En el año 1991 un devastador incendio afectó las montañas cercanas a Oakland, en California, y se convirtió en el tercer mayor incendio de los EEUU en aquel momento. El fuego se propagó por el matorral y afectó a bosques y viviendas de manera incontrolable. Los servicios de extinción que trabajaron en la zona acuñaron un término para referirse a este tipo de fenómeno: lo llamaron “los incendios del futuro”.
La profecía de los bomberos de California hablaba de un tipo de incendio para el que no tenemos herramientas técnicas ni humanas para combatir. Un fuego al que cuando le echas agua desde un hidroavión no le llega ni una gota porque la temperatura es tan alta que se evapora antes de alcanzarlo. Son lo que técnicamente se llama “incendio fuera de capacidad de extinción”.
Este tipo de incendios aparecía recogido en un informe de la organización ecologista Greenpeace de 2009. Miguel Ángel Soto, uno de sus autores, lo recuerda ahora al ser preguntado por el incendio de Portugal que ha matado a 62 personas. ¿Puede ocurrir un incendio como el de Portugal en España?
“La profecía de California parece que se cumple, estos incendios ingobernables son una combinación de terreno favorable al fuego y condiciones climáticas extremas de altas temperaturas como la reciente ola de calor. A esta combinación sólo le falta una chispa, que puede ser un rayo, una negligencia, una colilla o una chispa de una segadora, así que no es que puedan ocurrir fuegos así en España, es que ya los hemos tenido”, explica.
Este experto de la organización ecologista se refiere al fatídico incendio de Guadalajara de 2005 en el que fallecieron 11 efectivos de las fuerzas de extinción o el del verano pasado en Cataluña. Se trata de fuegos con frentes ingobernables en los que las autoridades tienen que tomar una decisión cuando el frente llega a una población: protegerla o evacuarla.
Los fuegos fuera de capacidad de extinción pueden llegar a avanzar a un kilómetro en cada 15 minutos
“Estos son los conocidos técnicamente como fuegos fuera de capacidad de extinción, que pueden llegar a avanzar a un kilómetro de distancia en 15 minutos, los efectivos no son capaces de abordar un fuego así, no les da tiempo”, señala Ferrán Dalmau, de la empresa de gestión ambiental Medi XXI. Este consultor se dedica, entre otras cosas, a asistir a instituciones y urbanizaciones privadas a protegerse de incendios.
“Existe un riesgo alto de incendios de este tipo en momentos como éste. La masa forestal está descuidada, la sequía agudizada por las altas temperaturas y el cambio climático, y a esto se suma el hecho de que durante el boom inmobiliario se construyó en cualquier sitio: todo esto puede formar una tormenta perfecta”, explica. “Un fuego puede atravesar una urbanización sólo siguiendo sus cipreses, que son bombas para los incendios, o colarse en tu casa si tienes una rama junto a la ventana”. Para este consultor, “antes la gente entendía el fuego, pero ahora somos todos muy urbanitas y no estamos preparados, la mayoría de la gente apila la leña en una pared de su casa que es lo que necesita un fuego para quemarla”, concluye.
Fuegos más devastadores
Lourdes Hernández, de WWF/Adena, destaca cómo los grandes incendios forestales representan el 0,15% del total de siniestros: “En ellos se quema el 40% de la superficie total afectada, son los que marcan la huella más dramática de los incendios. En la última década, el tamaño de los grandes incendios forestales ha sido un 25% más grande en España, lo que evidencia que no sólo cada vez los sufrimos más, sino que cada vez son más grandes y devastadores”.
Eduardo Rojas, decano del Colegio de Ingenieros de Montes, considera que los “servicios de extinción de incendios que disponemos en España son excelentes y que están en un nivel muy alto, infinitamente mayor que el de Portugal. Pese a la crisis económica, el sistema de extinción no ha perdido músculo. El 99% de los incendios se sofocan muy rápido”, asegura.
Lourdes Hernández coincide en el diagnóstico sobre la importancia del sistema de extinción de incendios y su calidad, ya que “se ha invertido mucho y es muy importante, pero a nuestro juicio hay que invertir más en prevención. El 80% de la inversión se dedica a la extinción de incendios, pero creemos además que el 20% restante no está bien invertido, se dedica a acciones complementarias de la extinción como limpiar los cortafuegos y los puntos de agua, que son muy importantes, pero se necesita una gestión más ambiciosa del medio rural”.
Prevención una tarea pendiente
Se viene repitiendo desde hace años: la prevención es tan importante o más, en lo que coinciden ecologistas, técnicos e ingenieros. La falta de gestión agroforestal en España se remite a los años 50 cuando el medio rural se empieza abandonar.
“La extinción de incendios forestales es la respuesta. Pero no es la solución. No se puede echar la responsabilidad sobre los bomberos y los equipos de extinción, frente a este potencial peligro; es necesario mejorar la gestión del monte. La solución pasa por una gestión forestal activa que permita tener masas forestales preparadas para lo que se nos viene encima. Y eso hay que vincularlo, necesariamente, al desarrollo rural” señala Ferrán Dalmau.
“En el año 1975 había 457 millones de metros cúbicos de volumen de madera, en 2009 era de 922 millones y es una cifra que crece. Cada año se generan 60,5 millones al año de los que sólo se extraen 18 millones”, cuenta Dalmau. Esto significa que en el bosque estamos, literalmente, acumulando un gran pira para alimentar los incendios, pequeños, grandes o ingobernables.
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