Metidos en tupperwares los cerebros humanos se acumulan en las estancias. Decenas de baldas de varios metros de altura recogen los casi 500 órganos procedentes de distintos puntos del país. Es el banco de cerebros más grande de España. Allí renacen para servir a la ciencia.
“En esta habitación habrá más de 450 cerebros”, calcula Alberto Rábano, neuropatólogo y responsable del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN (Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas) en Madrid. Los hay enfermos y sanos. Fileteados y completos. Cada uno de estos órganos proporciona información valiosa para desentrañar las claves de las demencias y las enfermedades neurodegenerativas, cuyo número va en aumento.
Alrededor de 47,5 millones de personas en el mundo padecen demencia, y cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos. De ellos, casi el 70% son mal de Alzheimer. El Parkinson, con más de 160.000 enfermos en España, y otras patologías degenerativas del sistema nervioso suponen un reto para los expertos en salud pública. Cada vez vivimos más años y la vejez es un factor de peso para que debuten estas enfermedades.
Metidos en tupperwares los cerebros se acumulan en las estancias, enfermos y sanos, fileteados o completos
Los cerebros se extraen lo antes posible del donante una vez fallecido tras la firma del certificado de defunción. De ello depende la calidad del tejido. El hemisferio izquierdo se conserva en formol, para confirmar el diagnóstico. La otra mitad se corta en láminas y se congela en uno de los 8 grandes frigoríficos a 80 grados bajo cero, para realizar investigaciones moleculares. “En 20 minutos está troceado en el congelador”, señala el científico. También albergan 7.000 muestras de sangre y 400 de líquido cefalorraquídeo.
Enfundado en una bata de cirujano, con guantes de látex, Alberto saca de un envase de plástico lleno de formol la mitad de un cerebro sano de 70 años. Enciende la campana extractora para aliviar los vapores del conservante. Bajo el estruendo, luce el órgano jugoso, con circunvoluciones prietas. A su lado sitúa un órgano enfermo de Alzheimer. Las diferencias son notables. Atrofiado, son evidentes los amplios huecos entre los giros.
En España hay 12 bancos de cerebros, ubicados en hospitales. “Nosotros quisimos crear un banco separado de la actividad asistencial hospitalaria. Nos fijamos en el modelo británico, impulsado por las asociaciones de pacientes y que ensalza la donación como acto civil”, dice rememorando el nacimiento de la institución hace una década.
La mayoría de los cerebros proceden de donantes sanos o enfermos de cualquier comunidad autónoma. El 15% provienen de la residencia de ancianos con la que comparten edificio en el madrileño distrito de Vallecas. Allí viven 160 mayores y otros 40 acuden al centro de día para realizar actividades. Todos padecen mal de Alzheimer.
Con estos órganos se han hecho grandes averiguaciones: desde el desarrollo de ELA hasta el Alzheimer
Estos pacientes están especialmente controlados. “Cada seis meses un equipo de neurólogos, psiquiatras y psicólogos realiza una evaluación completa de 900 variables y una vez al año una resonancia magnética del cerebro”, puntualiza Rábano. La resonancia es más profunda que la habitual en los hospitales, lo que permite hacer un estudio estructural más fino y también conocer las áreas del cerebro que se activan según la tarea que esté realizando el paciente. Todos estos datos servirán para encontrar correspondencias y patrones con el cerebro sobre la mesa de laboratorio.
Los científicos se han llevado más de una sorpresa. No son pocos los casos diagnosticados de Alzheimer en vida que no eran acertados. “Descubrimos que no sólo sufren Alzheimer, sino un conjunto de enfermedades, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o demencia de los cuerpos de Lewy”, narra. “Esto explica por qué algunos casos evolucionan más rápido”, agrega. Cada enfermo es un mundo y sus cerebros han supuesto una revolución en el diagnóstico.
Con los cerebros del banco, cuyas muestras se reparten a investigadores de todo el mundo, se han hecho grandes averiguaciones en estos últimos años. Han descubierto una mutación desconocida en un gen que determina el desarrollo de ELA. O que los pacientes de Alzheimer sufren una invasión de hongos en el sistema nervioso central, lo que ha abierto un nuevo campo de investigación sobre el origen de la enfermedad. “Son investigaciones que se han llevado a cabo en su totalidad con nuestras muestras”, afirma con orgullo. No cabe duda de que los cerebros donados son una herramienta científica necesaria e insustituible.
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