El objeto de la imagen es un ordenador de mesa. De verdad. Es, para ser exactos, el Mac Pro de Apple. En el año 2013 el gigante tecnológico lanzó un ordenador de sobremesa que no se parecía a nada que hubiera visto el sector, más acostumbrado a las CPUs rectangulares que son lo primero que nos viene a la mente. Cuatro años después, los ingenieros de la empresa han decidido renovar el producto y lo van a hacer a través del socorrido método de la demolición para luego construir uno nuevo. El Mac Pro que saldrá en 2018 no se parecerá al que ahora está en el mercado.
En cuanto a las características técnicas, el Mac Pro es un ordenador que se puede encontrar en dos versiones: una con un procesador intel Xeon de seis núcleos y otra con hasta ocho núcleos. Los precios van desde los 2.999 dólares, más de 2.800 euros, de la versión menos potente hasta los 3.999 dólares, más de 3.700 euros, de la opción con más capacidad de procesamiento. Son dispositivos enfocados, en cualquier caso, a un grupo de población más profesional que al usuario medio.
Las cifras de ventas son menores, como corresponde a un producto para un público muy especializado y con un coste muy alto. En el primer trimestre del ejercicio 2017, último del que se tienen datos, Apple vendió 5,4 millones de ordenadores. Teniendo en cuenta que, según las palabras de su vicepresidente de márketing, Phil Schiller, el 80% de ese total son portátiles y el 20% de mesa, la firma colocó un máximo de 1,08 millones de unidades del Mac Pro. Eso supondría, a un precio medio de 3.499 dólares, unos ingresos de 3.778 millones de dólares, más de 3.500 millones de euros, apenas un 4,8% de la facturación total en ese periodo, en el mejor de los casos.
Dejando los fríos números aparte, el problema del Mac Pro es precisamente su gran virtud cuando salió al mercado: el diseño. Apple creó un cilindro que ahora es muy complicado de actualizar porque no hay espacio físico para introducir modificaciones. De ahí que vayan a romper con el actual hardware para crear uno nuevo desde cero.
"Tenemos ya a un equipo trabajando en ello. La idea es construir algo que se pueda mantener al día con mejoras y actualizaciones regulares", ha explicado el propio Schiller. Ese grupo de ingenieros ya se ha puesto manos a la obra en el famoso Producto Realization Lab (PRL) de la compañía en su nuevo Apple Campus en Cupertino, California.
Llegará en 2018
Este nuevo dispositivo no estará en el mercado, como mínimo, hasta 2018. Apple va a tardar algo de tiempo en tenerlo preparado, por lo que sorprende mucho que ya hayan comunicado el comienzo del proceso. No es habitual en la filosofía de la compañía, que suele guardar sus secretos con mucho recelo.
Han reconocido, además, que llevan tiempo consultando a los usuarios del Mac Pro para saber qué funcionalidades deben mantener y cuáles tienen que ser diseñadas y creadas desde cero. Schiller les ha transmitido además sus "disculpas por no actualizar en un tiempo", a la vez que ha señalado que "estamos preparado algo genial para reemplazar al Mac Pro actual".
Los primeros beneficias, ya antes de que el nuevo producto esté en el mercado, serán los dueños de un iMac, el ordenador que tiene la CPU integrada en la pantalla. Los usuarios de esta opción de Apple empezarán a encontrarse con nuevas actualizaciones con las que los desarrolladores del software van a ir testando herramientas que implementar en el Mac Pro.
Lo que sí han confirmado los responsables del desarrollo de todo lo que rodea al Pro del futuro es que no entra en sus planes integrar una pantalla táctil al estilo de las últimas creaciones de Microsoft. Tiene todo el sentido del mundo, pues Apple ya tiene su iPad Pro de 12 pulgadas que puede hacer las veces de ordenador.
La renovación del Mac Pro es un paso importante para Apple. Lo cierto es que es un producto muy especializado, pero ha quedado bastante aislado de todos los programas de actualización y mejoras, que han estado dirigidos a los dispositivos más populares en una estrategia que ha terminado por arrinconar a su CPU. El éxito de este ordenador, que según Schiller ha generado un volumen de negocio de 25.000 millones de dólares, más de 23.500 millones de euros, desde su nacimiento, no va a depender del nuevo diseño, sino de que la firma empiece a prestarle más atención. 25.000 millones bien lo merecen.
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