PSC y ERC enfilan las horas definitivas para cerrar un acuerdo de investidura que permita a Salvador Illa ser el próximo presidente de la Generalitat. Unas negociaciones que socialistas, y sobre todo republicanos, intensifican con un ojo puesto en Waterloo. Porque se agota el tiempo también para Carles Puigdemont, que en los últimos días ya no insiste en la posibilidad de someterse él a un debate de investidura, como aseguró tras las elecciones del 12M. Nadie oculta ya que el objetivo es forzar la repetición electoral.
Puigdemont sí mantiene, sin embargo, toda la artillería política de Junts apuntando a los socialistas desde todos los flancos posibles: en el Congreso, en el Parlament, y este sábado con un acto que Junts espera que sea masivo para subir la presión sobre Esquerra. Porque los socialistas son el blanco de sus críticas, pero los militantes de Esquerra son el público al que van dirigidas. El ex presidente fugado sabe que la consulta interna en la que Esquerra debe validar un eventual acuerdo con el PSC, si es que finalmente se produce, es su última oportunidad de frenar la investidura de Illa.
Especialmente ahora que el Gobierno de Pedro Sánchez se ha sumado al PSC para allanar la entente entre socialistas y republicanos, con sonoros acuerdos anunciados en la última semana y la presidencia de propio Sánchez en el Palau de la Generalitat, agasajando a un Pere Aragonès de salida.
Mitin de reafirmación
A esa lógica responde el acto convocado por Junts este sábado en la localidad francesa de Amélie-les-Bains-Palalda, junto al paso fronterizo del Perthus. Un mitin y posterior almuerzo con militantes que debe servir oficialmente para celebrar el aniversario de la fundación del partido Junts en julio de 2020. Pero que fue ideado, a principios de mes, como un acto de relanzamiento de Puigdemont a las puertas de su prometido retorno.
Esa será la segunda clave de este acto, en el que algunos esperan nuevos indicios del retorno a España del líder independentista. Puigdemont se comprometió durante la campaña electora a regresar "para participar de forma presencial en la investidura" del próximo presidente catalán. Una promesa que, esta vez, no ligó a la condición de ser él quien protagonizara el debate como candidato.
Con las negociaciones de PSC y ERC enfilando su recta final, según trasladan desde Esquerra, crecen las especulaciones sobre el retorno de Puigdemont en los próximos días. Una entrada en territorio español supondrá la detención del ex president, contra el que el Tribunal Supremo mantiene la orden de detención para procesarlo por su participación en el referéndum del 1-O.
En Junts mantienen la idea de una movilización que acompañe a Puigdemont desde el momento en que atraviese la frontera
Aunque la acusación ahora se limita a un delito de malversación, que no implica el ingreso en prisión preventiva, una detención de Puigdemont dificultaría más si cabe el apoyo de las bases republicanas a la investidura de Illa. Desde Junts llevan meses preparando además la escenificación de ese retorno, que quieren multitudinaria. Ya no será un regreso en bloque de todo el "exilio" junto a la republicana Marta Rovira, como se imaginaba Puigdemont cuando se pactó la Ley de amnistía. Pero mantienen la idea de una movilización que acompañe a Puigdemont desde el momento en que atraviese la frontera.
Mientras, Puigdemont no pierde ocasión de alertar contra la posibilidad de un gobierno socialista en Cataluña. Este viernes lo reiteraba en un mensaje de apoyo a Xavier Trias, en su despedida del Ayuntamiento de Barcelona. El líder de Junts aseguraba que Jaume Collboni le arrebató la alcaldía con "un pacto contra natura entre PSC y PP" y advertía: "Tenemos memoria".
Votación en el Congreso
En la misma clave debe leerse la votación con la que Junts tumbó esta semana la senda de estabilidad, el paso previo a los Presupuestos Generales del Estado de 2025. Una votación con la que el partido de Puigdemont lanzaba una seria advertencia al Gobierno, en plena operación de seducción a Esquerra. Sectores del partido siguen alimentando la esperanza de que Pedro Sánchez imponga su necesidad de estabilidad en el Congreso a la investidura de Illa.
Tanto Sánchez como Illa o la vicepresidenta María Jesús Montero han dejado claro que la negociación de la investidura está exclusivamente en manos del PSC. Se desligan así de las negociaciones intentando inhibirse de su resultado, y las consecuencias para Junts. Pero los de Puigdemont no van a dejar de activar esa palanca. Sin no convencen al PSOE, por lo menos escenifican una posición de dureza que en su opinión les permite también socavar la imagen de la dirección de esquerra ante sus bases
Por último, Junts confía en la presión ejercida por Lluís Llach desde la presidencia de la ANC, para elevar el precio del acuerdo PSC-ERC. Llach ya se ha declarado abiertamente en contra de la investidura de Illa y ha defendido la opción de forzar una repetición electoral que permita a Junts y Esquerra repetir la coalición que en 2015 dio la mayoría a JuntsxSí. Lo reiteraba este mismo viernes en la red X.
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