Ciencia y Tecnología

En busca del ADN fósil de nuestros ancestros

Hasta ahora los paleoantropólogos se habían centrado en los restos óseos, pero no habían explorado en los sedimentos el posible contenido de ADN fósil. | Joan Costa/CSIC Comunicación

En la tierra están guardados los secretos de nuestro paso por el planeta, la arqueología lleva siglos desvelándolos, pero la sofisticación de la ciencia está alcanzando una manera de estudiar el pasado que hace décadas era impensable: ya es posible extraer el ADN de homínidos conservado en los sedimentos.

El método, detallado en la revista Science, desarrollada por un equipo internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) permite rastrear en estos sedimentos la presencia de grupos de homínidos, incluso en cuevas o estratos que carecen de restos óseos. Esto significa que podremos saber qué homínidos y mamíferos estuvieron presentes en un determinado yacimiento y en qué momento.

El suelo conserva restos de organismos que se han descompuesto, defecado o desangrado.

¿Cómo llega el ADN a los sedimentos que forman las capas o estratos de los yacimientos arqueológicos? El suelo conserva restos de organismos que se han descompuesto, defecado o desangrado. Hasta ahora los paleoantropólogos se habían centrado en los restos óseos, pero no habían explorado en los sedimentos el posible contenido de ADN fósil. Para este estudio, los investigadores han analizado 85 muestras de sedimento de hace entre unos 550.000 y 14.000 años, del Pleistoceno, procedentes de ocho cuevas de Eurasia, entre ellas, la de El Sidrón (Asturias).

“Este trabajo representa un avance excepcional porque permite conocer qué especie de homínido ocupaba una cueva o un nivel estratigráfico concreto, incluso en ausencia de cualquier resto de huesos o esqueletos. La novedad es aprovechar lo que hasta ahora se desechaba, el sedimento del suelo, y descubrir que está plagado de secuencias de ADN de organismos que ocuparon ese terreno”, destaca Antonio Rosas, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Aunque existe un amplio registro de yacimientos del Pleistoceno asociado a la presencia de humanos arcaicos, la escasez de fósiles impide en muchos casos conocer qué especie de homínido vivió en un determinado lugar.

En el yacimiento de Denisova (Siberia), donde ya se había documentado la presencia de neandertales y denisovanos, los investigadores han podido averiguar qué nivel del terreno se corresponde con cada homínido, y se ha podido constatar que ambos se alternaron en la cueva. “Los denisovanos, además, aparecen en el estrato más basal, es decir, en el más antiguo del yacimiento. Su ADN en este sedimento, sin estar asociado a ningún resto esquelético, es la muestra más antigua de su existencia ahora mismo”, precisa el investigador del CSIC.

El investigador del CSIC Carles Lalueza-Fox guardando muestras en la cueva de El Sidrón (Asturias). CSIC Comunicación

Mamíferos del pasado

La cueva de El Sidrón es la única analizada en la que no se ha identificado ADN de origen animal. En el resto de los yacimientos se ha encontrado ADN mitocondrial de mamíferos antiguos, en concreto, de 12 familias distintas, alguno de ellos ya extinguidos. Los más comunes son hiénidos, bóvidos, équidos, cérvidos y cánidos. “La nueva técnica permite recopilar información de mamíferos que estuvieron presentes en un determinado yacimiento, con independencia de que se conserven restos.

El ADN de megafauna puede proporcionar información de la dieta de los homínidos del pasado”, detalla Lalueza-Fox. En algunas muestras de sedimento, los investigadores han recuperado secuencias genéticas de mamut lanudo (Mammuthus primigenius), una especie que se extinguió en Eurasia en el Holoceno, hace unos 4.000 años. De igual manera, las secuencias atribuidas a los rinocerótidos se corresponden la mayoría con el rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), a pesar de que esta especie se extinguiese al final del Pleistoceno Tardío, hace menos de 30.000 años.

En cuanto al ADN de hiénidos, las secuencias se corresponden con variantes de la hiena de las cavernas (Crocuta crocuta spelaea); una subespecie actual de Crocuta, la hiena manchada, que existe solo en África. Por último, el 90% de las secuencias de úrsidos procedentes de la Cueva de Vindija, en Croacia, coinciden con el oso cavernario (Ursus ingressus), un linaje del este de Europa que desapareció hace aproximadamente 25.000 años.

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