El 54% de los españoles considera que la pérdida y extinción de especies animales, flora y fauna en España es un problema “muy serio”. El 22.5% considera “primordial aumentar las áreas naturales protegidas”, y un 12,1% estima prioritario “que se dediquen más recursos a la protección de la naturaleza. Son datos del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de noviembre de 2016 en el que se recopila la opinión de los españoles sobre el medio ambiente. Hoy responder sobre la importancia de proteger el medio natural es algo que se espera en una sociedad avanzada, pero ser defensor de la naturaleza hace cien años tenía mucho de visionario. Así se podía considerar a Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa quien promovió la Ley de Parques Nacionales que cumple ahora 100 años.
“Señores Senadores; ¿cómo voy a pretender ilustraros respecto a cosas que tenéis tan sabidas? ¿Cómo voy a pretender convenceros, si lo estáis más que yo, de que así como para proteger el arte tiene el Estado la declaración de Monumentos Nacionales, para proteger la naturaleza debiera tener la declaración de Parques Nacionales?”. Esto dijo Pedro Pidal durante su intervención de la toma en consideración de la proposición de ley. El 16 de noviembre de 1916 se aprobó el texto, el 7 de diciembre de 1916 el Rey Alfonso XIII lo sancionó y el 8 de diciembre de 1916 se publicó y entró en vigor. Así nació la primera norma en el mundo, con rango de ley, que protegía la naturaleza.
“El primer parque nacional fue Yellowstone, creado por los EE.UU. de América en 1872 -cuenta Basilio Rada, director del Organismo Autónomo de Parques Nacionales (OAPN)- Después de esa fecha, otros países como Canadá, Suecia o Suiza crearon parques nacionales, pero ninguno de ellos promulgó una ley genérica sobre la materia. En nuestro país, en diciembre de 1916 se promulgó la Ley de Parques Nacionales que fue la primera del mundo. En virtud de su artículo primero, se creaban los parques nacionales en España. Año y medio más tarde, en julio y agosto de 1918, se declararon los dos primeros parques nacionales, el de La Montaña de Covadonga (hoy de los Picos de Europa) y el del Valle de Ordesa (hoy de Ordesa y Monte Perdido)”.
Según explica el director de la OAPN la ley tenía únicamente tres artículos, “pero fueron suficientes para introducir la práctica totalidad de los principios que define esta figura de Parque Nacional: la primacía de la conservación y la vocación de espacios para la sociedad, tanto para su visita como para beneficiar a su entorno. Liga además esta figura a la administración, pues la manda “respetar y hacer que se respete la belleza natural de sus paisajes, la riqueza de su fauna…” así como “consignar en sus presupuestos las cantidades necesarias... para su sostenimiento”.
Todos los expertos y ecologistas coinciden en que la ley fue un hito en la conservación de la naturaleza. Miguel Ángel Soto, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace España subraya este punto: “La Red de Parques Nacionales española fue pionera en su tiempo y puso relieve la importancia de la protección de la naturaleza. En el primer momento se buscaba la protección de la naturaleza desde un punto de vista más monumental. Pero después ha ido evolucionando hacia un modelo en el que estén presentes todos los tipos de paisajes y ecosistemas del país”. Este ecologista señala que si bien el nacimiento de la red de Parques Nacionales surgió desde las instituciones en el desarrollo de la red jugó un papel fundamental los movimientos ecologistas.
Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF/Adena, incide en este punto en el que su organización ha desempeñado un gran protagonismo. “Hay muy pocos parques que no se haya declarado por las demandas de la sociedad civil. Siempre ha habido una amenaza de la que proteger a estos espacios”. WWF/Adena compró entre 1964 y 1969 cerca de 10.000 hectáreas de terrenos del Coto el Palacio de Doñana y de la marisma para cederlos al CSIC y para la creación de la Estación Biológica de Doñana, marcando el inicio de la protección de la comarca. Félix Rodríguez de La Fuente, uno de los naturalistas más importantes del siglo pasado, fue vicepresidente de esta organización y consiguió salvar de la desecación las Tablas de Daimiel y la protección legal para Doñana y Cabrera. Todos estos lugares están ahora bajo el paraguas de la Red de Parques Nacionales.
