El congreso que Junts celebrará el próximo fin de semana debe servir para fortalecer su estrategia como alternativa a un PSC que acapara poder en Cataluña, y "tenemos que hacerlo renovando mensajes y liderazgos" aseguró Carles Puigdemont hace dos semanas ante los diputados y senadores de Junts reunidos en Waterloo para preparar el nuevo curso político. Una renovación de liderazgos que no pasará por la presidencia del partido, que el propio Puigdemont quiere volver a ocupar. Pero sí por algunos de los rostros que le acompañarán en la nueva ejecutiva.
A una semana del congreso, se afinan las apuestas sobre quién integrará la nueva guardia pretoriana del ex president fugado al frente del partido que lidera la oposición a Salvador Illa. Hay pocas dudas sobre la continuidad de Jordi Turull al frente de la secretaría general del partido. Turull ha sido el más fiel segundo de Puigdemont en estos dos últimos años, con una experiencia en gestión interna acumulada durante décadas de militancia en Convergencia que le ha permitido hacerse con el control de las estructuras del partido.
De los cuatro vicepresidentes escogidos hace dos años en el congreso de Argelers, cuando Turull y Laura Borràs se repartieron las estructuras de poder del partido al 50%, solo uno parece tener clara su continuidad: Josep Rius. Vicepresidente y portavoz de Junts, Rius forma parte del círculo más estrecho de Puigdemont y compatibiliza el escaño en el Parlament con una concejalía en el Ayuntamiento de Barcelona.
Se da por supuesto la salida de los dos vicepresidentes propuestos por Borràs: Francesc de Dalmases -quien tuvo que abandonar el cargo tras la polémica provocada por sus amenazas a una periodista de TV3- y Aurora Madaula, enfrentada a la dirección por sus acusaciones de acoso machista en la ejecutiva de Junts. Tampoco parece que vaya a seguir Anna Erra, ex alcaldesa de Vic y ex presidenta de Parlament.
En su lugar, están llamados a ascender a las nuevas vicepresidencias la portavoz de Junts en Madrid, Míriam Nogueras, a la que se premia la gestión con mano dura de las relaciones con el PSOE, y el presidente del Grupo de Junts en el Parlament, Albert Batet. La vicepresidencia restante parece destinada a Antoni Castellà, portavoz del Consell de la República creado por Puigdemont en Waterloo y uno de los organizadores del regreso y posterior fuga de Puigdemont el pasado 8 de agosto. Aunque otras fuentes apuntan al ascenso del fichaje estrella de Puigdemont en la última campaña, la empresaria Anna Navarro.
Nuevas caras
Más allá de las vicepresidencias, los nuevos estatutos establecen una candidatura cerrada de 25 vocales, todos ellos con responsabilidades específicas. Un listado en el que tres nombres están destinados a entrar con fuerza: la portavoz en el Parlament, Mónica Sales, el cabeza de lista por Girona Salvador Vergés y el diputado en el Congreso Josep Maria Cruset.
Los tres han tenido un papel protagonista en los preparativos del congreso -los dos primeros como ponentes, el tercero como presidente del cónclave- y a los tres se atribuye en el futuro un peso creciente en la defensa pública de la estrategia política de Junts. Especialmente en el caso de Sales y Vergés -que brilló especialmente en la legislatura pasada en debates como el de la crisis del campo- en un grupo parlamentario que debe liderar la oposición en Cataluña dejando vacante el cargo de líder de la oposición, porque nadie puede ocuparlo sin Puigdemont de vuelta.
De hecho, el presidente del grupo, Albert Batet, ya anunció hace dos semanas que Sales asumirá "tareas organizativas" en el grupo parlamentario, mientras Batet adoptará un "rol más institucional". Ni Batet ni Sales quisieron dar más pistas de cómo se concretaría ese rol institucional, pero fue una de las principales decisiones de la reunión del grupo con Puigdemont en Waterloo, hace dos semanas.
Una de las incógnitas por despejar es el papel, y el peso, del sector pragmático del partido, integrado en gran parte por los ex consejeros que tuvieron que abandonar el Govern de Pere Aragonès, algunos de los cuales han sido críticos con la estrategia de Puigdemont. Parece probable la continuidad en la Ejecutiva de Jaume Giró, ex consejero de Economía, pero el hecho de que el portavoz en la Comisión de Economía sea Castellà y no el ex consejero del ramo da muestra del castigo a sus posiciones críticas.
El papel para Borràs
Otra de las incógnitas es cuál será el nuevo papel de Borràs en el partido. La hasta ahora presidenta de Junts quiere seguir en el núcleo de decisión del partido, pero está claro que tendrá que ceder la presidencia del partido a Puigdemont, y no parece que éste tenga intención de integrarla en su nueva ejecutiva.
Una de las salidas apuntadas por fuentes de Junts es la posibilidad de que presida el Consell Nacional del partido, cargo que hasta ahora ostentaba Josep Rull, convertido ahora en el principal cargo institucional del partido en su calidad de presidente del Parlament. Pero el plan tiene lagunas importantes. En primer lugar, se trata de un cargo sin remuneración económica. Y más importante, al no formar parte de la Ejecutiva, se someterá a una votación uninominal en el congreso de la próxima semana, que podría deparar un incómodo voto de castigo a Borràs.
Listas cerradas y la enmienda Castellà
El 15 de octubre se cerró el periodo de presentación de enmiendas a las tres ponencias que se debatirán en el congreso: organizativa, estratégica y política. El punto que ha recibido más enmiendas es la propuesta de eliminar las listas abiertas a la dirección del partido. Esto es, que las candidaturas a la ejecutiva se voten en bloque, no persona por persona. Un sistema que provocó en el último conclave un severo correctivo para alguno de los candidatos de la órbita de Laura Borràs, que ahora Puigdemont quiere ahorrar a sus nuevos pretorianos.
De las 61 enmiendas presentadas en este sentido solo quedan vivas cinco, después de que gran parte hayan sido o bien retiradas o bien rechazadas por los militantes de cada asamblea local.
Tampoco parece entusiasmar la propuesta de eliminar el requisito de 6 meses de militancia para ascender a la dirección de Junts. Una vía en la que muchos ven un traje a medida para Toni Castellà, hasta el punto de que ya ha sido bautizada en clave interna como la "enmienda Castellà".
Esto permitirá el ascenso del líder de Demòcrates en el seno de Junts sin tener que desligarse del partido creado cuando Unió Democràtica sufrió la escisión de los independentistas dispuestos a seguir a Puigdemont en su apuesta por la secesión. Un camino al que se opuso Josep Duran Lleida, pero que siguieron entusiasmados otros dirigentes del partido, como Núria de Gispert o el propio Castellà.
Pese a esta maniobra, el hecho de que Castellà sea el líder de otro partido -que ha concurrido en coalición con Junts en todas las citas con las urnas del último ciclo electoral- es uno de los elementos que frenan su ascenso a la ejecutiva de Junts, mal visto entre no pocos cuadros del partido. Pero Junts prepara también una fusión con Demòcratas, en la línea de "ampliar su base" para convertirse en partido central del independentismo, y el ascenso de Castellà favorece esa operación.
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