Este jueves, a la par que nace El Independiente, arranca el otoño. Lo hace dejando atrás un asfixiante verano que ya es el más cálido en 136 años, según un análisis de la temperatura global de la NASA.
Las gráficas se entremezclan con nuestras percepciones: "No se recuerda un septiembre tan caluroso". La recurrente frase en boca de un transeúnte sevillano sería un clásico ejemplo de desmemoria. Porque, casi siempre, los registros históricos de temperaturas apuntan a lo contrario. Salvo que, este año, la percepción coincide con la realidad. Al menos en lo que a la primera semana del mes se refiere.
Ha hecho "más calor que nunca" con 45,4 grados centígrados (medidos en Cabezas de San Juan, Sevilla) el pasado día 5 de septiembre. Eso son dos grados más que el registro del 7 de septiembre de 1988, el más alto hasta la fecha en la capital andaluza, y 1,8 grados más que el récord de España: los 43,8º de Córdoba, aquel mismo día de 1988.
En nuestro país, "la temperatura se ha elevado prácticamente 1ºC en el último siglo", apunta el climatólogo Javier Martín Vide, catedrático de la UB y Presidente de la Asociación Española de Climatología. A principios de este mes se registraron "las temperaturas más altas en los últimos 30 años", según el portavoz de la AEMET Modesto Sánchez.
"Se han dado episodios de calor en septiembre antes. Pero en esta ocasión se han batido récords con series muy largas, especialmente en Andalucía, con 2 grados de aumento, lo que es muy significativo", apostilla Martín Vide. Entre las causas que determinan estos episodios extremos se encuentran las corrientes atmosféricas que se producen a unos 9.000 metros de altitud.
El pasado marzo, el físico canadiense Paul Beckwith se convirtió en el gran evangelizador en pro de que se declare "una emergencia climática global". En sus numerosos vídeos y entradas en su blog, advierte de una anomalía "nunca vista antes".
"El hemisferio norte cuenta con una corriente en chorro que mueve aire a gran velocidad de oeste a este y parece que está cambiando", aclara el catedrático de Física Aplicada de la UAH Antonio Ruiz de Elvira. Este es quizás uno de los científicos españoles que más cercano está a las tesis de Beckwith respecto a las anomalías en este flujo de aire. Considerada la espina dorsal de la atmósfera, esta corriente es la misma que utilizan las aerolíneas comerciales en sus desplazamientos trasatlánticos para ahorrar combustible.
Desde su descubrimiento, tras la Segunda Guerra Mundial, se observa cómo un caudal de aire a más de 160 km/h serpenteaba ligeramente en las latitudes de los 50º-55º norte. "El problema es que, con el derretimiento del hielo polar, la corriente está agudizando sus irregularidades en los últimos años, haciendo enormes meandros", de forma que el chorro de aire ya no sólo circula de oeste a este, sino que inyecta aire de norte a sur y de sur a norte, sostiene Ruiz de Elvira.
Eso implica que tenemos más claros episodios de calor, cuando la corriente nos trae aire del Sáhara "dejándonos polvo en suspensión que luego llueve en forma de barro", seguidos de frío cuando el chorro proviene del norte.
La corriente está agudizando sus irregularidades en los últimos años debido al derretimiento polar
Buena parte de la comunidad científica, incluso defensores de la idea del cambio climático de origen humano, cuestionan que la corriente en chorro haya llegado tan lejos. Martín Vide matiza: "No es cierto que tengamos ahora cambios más bruscos de temperatura", aunque esta corriente en chorro marque el tiempo en la Europa occidental.
"Se vio una ondulación muy acusada hace años, y parece que está desplazándose hacia el norte". Las consecuencias están "aún sometidas a estudio". A principios de septiembre una "campana de la corriente en chorro nos dejó ese tiempo tan cálido y seco", pero recuerda que "un episodio aislado no define el cambio climático. Nos estamos aburguesando climatológicamente, todo nos parece extraordinario y no lo es". Eso no quiere decir que no sea "un hecho que las temperaturas, históricamente, están subiendo y seguirán haciéndolo, con la ciencia en la mano": +0,85ºC desde 1880 en el mundo.
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Adiós, invierno
¿Cabe plantearse si caminamos hacia un clima sin estaciones tan definidas como hasta ahora? Para Ruiz de Elvira, éstas ya se están desdibujando. "El verano se alarga enormemente, mientras que el frío tiende a desaparecer mucho antes, haciendo florecer antes los frutales, que inmediatamente después se ven afectados por heladas. No podemos hablar ya de estaciones como en la época de nuestros abuelos".
Martín Vide distingue entre temperaturas y lluvias. "Es innegable que el verano llega antes y se prolonga, en lo térmico". En cuanto a las lluvias, su equipo en la UB, junto con investigadores de la Universidad de Zaragoza y del Consiglio Nazionale delle Ricerche, se encuentran en pleno estudio del régimen pluviométrico. "Es muy significativo que la primavera ha perdido importancia [en precipitaciones] en pro del otoño". Algo poco halagüeño para nuestros cultivos de secano.
Las proyecciones, conforme a los modelos que manejan, señalan "con alta certidumbre" que en el futuro la temperatura seguirá aumentando. O lo que es lo mismo: volveremos a decir aquello de "no se recuerda un septiembre tan caluroso", sin que nuestra memoria flaquee.
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