“Hoy estamos en otra fase de la red de parques, se intenta que se amplíe el catálogo de ecosistemas presentes en ésta. En particular -señala del Olmo- tenemos una enorme carencia en cuanto a Parques Nacionales marítimos”. Para el director de la OAPN “la figura de parque nacional es necesariamente restrictiva y las características que deben cumplir se establecen de manera clara en la Ley: naturalidad, altos valores, extensión. De hecho, en cien años únicamente se han declarado 15.
En la actualidad se encuentran muy avanzados los trabajos en dos posibles parques nacionales en el Mar de las Calmas (en la Isla de el Hierro), que sería el primer parque nacional marino español; y en la zona de la Sierra de las Nieves (Málaga)”. Para el director de la institución estatal la actual representatividad de los ecosistemas es buena, aunque añade que “es mejorable y, afortunadamente, disponemos en nuestro país de lugares aún merecedores de ser parque nacional”.
Inés González Doncel, vicedecana del Colegio de Ingenieros de Montes se suma a la opinión del promotor de la ley, Pedro Pidal, quien en su día dijo que los “Parques Nacionales serán pocos o no serán”. “En España hay muchas figuras de protección de espacios naturales, la categoría de parques nacionales debe estar reservada a espacios extraordinarios, si se prodigaran se desvirtuaría la figura”, añade González.
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Gestión complicada
La gestión ordinaria de los Parques Nacionales corresponde a las Comunidades Autónomas en régimen de autoorganización y con cargo a sus recursos financieros, mientras que la tutela general del sistema, el establecimiento de las directrices básicas, el asegurar la coherencia de la red, es competencia de la Administración General del Estado. Salvo los Parques Nacionales de Castilla-La Mancha: Cabañeros y Tablas de Daimiel que todavía gestiona completamente el Estado.
Basilio Rada valora el traspaso de competencias a las CCAA como complejo y asegura que “afectó a la coherencia y coordinación del sistema, pues estos espacios pasaban de una gestión centralizada en un único Organismo a adscribirse en general a las Consejerías de Medio Ambiente de las diferentes administraciones autonómicas. Fue necesario dotar al sistema de una serie de estructuras comunes, como el Consejo de la Red en 1997 y el Plan Director en 1999, de manera que se dispusiera de foros y criterios conjuntos. No obstante, en 2007 se promulgó la Ley 5/2007 de la Red de Parques Nacionales, que no supo interpretar las necesidades de coordinación del sistema, lo cual provocó una deriva señalada por numerosos expertos y organizaciones conservacionistas. En el momento actual, tras la nueva Ley 30/2014 y la renovación del Plan Director, aprobado este año 2016, el sistema cuenta con los elementos suficientes para asegurar su coherencia y coordinación, con nuevas estructuras como el Comité de Colaboración y Coordinación (que reúne a todas las administraciones con el Estado), o con la atribución al Estado de nuevas competencias de apoyo en casos de conservación desfavorable o situaciones de emergencia”.
Para el secretario general de WWF la distribución autonómica sí ha afectado a la gestión de parques cuyos territorios abarcan distintas comunidades autonómicas, y pone el ejemplo de Picos de Europa, “su gestión es una esquizofrenia muy complicada con tres administraciones autonómicas distintas tomando decisiones cada una por su lado”. Según Inés González, la distribución territorial en autonomías “no ha pesado mucho en la gestión de los parques, pero sí la crisis porque la mayoría de los Parques Nacionales han visto recortados sus presupuestos porque con el sistema de caja única en administraciones les han pegado un mordisco. Lo que no ha afectado a los parques desde el punto de vista técnico”.
Asun Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife hace balance sobre la merma presupuestaria de los parques. “La inversión tuvo una caída importante entre los años 2010 y 2014, pasando el presupuesto de los 100 millones a prácticamente la mitad”. La representante de esta organización destaca la complejidad que supone hacer seguimiento del dinero destinado finalmente a los parques.
Desde la dirección del organismo estatal, Basilio Rada valora que a lo largo de estos cien años, los Parques Nacionales han mantenido un buen nivel de dotación de recursos. “El conjunto de la Red supone una dotación aproximada de 1.400 profesionales y una aportación anual de más de 80 millones de euros en total por parte de las diferentes administraciones (22 millones de euros por parte del Organismo Autónomo Parques Nacionales). Dicho todo esto, naturalmente, los parques nacionales no han estado al margen de la crisis económicas que ha sufrido nuestro país en los últimos años, lo que, al igual que en el resto de organismos de la administración, ha influido en sus presupuestos”, reconoce.
