Extraer ADN de una momia de miles de años de antigüedad era misión imposible hasta ahora. Un equipo internacional de científicos ha recuperado material genético de cadáveres momificados de hace más de 3000 años y ha descifrado sus jeroglíficos biológicos. Ha descubierto que los egipcios actuales poco tienen que ver con los que poblaron las tierras en torno al Nilo hace milenios.
“El calor del clima egipcio, los altos niveles de humedad en muchas tumbas y algunos de los químicos usados para la momificación contribuyen a la degradación del ADN y hace improbable su conservación”, reconoce Johannes Krause, director del Instituto de Ciencias de la Historia Humana del Max Plank en Jena y coordinador del estudio, que publica la revista Nature Communications.
Sumergían el cuerpo en natrón durante 60 días y lo envolvían en vendas impregnadas con resina
En el Antiguo Egipto, los embalsamadores tenían varios estilos de momificación, pero en general extraían primero el cerebro por las fosas nasales con unos ganchos. Luego hacían una incisión en el lado izquierdo del abdomen a través de la cual extraían las vísceras, que se guardaban en los vasos canopes. Tras ello aplicaban aceite de palma y perfumes y cerraban el corte. Sumergían el cuerpo en natrón durante 60 días para a continuación envolverlo en vendas impregnadas con sustancias resinosas y oleaginosas, o lo vendaban y echaban por encima resina caliente.
A pesar de ello los científicos han logrado la hazaña y extraído material genético para el examen de momias de hace entre 3400 y 2000 años. En concreto han recuperado 90 muestras viables de ADN mitocondrial de 151 momias procedentes del yacimiento arqueológico de Abusir el-Meleq, en el Bajo Egipto, de dos colecciones de la Universidad de Tubinga y de la colección de calaveras Felix von Luschan del Museo de Prehistoria de los Museos Estatales de Berlín.
Los científicos han averiguado que los cadáveres momificados son más parecidos a los humanos de Oriente Próximo, a su vez más emparentados con los humanos del Neolítico de la península de Anatolia y Europa, que a los egipcios actuales, que tienen más en común con los africanos subsaharianos. Creen que tiene que ver con que el tráfico de esclavos desde el Sáhara comenzó hace unos 1300 años.
“Queríamos averiguar si la invasión de Alejandro Magno y otras potencias extranjeras había dejado huella en los egipcios del periodo estudiado”, explica Verena Schuenemann, de la Universidad de Tubinga. “Hemos descubierto que la genética de la comunidad Abusir el-Meleq permaneció estable durante los 1300 años estudiados, por lo que no se vio afectada por las distintas conquistas y reinados”, apunta Wolfgang Haak, del Max Plank.
Los investigadores han logrado este avance gracias a la aplicación de nuevos métodos de secuenciación del ADN y fórmulas para evitar la contaminación de las muestras. La nueva metodología abre las puertas a la exploración genética de los millones de momias que alberga el territorio egipcio.
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