En ERC "no existen sectores". Lo aseguraba en redes este miércoles la secretaria general y líder del partido, Marta Rovira. Una aseveración que permite intuir hasta qué punto esos sectores, que Rovira niega, están en guerra abierta por el control del partido. Una guerra que contamina de lleno la batalla abierta por los carteles contra Ernest Maragall en la precampaña de las municipales de 2023.

"ERC parece en estos momentos un juguete roto, superado por la coyuntura, y a merced de los elementos" ha escrito Sergi Sol, ex jefe de Comunicación de ERC con Oriol Junqueras. Una desorientación que impacta de lleno en las negociaciones para la investidura catalana, de la que ERC tiene la llave. "Seguimos trabajando" para llegar a un acuerdo, aseguran fuentes de la dirección PSC, que no quieren comentar la situación interna de los republicanos. Saben, sin embargo, que la crisis interna de ERC complica aún más convencer a las bases republicanas, que tendrán la última palabra sobre la investidura, de las bondades de un pacto con el PSC que permita a ERC esquivar la repetición electoral.

La batalla de los carteles

En la última semana, esa negociación se ha visto distorsionada además por la crisis de los carteles de los Maragall. La noticia saltó el lunes, avanzada por el diario Ara. Los carteles en los que se utilizaba la enfermedad de Alzheimer, que sufre Pasqual Maragall, para desacreditar a su hermano Ernest, salieron de filas republicanas, con la peregrina idea de crear una corriente de simpatía hacia el candidato a la alcaldía de Barcelona. En esas informaciones se señalaba a un desconocido militante de la comarca de la Anoia y a Sergi Sabrià, vice-consejero y mano derecha de Pere Aragonès.

Al día siguiente, sin embargo, en una carta abierta en la que expresaba su enfado, pero absolvía al partido, Ernest Maragall señala al responsable de Comunicación Tolo Moya, considerado próximo al entorno de Oriol Junqueras. El propio Moya negó ser el responsable de un fiasco que, a esas alturas, estaba claro que iba más allá de los polémicos carteles.

Una estructura paralela destinada a acciones poco ortodoxas de comunicación -guerra sucia, como el uso de un ataque de falsa bandera- al que el entorno republicano habría bautizado como "la B".

De Sabrià al entorno de Junqueras

"Esto va de quién montó la trama y de cómo se actua cuando se enteran", explica Moya -cesado como responsable de Comunicación del partido, pero asesor de ERC en la Diputación de Barcelona- en un mensaje remitido a Jordi Basté, líder de las mañanas radiofónicas catalanas. En ese mensaje, el ex "técnico de comunicación" reclama además que se abra ya la investigación interna en el partido para "poder exponer las pruebas de quién es el ideólogo de todo este grupo, de cómo funcionaba y hasta dónde llegaba el conocimiento de todo esto".

Paralelamente, Junqueras se desmarca y asegura en su perfil de X que no sabía nada, aunque la portavoz del partido, Raquel Sans, había asegurado el lunes que en su momento se informó tanto a Rovira como a Junqueras. Finalmente Rovira rompía su silencio, tres días después, para asegurar que la investigación interna "llegará hasta el final".

En otro mensaje difundido en la red X, Rovira informa de que "se ha abierto un expediente en el canal ético y las personas responsables están trabajando". La secretaria general anunciaba "sanciones" si se prueban las acusaciones y añadía que "el sistema de garantías es imparcial e independiente de la dirección".

En este contexto, Rovira niega la mayor y apunta que "esto no va de sectores porque en Esquerra no existen. El Rovirismo no existe" asegura. "Mi labor hasta el Congreso Nacional es garantizar las condiciones de democracia interna para que todo el mundo pueda opinar, participar y decidir en términos de igualdad. Somos republicanos", concluye la secretaria general de ERC.

Junqueras y Rovira cortejan a la militancia

De momento, Junqueras y Rovira protagonizan sendas peregrinaciones -una física, la otra virtual- ante las agrupaciones de militantes para sumar fuerzas. En el caso de Junqueras, las reuniones con militantes arrancaron mucho antes de la repetición electoral, pero se han intensificado desde que el líder republicano renunció a la presidencia del partido con el objetivo de recuperarla en el congreso extraordinario del 30 de noviembre.

La secretaria general, que acumula ahora el poder orgánico y el liderazgo en las negociaciones, también ha emprendido una ronda de reuniones con las agrupaciones locales que empezó el 16 de junio y acabará con una asamblea con la federación de Barcelona el próximo 17 de julio. El tándem que ha dirigido ERC durante una década batalla ahora por el apoyo de las bases, y el primer termómetro de esta batalla será la consulta sobre un eventual acuerdo de investidura.