abstenga de lanzar puyas encubiertas a Rovira, como proponer que sea ella quien encabece la próxima candidatura de ERC a la Generalitat si finalmente hay repetición electoral. Al fin y al cabo gracias a su huida a Suiza Rovira no fue juzgada y por tanto no está inhabilitada, como Junqueras.

Establecida en Suiza

Una posibilidad que en ningún caso ha contemplado la republicana. Todas las fuentes republicanas coinciden en que Rovira estaba ya decidida a dejar la primera línea política, antes incluso del batacazo del 12M. También ha mantener su residencia en Suiza tras la aplicación de la amnistía por motivos personales. Tras siete años residiendo en Ginebra, tanto Rovira como su familia se sienten integrados en el país helvético, y no contemplan volver a residir en Cataluña.

Rovira sueña con ser amnistiada para tener libertad de movimientos en España, pero está decidida a seguir en Suiza, como sucedió con la ex dirigente de la CUP Anna Gabriel, apuntan desde el entorno republicano. Y ha dejado claro que no volverá a pisar España hasta que se cierre la causa de Tsunami Democràtic, porque no está dispuesta a arriesgarse a la prisión preventiva que avalaría la acusación de terrorismo que mantiene contra ella el juez Manuel García-Castellón.

Pondrá punto final así a una carrera política que empezó con su ingreso en la sección de ERC en Vic (Barcelona) en 2005. Aunque el gran salto lo dio de la mano de Junqueras, como secretaria general de la nueva dirección que a partir de 2011 cogió las riendas de una Esquerra en horas bajas tras el tripartito. Joan Puigcercós les cedió las riendas y se fue sin hacer ruido tras haber recosido las facciones del partido. Pero a Rovira le toco imponer un ERE en el que fue inmisericorde, para crear una nueva estructura a medida. Desde entonces Rovira, y Junqueras, han controlado con mano de hierro la estructura republicana. Un control que no se relajó con Junqueras en prisión y Rovira en Suiza.