Un cambio de peso ha llegado al ministerio de Justicia que, sin duda, en la nueva Legislatura será cartera clave. Con una amplia mayoría de jueces y fiscales en contra de la aplicación de la amnistía y con el rechazo de todos los operadores jurídicos al término lawfare que incluye el pacto PSOE-Junts, el reto que tiene Félix Bolaños por delante no es menor. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, muestra con este cambio que es consciente de ello y deja al margen del Ejecutivo a Pilar Llop cuyo papel estos dos años ha estado más bien en la sombra. La ministra y jueza deja escrito en su historial haber sido la encargada de corregir la conocida como ley del 'solo sí es sí'.
El hasta ahora ministro de la Presidencia y Relaciones con las Cortes llega a Justicia haciendo una defensa a ultranza de la ley de amnistía. Con un marcado perfil político, Bolaños es uno de los hombres de confianza de Sánchez que llegó al Ejecutivo desde la trastienda. Trabajaba en el gabinete del presidente y fue en 2021 cuando este lo aupó a un Ministerio. Síntoma de que ese vínculo no se ha roto es que Bolaños no sólo se queda con el poder que ya tenía sino que suma un nuevo apellido a su cargo. Fue la cara visible de firmar el pacto junto al líder de ERC Oriol Junqueras en Barcelona. "La amnistía devolverá a la política lo que nunca debió salir de la política", dijo. Y, una vez rubricado el acuerdo con Junts ha sido él también la persona disgnada para hacer pedagogía.
En los últimos días, Bolaños se ha centrado en ir a actos de todo tipo (incluidos premios judiciales, por ejemplo) para defender la ley por la que tendrá que responder ante todos los próximos meses. "La ley de amnistía hará la sociedad más habitable", ha dicho. El ministro será el gran valedor de los pactos de investidura.
El que fuera abogado del despacho Uría Menéndez se integra en Justicia con una situación casi de revuelta en los tribunales. "Sin mirar los conocimientos jurídicos que entendemos que tiene el ministro por su formación profesional y reconociendo que los jueces nunca hemos sido buenos ministros de Justicia, sí que echamos de menos que el titular de la carrera no sea un miembro de la carrera judicial o fiscal que conozca los problemas de los juzgados desde dentro", dice el juez Fernando Portillo, miembro de la asociación Foro Judicial Independiente (FJI).
Ahora la carrera está muy pendiente de quién será nombrado Secretario de Estado de Justicia. "Esperamos que sea una persona con un perfil técnico", admite Portillo quien recela igualmente de que Sánchez no haya pensado en un ministerio en exclusiva para ello. Por su parte, el portavoz de la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria (AJFV) ve positivo el hecho de que sea Bolaños el nuevo 'jefe' y recuerda la importancia de que todas las promesas del Ejecutivo anterior se materialicen ahora.
Entre las tareas pendientes que ha dejado su antecesora está, en primer lugar, la firma de un acuerdo de subida salarial con jueces y fiscales que nunca se ha llegado a materializar y de la que todos están muy pendientes. Las subidas comprometidas por el Gobierno suponen un incremento en el sueldo de los operadores jurídicos entre 440 y 450 euros brutos al mes. Además, los togados llevan años requiriendo un incremento en las plazas para que los juzgados dejen de estar colapsados.
"Acogemos este nombramiento con una cierta sorpresa no por ser el elegido como ministro, sino porque mantenga también la cartera de presidencia. Es algo novedoso y no sé exactamente cómo debe ser interpretado. Pudiera dar la impresión de que con este nombramiento lo que se pretendería es intentar el control del Ministerio de Justicia de jueces y de fiscales desde Presidencia", reseña Cristina Dexeus, portavoz de la Asociación de Fiscales. La fiscal decana de Barcelona añade, eso sí, que es necesario esperar y dar el beneficio de la duda: "Una administración de Justicia necesita de un gran pacto de Estado que permita la agilidad y eficacia de la misma, para lo que es indudable que se precisan más y mejores herramientas".
Llop, en la sombra
Llop se marcha con un perfil bajo, el mismo que ha mantenido prácticamente desde que entró en el Consejo de Ministros. Fue nombrada en julio de 2021 en sustitución de Juan Carlos Campo a quien Sánchez dio por amortizado cuando se acometieron los indultos a los líderes del procés.
Bajo su responsabilidad debía desbloquearse la situación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) --que lleva caducado desde 2018-- y debía reformarse la ley del 'solo sí es sí' después de que se hayan producido ya más de 1.000 rebajas de penas a agresores sexuales y 100 excarcelaciones. Lo primero no se logró, lo segundo sí pero con polémica incluida.
Llop volvió a introducir la violencia como factor determinante en la condena de violadores y pederastas para que el baremo de las condenas mínimas volviera a elevarse. La ministra inició entonces una tournée por medios de comunicación para hacer valer su reforma, defendiéndola no sólo de la oposición sino de los propios socios de Gobierno. Podemos contraatacaba y decía que se estaban cargando su reforma estrella y que habían eliminado el consentimiento. Llop estuvo en el centro de la diana del feminismo cuando dijo en una entrevista en la Cadena SER que era fácil que una víctima de agresión sexual demostrara la violencia: "Con una herida ya se puede probar".
No fue la única vez que una frase suya se hizo célebre. Para el recuerdo queda también el día en el que la jueza defendió que "todos los ciudadanos" estaban "muy preocupados" por la renovación de un órgano constitucional: "La gente habla en el metro de la renovación del Poder Judicial".
Si al principio de su mandato la ministra se encomió a distintas entrevistas, a medida que ha ido avanzando la legislatura su papel ha estado absolutamente en la sombra. Llop se va sin haber cumplido otras de sus promesas, llevar al Consejo de Ministros la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim). Una norma que pretende cambiar por completo el paradigma de la Justicia y hacer que la instrucción la lleven los fiscales y que nació con Juan Carlos Campos. Una gran promesa que habrá que ver si Bolaños llega a cumplirla o una vez más esta gran reforma queda en papel mojado.
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