El DVD mató a la estrella del vídeo. Y la estrella del vídeo, en los ochenta, era el VHS. El Video Home System se presentaba en la Feria de Electrónica de Consumo de Chicago el 4 de junio de 1977. Poco después estaba en las tiendas. El pasado verano se fabricó el último reproductor. Pero, 23 años después del lanzamiento del primer DVD, el VHS se ha resistido a morir del todo.
La Japan Victor Company JVC (filial de Matsushita-Panasonic) había estado tanteando el mercado del vídeo para meterlo en casa. Los ingenieros Yuma Shiraishi y Shizuo Takano trataron de emular la popularidad de las cintas compactas de audio, los cassettes de Philips. Y desde el punto de vista tecnológico, las investigaciones iban orientadas a replicar el modelo de ferromagnetismo en bobinas de plástico recubiertas de metales imantables, sólo que en modelos de media pulgada.
El estándar fue patentado por JVC en 1976, cuando desarrolló el Victor HR-3300. Un modelo de dos cabezales que podía grabar hasta 120 minutos seguidos. 1977 fue el año clave para la filial Panasonic. Un golpe de mando terminó por relevar a toda la cúpula. La nueva dirección lanzó la marca MacLord, en lo que supuso apostar por el el vídeo doméstico para reflotar la compañía. La jugada les salió bien.
Sony había estado trabajando desde hacía tres años en su formato Betamax. Pero fueron más rígidos a la hora de licenciar el uso de su tecnología por otros fabricantes y productores. JVC entabló, desde el primer momento, lazos con la industria audiovisual y las productoras y distribuidoras de Hollywood.
La historia de las cintas de vídeo o VTR se remonta a los años cincuenta. Se había inventado la bobina de audio, pero para el vídeo se necesitaba un enorme ancho de banda y velocidad de giro.
De las bobinas al salón
La BBC se inventó el sistema VERA (Visión Electronic Recording Apparatus) que grababa hasta 15 minutos en 4 metros y medio de cinta. Una revolución para las cadenas puesto que la televisión de aquella época no podía guardar sus directos y los registros se hacían en película de 8, 16 o 35 mm. En 1958 se realizó una demostración en el programa Panorama de la televisión pública británica.
VERA fue una efímera inversión. Como la mayoría, se pasó al estándar AMPEX, que tuvo bastante éxito a nivel profesional en todo el mundo hasta la llegada del Beta de Sony. Aunque Betamax, en lo doméstico, no triunfó, las cintas Betacam, la versión profesional de éstas, han sido el estándar para la mayoría de televisiones durante casi dos décadas.
Cachitos de hierro o cromo
Para todos ellos, el sistema de partida era relativamente sencillo. En la cinta el material ferromagnético se distribuye en la cinta en forma de ondas que tienen la información sobre brillo por cada línea del televisor e intensidad de cada color, expresadas en variaciones de voltaje. En otra banda, el sonido. Esos impulsos se pueden aplicar sobre un electroimán en la cabeza grabadora que ordena las partículas de hierro o cromo que hay sobre la cinta de plástico.
Unos cabezales podían leer esa distribución ferromagnética. A más cabezales, mayor calidad. Ellos (o su ausencia) eran los responsables de las líneas que se formaban cuando la imagen se congelaba en la función pausa.
En términos de las actuales medidas de resolución de pantalla digitales, el VHS tendría 640px de ancho por 480px de alto, frente a los habituales 1920px por 1080px del actual full-HD.
Por otro lado, era fácilmente copiable, como las cintas de audio, claro que hacer una copia de una copia iba deteriorando la calidad del producto final.
Un mercado propio
VHS permitió la creación de un mercado para el alquiler. También la producción de filmes exclusivos para ser consumidos en casa. Y, como en el caso de las cintas de audio, fue clave en la difusión de la cultura americana en países de la órbita soviética.
El último grabador-reproductor de VHS se fabricó en julio de 2016. La japonesa Funai Electronics puso fin a la producción de su único modelo. Lo sorprendente es que sólo un año antes estaba vendiendo 750.000 unidades. El VHS apenas existía ya, pero le ha costado morir.
La dobladora clandestina de todo Hollywood
Irina Margareta Nistor era en 1980 una traductora de la televisión rumana, controlada por el dictador Ceausescu. En plena Guerra Fría, buena parte de las producciones occidentales de cine estaban prohibidas en Rumanía. Sin embargo, los VHS clandestinos se hicieron muy populares a mediados de los ochenta. Se podían comprar en la calle, mientras buena parte de la policía hacía la vista gorda.
Las cintas eran copias de películas grabadas de la televisión o copiadas de videoclubes americanos. Estaban en inglés, pero se les añadía por encima la voz doblada al rumano de Nistor. Ella misma se encargaba de las traducciones y locuciones, de manera que, como se refleja en un documental sobre su figura, “era la segunda voz más conocida de Rumanía, después de Ceausescu”.
Irina Nistor siguió trabajando para la televisión rumana, como productora, tras la caída del régimen. Actualmente se dedica a la organización de festivales de cine y asesoría de empresas como HBO.
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