Los expertos extraen lecciones de Fukushima y Chrenóbil para evitar y afrontar una catástrofe nuclear. Una de ellas es que el regulador debe ser independiente. Los técnicos nucleares recuerdan que en España el desastre de Bankia ocurrió pese a existir un regulador y que el Centro de Seguridad Nuclear, el regulador, debería ser más trasparente y estar menos politizado. Si hubiera un accidente en España las eléctricas cubrirían menos del 1% del coste de los daños, que en Fukushima fueron de 186 mil millones, el resto sería el contribuyente. ¿Estamos preparados para una catástrofe nuclear?
“La experiencia real ha puesto de manifiesto que aunque la probabilidad de ocurrencia de accidentes con daños graves al núcleo del reactor, que podrían causar la liberación de importantes cantidades de sustancias radiactiva al medio ambiente, sea extremadamente baja, hay que contar con esta posibilidad” (sic). Así introduce Protección civil en su página web, los planes de este servicio público que “permitan la puesta en práctica de las medidas de protección para evitar o minimizar la exposición a las radiaciones ionizantes”.
Por experiencia real se refiere a casos como Chernóbil o Fukushima, por posibilidad, está hablando de Almaraz, Cofrentes, Vandellós, Ascó o Trillo. La mayoría de los expertos coinciden en que la posibilidad de un accidente nuclear es muy pequeña, pero existe, los accidentes ocurren.
Miedo a lo nuclear
Durante los años sesenta, setenta y ochenta la sociedad vivió con miedo a lo nuclear, especialmente a una guerra nuclear. El miedo al uso militar de esta energía nos ha sacudido de nuevo esta semana cuando Corea del Norte ha escalado su órdago a la comunidad internacional con su exitoso test de bomba termonuclear. Si bien estamos a años luz de la situación de la guerra fría, la dialéctica entre dos líderes como Kim Jong-un y Donald Trump no parece muy tranquilizadora. Pese a que en el mundo hay más de 15.000 ojivas nucleares, las catástrofes han venido por el uso civil de la energía nuclear, y es ahí donde habitan gran parte de los temores hacia este tipo de energía. En el mundo hay 442 centrales nucleares activas según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Alberto y Jorge Sánchez-Cabezudo han indagado en nuestro miedo a la esa posibilidad nuclear. Son los directores de La Zona, una serie que estrenará el 27 de octubre Movistar+ y que traslada el desastre de Fukushima a Asturias, usando al Principado como escenario de una trama policíaca que se desarrolla en una zona de exclusión creada tras un accidente nuclear.
“Sin lugar a dudas el accidente de Fukushima reavivó el miedo a la energía nuclear de manera muy importante y ese sentimiento sigue seis años después. Chernóbil tuvo lugar durante la guerra fría, en pleno proceso de Perestroika evidenciando una estructura de poder en decadencia con falta de transparencia y democracia. Fukushima ocurría, sin embargo, en una de las mayores economías de mercado, altamente tecnificada y democrática. Las estadísticas y probabilidades del sector nuclear que preveían un accidente similar cada miles de años explotaban por los aires y rompían definitivamente el mito de la seguridad nuclear”, explica Alberto Sánchez-Cabezudo.
Lecciones de Fukushima y Chernóbil
Esta semana, investigadores de once países han presentado sus recomendaciones frente a posibles accidentes nucleares dentro del proyecto europeo SHAMISEN. Tras un análisis conjunto de las lecciones aprendidas en Chernóbil y Fukushima, han elaborado una hoja de ruta para no repetir los errores cometidos en estos desastres. El resultado es un documento de 28 recomendaciones para mejorar la preparación y la respuesta a un accidente de radiación.
“En Fukushima se cometieron errores no achacables a la radiación. Esta no provocó ninguna muerte directamente, pero la evacuación causó más de 600 muertes prematuras", sobre todo entre personas mayores y pacientes en estado crítico que fueron evacuados en condiciones poco adecuadas. Otro ejemplo es que decidieron hacer un cribado sistemático de tiroides para todos los niños. "Esto derivó en un aparente aumento en la incidencia de nódulos de tiroides. Pero este aumento de hecho no era debido a la radiación, sino a la alta sensibilidad de la técnica utilizada". Condujo a cirugías innecesarias y obviamente a una ansiedad innecesaria para los padres".
