Es el logro “histórico” más amargo que jamás ha firmado la izquierda abertzale. Su líder, Arnaldo Otegi, lo calificó como tal cuando en mayo de 2020 sus cinco diputados se apartaron para facilitar la quinta prórroga del Estado de Alarma Pedro Sánchez. El precio que pagó el Ejecutivo fue comprometerse ante EH Bildu a derogar “íntegramente” la reforma laboral. Era su gran logro al apoyo dado al PSOE en la Moncloa. Año y medio después, a Otegi aquel acuerdo se le ha atragantado. Ni la reforma es íntegra ni su entorno la dará por buena con meros matices que se puedan incorporar en el último trámite parlamentario.
Ahora, a Otegi la base sindical del mundo abertzale se le revuelve. Y está dispuesta a hacerle la vida imposible si se atreve a echarse a un lado para que la reforma laboral salga adelante tal y como está. De día en día, la presión para que no acepte avalar a Díaz y Sánchez una reforma que consideran “un fraude” va en aumento. Las principales centrales mayoritarias, las nacionalistas ELA y LAB, han convocado para el domingo 30 manifestaciones en las tres capitales vascas y en Pamplona y en la víspera de la votación en la Cámara Baja ha llamado a sus afiliados a concentrarse en los centros de trabajo.
Y el poder de ELA y LAB no es baladí. Tampoco su ascendencia sobre los simpatizantes de la izquierda abertzale. Actualmente ELA cuenta con el 41% de la representación sindical en Euskadi. En otro tiempo este fue el sindicato afin al PNV, hoy hace años que sus posturas le han alejado de Sabin Etxea y le sitúan más cerca de la base social de Bildu. Por su parte LAB, con el 19% de la representación en Euskadi, sí es la central histórica del entorno abertzale radical.
Despidos y prevalencia
Ambos se sitúan muy por encima en el País Vasco del peso que ostentan las centrales mayoritarias a nivel nacional, CCOO y UGT, con un peso de 18% y 10% respectivamente en Euskadi. Por eso se sienten plenamente alejadas de los que se ha firmado y pactado en Madrid. Son CCOO y UGT los únicos que intentan defender las bondades del acuerdo que Díaz llegó con la patronal y sus propios sindicatos y que ahora quiere tramitar sin modificar una coma.
Otegi se mostró muy crítico horas después de hacerse público el acuerdo de la reforma sindical el 28 de diciembre de 2021. Aquel ‘Día de los Inocentes’ la Izquierda abertzale vio cómo nada de lo que prometía el acuerdo que el propio secretario general de Bildu mostró año y medio antes, bajo la advertencia de que “se cumple lo que se firma”, se veía trasladado al acuerdo. Hace días que guarda silencio. Entre bambalinas Bildu intenta negociar una salida que parece complicada y, en cualquier caso, incómoda.
El frente sindical abertzale ha puesto el listón alto. Por ahora ha renunciado a convocar huelgas generales que en otro tiempo empleó como herramienta de presión. Las manifestaciones y las concentraciones en las empresas son foco suficiente para incomodar aún más a Bildu. ELA y LAB exigen que la reforma que salga sea una verdadera modificación del corazón de las reformas de Zapatero y Rajoy. A la prevalencia del convenio autonómico sobre el estatal, suman demandas como la recuperación de los 45 días por año trabajado en caso de despido. Por el momento, no parece que los anuncios y promesas de CCOO y UGR asegurando que este tipo de reivindicaciones se abordarán en una segunda fase de negociación hayan calmado los ánimos en los sindicatos próximos a Bildu.
"Es un fraude"
La secretaria general de LAB, Garbiñe Aranburu recuerda que “sin presión sindical no hay derechos laborales ni sociales” y que el rechazo al documento pactado con la CEOE habrá que rechazarlo “en el Congreso, en los centros de trabajo y en la calle”. El llamamiento a Otegi también lo hace el líder de ELA, Mikel Lakuntza, que reprocha al Gobierno que apoya Bildu, el compuesto por el PSOE y Unidas Podemos de haber dado a la patronal “lo que quería a cambio de modificaciones muy parciales”: “Es un fraude”.
La exigencia también se hace al PNV. Sin embargo, la formación de Andoni Ortuzar lleva días rebajando el tono. Al más que previsible encauzamiento de la transferencia del Ingreso Mínimo Vital (IMV), el PNV suma que su petición, la prevalencia de los convenios autonómicos encontrará una vía para asegurarse. Y el PNV no va más allá en sus reivindicaciones. A ello se suma que la ruptura con ELA hace años que se produjo y los enfrentamiento con la central que en otro tiempo representó el ala laboral del nacionalismo más moderada, hace años que se confirmó.
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