En La Plazoleta, como lo llaman los más veteranos, jugaban los niños a las chapas, a las canicas y al fútbol. "Aquí hemos hecho hasta alguna olimpiada. Antes estábamos siempre en la calle, no como ahora", recuerda Manuel, vecino desde hace siete décadas de este singular lugar en el centro de Madrid. La Plazoleta se convirtió después en un barrizal, en un nido de insalubridad, un callejón sin salida lleno de coches, muchos de ellos abandonados. Pero esa calle fantasma es a partir de hoy la calle más nueva de la capital española.
Situada a unos pocos pasos de la Plaza de Toros de Las Ventas, entre las calle Cyesa, Ricardo Ortiz, San Emilio y San Marcelo, este lugar ya no tiene nada de callejón. Los 300 metros de pavimento están nuevos, las señales de tráfico brillan, los pasos de cebra incluso deslumbran. "Cuando llovía aquí había una laguna. Había ratas, basura, de todo", comenta Antonio, uno vecinos más activos en la lucha que se emprendió para que esta calle recuperara la normalidad.
Hoy será inaugurada por el Ayuntamiento de Madrid dirigido por José Luis Martínez Almeida, aunque el proyecto fue aprobado gracias a los presupuestos participativos de Manuela Carmena. Pero si hay un nombre importante en este plan es el de Hugo, el vecino que inició todos los trámites desde el minuto uno. "En 2916 hice una propuesta en los presupuestos participativos y no salió, pero en los de 2017 fue la segunda idea más votada de Madrid", recuerda con orgullo. "Y aquí está: ya tenemos la calle más nueva de Madrid".
La calle todavía no tiene nombre. En Correos es Ricardo Ortiz posterior, pero todo parece indicar que dentro de poco tendrá sus propias placas. Y el nombre será un tanto extraño. "A todos los partidos, menos a Más Madrid, les parece bien el nombre que les hemos propuesto: Proyecto 1731". Ése fue el códig del plan en los presupuestos participativos.
Las obras de un parking subterráneo
El año clave para comprenderlo todo es 1990, cuando Párking San Marcelo S.A., una empresa quebrada en 2011, empezó silenciosamente las gestiones para levantar un aparcamiento subterráneo. Los vecinos no lo querían y ahí empezó una batalla vecinal y judicial. A San Marcelo SA solo le dio tiempo a una cosa antes de entrar en liquidación: a destrozar el pavimento con maquinaria pesada y a vallar casi todos los accesos al solar. Hasta hace bien poco había un cartel con el teléfono de la empresa y sin prefijo 91 de Madrid, como a la antigua usanza.
Pero hace nueve meses entró el equipo de Filomeno, el responsable de la obra. "Todo esto eran baches, agujeros, trozos de asfalto, tierra, una piscina de agua...", señala Filomeno mientras pisa el nuevo asfalto.
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