El documento también recoge aciertos. En Fukushima, después del accidente, la intervención de "facilitadores locales" (gente como líderes de comunidad, maestros, etc) fue muy importante a la hora de establecer un diálogo entre las comunidades desplazadas y los expertos. Gracias a esto, las personas pudieron expresar sus necesidades e inquietudes, y comenzar a tomar decisiones informadas”, explica Adelaida Sarukhan de ISGlobal, una institución impulsada por la Obra Social "la Caixa", que ha participado en el proyecto europeo.
Seguridad y preparación frente a un accidente
En España existen varios planes de actuación, el Plan General Básico, de 2004, es el nacional, pero cada central nuclear tiene un plan, tanto para la planta nuclear como para las poblaciones más cercanas. En este sentido las recomendaciones de SHAMISEN “van más allá de los temas puramente técnicos y de las consecuencias puramente directas de los efectos de la radiación. Se centran en su mayoría en cuestiones de salud mental y aspectos psicológicos y socioeconómicos. Considera aspectos como la manera en la que afectan los evacuados a las comunidades locales donde son acogidos, señala Sarukhan de ISGlobal.”
Nieves Sánchez Guitián, presidenta de la Asociación Profesional de Técnicos en Seguridad Nuclear y Protección Radiológica, asegura que no se puede responder de una manera sencilla a la pregunta de si son seguras las centrales nucleares. “Eso hay que demostrarlo día a día, tiene que haber una serie de parámetros de indicadores, y tienen que ser transparentes. Hay que ponerle cifras a todo, desde lo vieja que sea la central, sus niveles de seguridad, hasta la cultura de seguridad del regulador”, explica Sánchez Guitián.
El Banco de España, el regulador, falló con el desastre de Bankia, el regulador nuclear es muy importante, maneja riesgos muy grandes
En este sentido la asociación a la que pertenece Sánchez lleva tiempo apuntando al regulador, el Centro de Seguridad Nuclear, organismo clave en la gestión de la energía nuclear en España. “Pensamos que hay una politización del regulador, que hay una forma de trabajo que hay que cambiar, nosotros hemos ido al Congreso de los Diputados y hemos pedido que se aborde esta situación. Igual que pasó con el Banco de España, el regulador falló con el desastre de Bankia. El regulador nuclear es muy importante, maneja riesgos muy grandes”, mantiene la presidenta de los técnicos nucleares.
Sánchez reclama más apertura, “la transparencia y la gestión del regulador son clave, tal y como se aprendió de Fukushima. Los japoneses elaboraron un informe con la máxima neutralidad en el que se dice que es fundamental la transparencia y la independencia del regulador, de ese informe hay mucho trabajo por hacer, no ya hacia las instalaciones, sino hacia el regulador que tiene que mejorar su independencia y ese es nuestro mensaje: consideramos que es fundamental para la seguridad nuclear y la credibilidad de la energía nuclear”.
Según Jorge Sánchez-Cabezudo, el otro director de La Zona, “ningún país está preparado para un accidente nuclear. Un país como Japón no lo estaba. Es cierto que fue provocado por un tsunami pero ¿quién no sabía del riesgo sísmico de la zona? Y la edificación japonesa está extremadamente adaptada a esta circunstancia. No falló una estructura arquitectónica, el agua generó la caída de los generadores, los principales y los de emergencia. Al preparar la serie hemos contado con la colaboración de ingenieros españoles y de la UME, nuestra Unidad Militar de Emergencias que sería el primer cuerpo de asistencia. Están altamente preparados para actuar si ocurriese un accidente, pero el problema de un accidente nuclear es que estamos hablando de una incidencia muchas veces superior a cincuenta, cien, años sobre el territorio”.
Raquel Montón responsable de la campaña de Nuclear de Greenpeace España estima que si ocurriese un accidente nuclear como el de Fukushima en España, el cesio, que es el elemento contaminante estaría presente en la región unos 300 años”. Como el director de La Zona, Montón también tiene claro, “ni España ni prácticamente ningún país está preparado para un accidente nuclear, ni para prevenirlo o combatirlo, ni para gestionarlo cuando está ocurriendo de una manera humana y social y, desde luego, de ninguna manera financiera. Yo separaría claramente entre la parte de gestión humana y los costes”.
Según Montón “la máxima responsabilidad que tienen las empresas en nuestro país es absoluta, en caso de accidente las empresas operadoras apenas llegarían a cubrir los 1.200 millones, esto sería apenas el 1% de los 186 mil millones que calculó la Comisión Europea que costaron los daños de Fukushima. Y sólo está contabilizando los daños reconocidos, los costes de las propiedades directamente afectadas. A partir de este coste lo pagaríamos todos”. La posibilidad nuclear, si se produce un accidente, se convierte en garantía de ruina.
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