El Tribunal Supremo ha desestimado la demanda que el novio de Isabel Díaz Ayuso había interpuesto con la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, por haberle llamado, entre otras cosas, "delincuente confeso". Alberto González Amador había interpuesto una denuncia por protección del derecho al honor, pero la Sala Civil del alto tribunal lo ha rechazado.

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La sentencia señala que la libertad de expresión no ampara un derecho a la difamación o al insulto gratuito, desligado totalmente de una base fáctica, pero en este caso y dado que González Amador está siendo investigado por defraudar a Hacienda existía una base para que Montero dijera lo que dijo dentro del discurso político. "Las expresiones de la Sra. Montero relativas a este tema, aunque resulten inconvenientes, desabridas, imprecisas o inoportunas, están amparadas por la libertad de expresión, en cuanto se enmarcan en el debate público y en la lucha política".

En la decisión, con fecha de este 26 de mayo, que rubrican los magistrados Ignacio Sancho (presidente), Rafael Sarazá, Pedro José Vela y Manuel Almenar se explica que el derecho al honor, que prohíbe que nadie se refiere a una persona de forma insultante o injuriosa, no es absoluto y que choca con el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra o el escrito. "El derecho a la libertad de expresión, en sentido estricto, incluye tanto el derecho a expresar las opiniones, ideas o juicios de valor libremente, así como a recibirlos sin cortapisas", dicen.

La defensa de González Amador, ejercida por la abogada Guadalupe Sánchez, defendía que él no era un personaje público sobre el que Montero pudiera opinar en la tribuna del Congreso o del Senado porque él ni tenía un cargo público, ni tenía redes sociales, ni había dado nunca una entrevista. Toda la fama le había venido sobrevenida al comenzar su relación con la presidenta de la Comunidad de Madrid. Los magistrados consideran que aunque él no es personaje público "sí es una persona con notoriedad pública, derivada de su relación sentimental".

Los togados inciden en que el problema con Hacienda de González Amador es de trascendencia informativa y que cuando mostró su disposición de llegar a un acuerdo con la Fiscalía este pacto podría haber tenido como consecuencia una condena penal. Por eso, se le ha mencionado como "defraudador confeso". El Supremo dice que aunque "lo deseable o conveniente en una autoridad" sería que se hiciera una defensa de la presunción de inocencia, en este caso la cuestión del novio de Ayuso con el fisco se ha "convertido en un elemento de debate político" y, por tanto, entra dentro de la normalidad que se pueda usar como arma política.

La mujer del César

El alto tribunal compara al novio de la presidenta de la capital con la "mujer del César" en tanto en cuanto no puede evitar quedar sometido al escrutinio público. "Como investigado, en un proceso penal de gran notoriedad mediática, el demandante es un personaje público en tanto que es la pareja de la presidenta de una comunidad autónoma y al parecer conviven en un piso que es objeto de comentario constante en los medios de comunicación sobre el origen de los fondos con los que se sufragó".

El hecho de que Montero comentara cómo se pagó ese piso constituye, dicen los togados, una "crítica política" que tiene como destinatario principal un personaje público como es la presidenta de la Comunidad de Madrid y que "colateralmente" le afectan a él.

La sentencia es clara sobre que concurren los elementos legitimadores de la libertad de expresión: "las manifestaciones versan sobre una cuestión de interés general y afectan a una persona de relevancia social (la pareja de una importante política, la cual es, en realidad, la destinataria última de la crítica), no se utilizan insultos o expresiones injuriosas, tienen una base fáctica razonable (que no quiere decir que sea exacta) y han sido realizadas por una persona que es diputada electa, de una manera no muy diferentes de lo que viene siendo usual en el debate político (o, más bien, partidista)".

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