"Es de los malos, malísimos". Así describe a Sergejus Beglikas una fuente de la lucha contra la droga en España. Este lituano de 53 años va en silla de ruedas desde hace más de 30, pero la Justicia lo sitúa en la cúspide de una macroindustria internacional de crimen y tráfico de drogas. Lo increíble de esta historia es que fue detenido en 2019, pero el asunto se quedó adormilado y ha seguido con su papel de capo en Marbella escondiéndose, supuestamente, detrás de informes médicos falsos. Ahora, la Audiencia Nacional está a un paso de entregarlo a Lituania donde se le acusa de organización criminal, tráfico de drogas, tráfico de armas, blanqueo de capitales y homicidio. Su último traslado a Madrid ha sido frustrado porque siempre refiere algún "achaque" que lo termina conduciendo al hospital.
La primera vez que su nombre saltó a la prensa fue en mayo de 2019, cuando la Europol estalló la 'Operación Fosa'. Medio millar de agentes repartidos en cinco países europeos distintos --Gran Bretaña, Polonia, Estonia, Lituania y España-- detuvieron de forma simultánea a 22 personas. Los cabecillas, eso sí, vivían en Málaga.
Beglikas fue uno de ellos. En su chalé, los agentes encontraron tres cajas fuertes empotradas en un falso muro. En el interior, 90 teléfonos precintados y codificados, tres millones de euros en joyas (anillos de más de 100.000 euros) y varios lingotes de oro. El modus operandi consistía en controlar la llegada de cocaína de Sudamérica y de hachís de Marruecos para distribuir por Europa. El centro neurálgico de operaciones estaba en territorio español y el lugar de blanqueo de capitales entre Reino Unido y Polonia. En dos años, habían conseguido ganar 680 millones de euros, según publicitó entonces la agencia europea.
En esa macro-operación cayó también una pieza de caza mayor: Vladislav Lysenko, a quien Beglikas considera un "hermano mayor". Él fue detenido cuando se dirigía en coche hacia Jerez de la Frontera (Cádiz). El tercer vértice del triángulo del mal lo constituía Jaak Tuuksam, que supuestamente ordenó matar a los jefes de las organizaciones rivales lituanas. 100.000 euros cobraba por cada objetivo muerto.
Sorprendentemente, después de este golpe Beglikas quedó en libertad pagando una fianza de 15.000 euros. Calderilla, para una persona que dormía en una lujosa mansión de la urbanización de Sierra Blanca, en la parte alta de Marbella, valorada en cuatro millones de euros. Entonces puso en marcha la operación limpieza de imagen para después volver al ostracismo, el mundo en el que mejor se mueven los capos de este nivel.
En junio de 2019 dio una entrevista a 'El Español' donde explicó que su fortuna era legal, que había invertido en bitcoins, que tenía arrendada otra vivienda en Málaga, que su mujer era diseñadora de muebles y que tenía una empresa de importación de café gourmet cultivado en Centroamérica. "Sé que en mi país me quieren matar. Nunca fui un ángel ni muy inocente. Me gusta mucho el dinero, no lo oculto. En cambio, aquí en España estoy tranquilo, no necesito protección", reflexionó.
Lo de matar es una interpretación suya, pero desde luego en su país lo quieren. En 2020 la Justicia lituana envió una petición de extradición a la Audiencia Nacional para devolverlo allí y que rindiera cuentas en los tribunales. Sin embargo, ese proceso quedó paralizado por falta de documentación. Pero no es el único Estado que va tras él. Polonia y Países Bajos han enviado comisiones rogatorias por el mismo motivo, según confirman fuentes jurídicas.
Matrix y los informes "médicos"
"Yo no puedo liderar una banda internacional en mi situación personal ¿Cómo lo hago?", dijo en esa entrevista, en la que mostró su chalé con piscina, y su debilidad por su gato sin pelo, un Sphynx de San Petesburgo. Beglikas quedó en silla de ruedas supuestamente tras un accidente de tráfico cuando tenía 22 años.
A pesar de su disposición, su influencia en el crimen organizado nunca se ha visto reducida y así se demostró tras la desarticulación a finales del pasado año de Matrix. Esta plataforma de servicios de comunicación encriptada y creada por criminales cayó en Países Bajos levantando el velo a decenas de engranajes del crimen repartidos por toda Europa. Algo similar a lo que ocurrió en el pasado con Encrochat o Sky ECC.
El 4 de diciembre de 2024, Beglikas cayó por segunda vez. Acusado de blanquear grandes sumas de dinero a través de inversiones en propiedades inmobiliarias y negocios en la Costa del Sol con estrechos contactos con grupos criminales muy poderosos como los clanes de los Kinahan y Hutch. Matrix le había vuelto a delatar. La creación de un equipo conjunto en Eurojust ha sido la clave para monitorear durante tres meses más de dos millones de mensajes, según explicño 15min, uno de los medios lituanos más leídos.
La colaboración de los holandeses ha sido crucial en el caso español. Investigadores de ese país viajaron a Madrid para explicar que Beglikas estaba en "en condiciones de prestar declaración" en contra de lo que reflejaban los informes médicos que iba aportando hasta ese momento. Estos dos factores han provocado que la Fiscalía Antidroga haya impulsado la investigación.
Por un lado, el Ministerio Público dedujo testimonio el pasado 30 de diciembre a un juzgado marbellí para que indague si el capo lleva años pagando a médicos para que realicen informes falseados. "A fin de que se valore iniciar el correspondiente procedimiento penal para la depuración de posibles responsabilidades por la presunta comisión de posibles delitos de falsedad documental y cohecho", dice el escrito. Por el otro, se ha reabierto su expediente de extradición en la Audiencia Nacional.
El titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 del órgano, Santiago Pedraz, acordó la prisión provisional del capo antes de navidad. Él sabe bien quién debe defenderle y tiene a sueldo el despacho de Ricardo Álvarez-Ossorio, conocido como "el abogado del diablo" en Marbella. En su figura está inspirada la serie de Movistar con el mismo nombre de la ciudad malagueña.
Su letrado presentó un recurso para sacarle de prisión con varios argumentos: el primero, que Lituania no había presentado la documentación que faltaba como para reabrir el asunto; el segundo, que Beglikas lleva 15 años residiendo en España y por lo tanto ya tiene arraigo aquí como para no fugar; el tercero, "razones humanitarias debido al estado físico" en el que se encuentra.
La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional no le ha dado la razón. En un escrito, al que ha tenido acceso El Independiente, los magistrados revelan que tienen serias dudas de que la salud del capo sea tan inestable y "tampoco consta el afirmado arraigo en España, pues tan solo dice que tiene vínculos familiares y sociales, pero sin llegar a a acreditarlos como tampoco acredita su residencia en España durante más de quince años". Pero además, fijan otra premisa: si el riesgo de fuga no existiera, no habría huido de su propio país.
La Policía trató de trasladar a Beglikas a finales del pasado año hasta Madrid. La Fiscalía Antidroga quería que fuera analizado por los peritos forenses de la Audiencia Nacional para que no hubiera trucos. Cada vez que el capo se subía en el furgón policial le daba algún achaque. Fue imposible traerle y, de momento, continúa en una prisión andaluza.
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