Bilbao verá la Eurocopa en la televisión. La ciudad debería rebosar estos días actividad. No lo hace. El proyecto iniciado hace ocho años y que le convirtió en sede del mayor evento futbolístico de Europa se fue al traste el pasado 21 de abril. Esa tarde la UEFA confirmó lo que todos ya auguraban, que las exigencias sanitarias impuestas por el Gobierno vasco para autorizar el acceso de público impediría a la capital vizcaína seguir siendo una de las sedes. Desde ayer, la sede es Sevilla. Al menos, Bilbao ha logrado resarcirse parcialmente de la decisión. Además de recuperar el dinero gastado, 1,3 millones de euros, será compensada con otros dos partidos importantes: la final de la UEFA League de 2024 y la final de la Champions femenina de 2025. La decisión debe aún ser ratificada por la dirección del organismo europeo del fútbol en una reunión prevista para el mes de julio.
Salvo los hosteleros, en Bilbao estos días no parece que nadie eche de menos no ser sede de la Eurocopa. La hostelería, que disfruta de una relajación de las limitaciones de aforos y horario, confiaba en que este mes sería bueno, que la ‘Euro 2020’ traería mayor negocio, que los aficionados suecos, eslovacos y polacos, además de los españoles llenarían terrazas y restaurantes. Tendrán que conformarse con los clientes locales.
En el resto de ámbitos, nadie parece querer recordar que estos días la capital vizcaína debía ser uno de los once puntos de atención internacional en torno al fútbol. Bilbao iba a ser la sede de la selección española y San Mamés el estadio que debía acoger al menos cuatro partidos. Un campo en cuya inauguración se subrayó sus condiciones para acoger eventos deportivos de primer nivel como la Euro2020. Ni en los discursos institucionales, ni en los políticos ni en las redes sociales, la cuestión está sobre la mesa. La frialdad es similar a la que se vivió en las vísperas, cuando se escuchaban más las posiciones en contra que a favor. El retraso en un año en la celebración del evento a causa de la pandemia tampoco ayudó.
"Imposibles de cumplir"
Ahora, mientras Sevilla acoge a aficionados, selecciones y medios de comunicación, en Bilbao el consuelo es económico y de imagen. Consistorio y Diputación han logrado un acuerdo para recuperar parte de lo invertido. A cambio, renunciarán a acudir a los tribunales, tal y como habían advertido. Habrá que valorar el impacto real del acuerdo. No será ser sede de cuatro selecciones europeas, y todo lo que ello conlleva, durante casi un mes en Bilbao, sino de dos finales. En el caso de la Eurocopa el impacto económico se llegó a estimar en cerca de 30 millones de euros, por una inversión global que se había calculado en cerca de 5.
Ahora, Bilbao se verá recompensada a medio plazo y con eventos importantes pero de menor duración e impacto. Dos partidos, en lugar de cuatro, si bien la previsible desaparición del riesgo pandémico permita una afluencia sin restricciones a ambos partidos, al contrario de lo que ahora se plantea en Sevilla y el resto de sedes.
Finalmente, la sangre no ha llegado al río. Tras conocer la decisión de la UEFA de arrebatarle la condición de sede, las instituciones vizcaínas reaccionaron con dureza. El organismo del fútbol había impuesto que entrara gente a los estadios, con aforos de entre 25% y 33%. En abril Euskadi atravesaba uno de los peores momentos de la quinta ola de la pandemia y el lehendakari Urkullu fijó condiciones muy estrictas para permitir aficionados en San Mamés. La federación las calificó de “imposibles de cumplir”: una incidencia acumulada de 60 casos por cada 100.000 habitantes –ayer fue aún casi el triple, de 174-, un nivel de vacunación del 60% de la población –actualmente sólo el 45% de la población vasca tiene al menos una dosis-.
Las instituciones vascas reaccionaron con dureza con tras la Federación Española de Fútbol y a la UEFA. Les acusaron de haber primado “otros intereses”, de haber actuado “a espaldas de Bilbao” y de estar cuestionando “el estilo vasco de hacer las cosas”. Le exigieron que detallará qué punto del contrato habían incumplido y subrayaron que lejos de ser Sevilla, las ‘sedes suplentes’ previstas eran Cardiff (Gales) y Estocolmo (Suecia).
Sevilla, público y mascarilla
Ahora, la compensación, además de revertir parte de los beneficios que se esperaban lograr con un evento deportivo, también elimina de la ecuación uno de los factores que más incomodaba a amplios sectores nacionalistas: la presencia de la selección española.
Desde que el alcalde Iñaki Azkuna impulsara la candidatura, distintos ámbitos abertzales, en particular los más afines a EH Bildu, se habían movilizado en contra de la presencia del combinado española y de acoger el evento. También en Elkarrekin Podemos se posicionaron en contra de un evento por razones sociales. En el PNV, el perfil siempre fue discreto, sin mostrar un apoyo vehemente, pero sin revelar ningún rechazo. El actual equipo de Gobierno municipal heredó la candidatura de Azkuna y continuó con ella y la puso en marcha. En vísperas del anuncio de la UEFA de sustituirle por Sevilla, Bilbao ya tenía contratos adjudicados por un importe de más de 2 millones y en 1,3 millones sin posibilidad de revertirlos. A ellos sumaba la compra de materiales y servicios que ya había realizado. En abril, las pruebas en San Mamés ya estaban en marcha.
Finalmente será la Cartuja la que este lunes acogerá el primer partido de la selección española, englobada en el Grupo E, junto a Suecia, Polonia y Eslovaquia. El primer encuentro, España-Suecia, lo hará con un aforo del 30%, con franjas de acceso por tramos de 30 minutos establecidos en cada entrada, con distancias entre aficionados, limpiezas y desinfección constante y limitando la movilidad en el interior del estadio. El sábado España se enfrentará a Polonia y a Eslovaquia el día 23. El día 27, el estadio sevillano acogerá el partido de octavos de final.
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