Espacios únicos, pero no islas
Como ya hiciera Pidal en su discurso para la creación de la ley hace cien años comparándolos con los monumentos nacionales, la excepcionalidad natural de los parques es equiparada “a la lista de Patrimonio de la Humanidad por el ecologista de Greenpeace, Miguel Ángel Soto, o “como un museo al aire” por Asun Ruiz de Seo/Bridlife.
En otros países el acceso a sus espacios protegidos requiere del pago de una entrada. La vicedecana del Colegio de Ingenieros de Montes no considera tan descabellada la idea de cobrar por el disfrute de los parques. Si bien el origen de esta figura de protección está destinada a la preservación para el disfrute público, considera que deben de pagar quienes no lo usan: “quien paga valora” asegura. Aunque matiza, “eso generaría recursos para mejorar la gestión, pero el presupuesto de la conservación debe estar garantizado por el Estado”. Asun Ruiz, por su parte, reflexiona que “no pasaría nada por pagar una entrada, pero si España decide tener 15 parques nacionales es porque es capaz de financiarlos. El país puede permitírselo”.
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Del Olmo, de WWF, subraya la universalidad de estos espacios protegidos: “son de todos, las Islas Cíes no son de los gallegos, como Doñana no es de Andalucía, son de todos los españoles y de toda la humanidad”. Además, para del Olmo es muy importante señalar que los parques “no son islas y los espacios colindantes deben estar basados en una política de desarrollo sostenible que sea coherente con la existencia de un parque. No es lógico que las administraciones permitan la inyección de gas en el subsuelo de Doñana o se explotan los acuíferos alrededor de Daimiel o los pozos ilegales en Doñana”. Para la representante de SEO/Bridlife, “hay que eliminar toda actividad incompatible con su protección, ese el principal regalo que debemos darle a estos espacios en su centenario”.
El caso de Doñana ha suscitado recientemente diversas manifestaciones de protesta por parte de las organizaciones conservacionistas, como Greenpeace y WWF, por usar su subsuelo como depósito de gas. Un proyecto de Gas Natural que cuenta con el visto bueno y permisos de la Junta de Andalucía y el Estado. Desde la OAPN, asegura su director que “cualquier proyecto que pudiera tener alguna afección al medio ambiente, máxime si es en el entorno o las cercanías de un parque nacional, es sometido a un riguroso proceso de evaluaciones y autorizaciones ajustado a la legislación española y de la UE para cubrir todas las perspectivas e impactos, y si no se supera alguna evaluación el proyecto no se puede ejecutar. Nuestra posición en Parques nacionales es de rechazo a aquellas actuaciones que pudieran tener una afección negativa sobre el territorio del parque. Pero a la vez, y conscientes de que la contribución al desarrollo socioeconómico del entorno es una de las funciones de un parque nacional, admitir aquellas actuaciones que contribuyan a aquel desarrollo siempre que no produzcan ningún impacto sobre el territorio de parque nacional. En este caso, estaremos por tanto pendientes de todos estos exigentes procesos de evaluación realizados tanto por la Administración General del Estado como por la Junta de Andalucía”, asegura Basilio Rada.
Parques emocionales
Joaquín Araujo, naturalista y autor de 107 libros individuales y más de 80 con otros autores sobre naturaleza y biodiversidad, ha editado coincidiendo con el centenario el libro Parques Emocionales (Tundra 2016). En esta obra se aleja del carácter divulgativo de sus obras para expresar sus vivencias en los Parques Nacionales que conoce en profundidad. “Cuento lo que me inspiran estos espacios, no describo su fauna ni su flora. En este país la vivencia de la naturaleza brilla por su ausencia. Es un drama, no se sabe lo que es la contemplación de la vida”.
Para este naturalista el placer de disfrutar de los parques naturales “es lo que te rescata de los traumas de este mundo, son lugares donde puede aflorar el sentimiento de la naturaleza. Contemplar paisajes integrales contribuye a tu propia integridad, restaura el ánimo y la continuidad de la vida”. Y concluye “los Parques Nacionales son sanatorios del alma cuando los miras como lo hacemos algunos”.
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