La Fiscalía advierte del peligro del "uso compulsivo" que los menores hacen de las redes sociales y del riesgo que supone que construyan su personalidad y sus relaciones en base a los vínculos que crean online. El Ministerio Público se muestra preocupado por que los menores banalicen conductas sexuales delictivas o el uso de la violencia como solución a los conflictos y alerta del incremento de adolescentes en centros psiquiátricos. Solicita así modificaciones legales para evitar el acceso temprano a determinados contenidos y una mejor dotación de las unidades policiales que se dedican a esta materia.
En la Memoria Fiscal que cada año da una visión global y privilegiada de las demandas de la sociedad, los servidores públicos han escogido como tema central los menores y las redes sociales. A través de todas las delegaciones y las secciones especializadas, la Fiscalía exhibe músculo en el análisis de las grandes formas de delincuencia y si ya el año pasado eligieron como asunto a destacable el incremento de los delitos sexuales de los más jóvenes (un 116% desde 2017), este año vuelven a poner el foco en los niños.
Los fiscales describen Internet como el "hábitat virtual" de la juventud, "su medio natural de comunicación y socialización". Las redes sociales se han convertido en "el espacio donde relacionarse y conocer a sus iguales, así como el lugar idóneo para trasladar sus ideas o solucionar sus problemas" y esto, aclaran, comporta problemas cada vez más visibles.
El Ministerio Fiscal reflexiona sobre el contrasentido que supone que en el mundo analógico haya esfuerzos por orientar y proteger la intimidad de los menores, mientras ellos mismos la exponen continuamente en la red sin pensar en las consecuencias para el futuro. Datos personales, fotografías, comentarios o todo tipo de intimidad que enseñan casi en tiempo real.
El uso de las pantallas desde la infancia puede derivar en trastornos en la adolescencia, en "ansiedad por estar permanentemente conectados", en la pérdida de relaciones interpersonales o de horas de descanso nocturno, falta de concentración, absentismo escolar, trastorno del comportamiento. etc. La Fiscalía explica que la posibilidad de encontrar satisfacción inmediata en el mundo virtual se traduce en "una muy baja tolerancia a la frustración en los jóvenes, convirtiéndolos en personas insatisfechas, padeciendo estrés y angustia en edades cada vez más tempranas".
La memoria es muy dura en este aspecto y detalla distintos estudios que revelan que las plataformas como Facebook, Twitter, TikTok tienen acceso sencillo y son gratuitas por lo que logran la "hiperestimulación" en los adolescentes hasta el riesgo de la adicción por tres motivos fundamentales: su tendencia a la impulsividad, la necesidad de tener una influencia social amplia y expansiva y, finalmente, la necesidad de reafirmar la identidad de grupo.
Los fiscales mencionan el resultado de una encuesta elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre equipamiento y uso de las tecnologías en los hogares españoles correspondiente al año 2023 que indica que el 93% de los niños y niñas entre 10 y 15 años usa frecuentemente el ordenador y el 94,7% navega por internet, al menos esporádicamente, en tanto que el 70,6% dispone de teléfono móvil para su uso personal.
El 'sharenting'
Aunque el número no es alto, existen ya procedimientos de separación y divorcios en los que se solicita expresamente la posibilidad de que la madre o el padre logren el permiso para difundir fotografías de los hijos en común. Esto se conoce como shareting, es decir, que los progenitores naturalizan la idea de compartir la imagen de sus hijos en el mundo digital. Para los fiscales esto orilla "completamente los riesgos derivados de dichas publicaciones" para los pequeños que crecerán y habrán perdido el control de su imagen.
En temas de violencia sobre la mujer, el acceso a contenidos inadecuados provoca que los menores naturalicen ciertas actuaciones en el ámbito de la pareja que son machistas. Espiar el móvil, censurar fotos o incluso likes de la pareja, exigir estar permanentemente geolocalizados, obligar al envío de imágenes íntimas, comprometer para que facilite sus claves personales... puede terminar en comportamientos delictivos como amenazas, coacciones, acoso, injurias y vejaciones.
Además, se ha detectado violencia física de los menores hacia sus progenitores cuando estos les retiran el móvil o les desconectan de la red.
Víctimas y agresores
Las derivadas de la hiperconexión vuelven a los pequeños doblemente vulnerables porque son víctimas y agresores a la vez. Pueden utilizar las redes sociales para delitos patrimoniales, estafas, ciberdelincuencia, discursos de odio amparados en perfiles falsos; pero también ellos son damnificados de la pornografía infantil o agresiones entre compañeros y toda una ristra de nombres en inglés para describir las variantes:
- Cyberbullyng: acoso cometido entre iguales que se desenlvuelve en el mundo virtual
- Happy slappyng: el ciberacoso consistente en la grabación por medio de teléfonos móviles de agresiones o vejaciones para luego difundirlas a través de redes sociales con el fin de dar publicidad a estos actos y de avergonzar a la víctima
- Cybersaltking: conductas de seguimiento y acecho reiterado hacia una persona
- Grooming: término que identifica los actos realizados por un adulto tendentes a establecer un contacto emocional con menores destinados a prepararlos para conductas de abuso particularmente en la esfera sexual
- Sextorsion: chantaje sexual
- Morphing: práctica consistente en alterar o manipular una imagen real y transformarla en una imagen sexual o pornográfica dando cuenta de varios ejemplos reales en los que se ha aplicado la inteligencia artificial
Ansiedad y escasa capacidad de frustración
Este cóctel de posibilidades ha hecho saltar las alarmas de la Fiscalía por las consecuencias sobre salud mental, especialmente entre preadolescentes y adolescentes. Advierten de un aumento del número de "internamientos involuntarios de menores por motivos psiquiátricos".
"Parece clara la incidencia de las redes sociales en estos trastornos de conducta en la medida en que a través de determinados perfiles los menores encuentran contenidos que les lleva a interiorizar un ideal de belleza sesgado y poco realista que genera, a su vez, insatisfacción corporal, baja autoestima", expresa la memoria. Esto da lugar a anorexias y conductas autolesivas, entre otros problemas.
Los fiscales detallan retos en la red que se hacen virales en contra de la salud, así como de la "cultura del esfuerzo que fomenta la digitalización" que se traduce en jóvenes con baja o nula tolerancia a la frustración. Son "víctimas de la insatisfacción, del estrés y la ansiedad avocándoles a la búsqueda casi constante de la gratificación instantánea", reflejan.
Ante esta situación proponen actuar en varios estadios. Desde el educativo, para que los profesores y formadores alerten de los riesgos de las redes sociales; hasta el legislativo, implementando normas para proteger a los menores de determinado contenido. Controles de acceso mediante verificación de edad o clasificación de contenido para garantizar la gradualidad en el desarrollo educativo de los pequeños.
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