Si algo hay en común entre los humanos, los simios y la mayoría de las especies de mamíferos es que podemos comunicar nuestras emociones a través de las expresiones faciales. Todavía no está del todo claro si en los animales se trata de una manifestación involuntaria de estados emocionales (hambre, miedo, etc.) o un intento deliberado de comunicación.
Se sabe que los orangutanes y los gibones expresan sus emociones con más intensidad cuando interactúan con el ser humano. Ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Portsmouth, Reino Unido, ha demostrado que también los perros son capaces de modular sus expresiones faciales cuando perciben que les estamos prestando atención.
En el experimento han participado 24 mascotas de diferentes razas y edades. En todos, aumentaba la frecuencia de expresiones faciales cuando podían percibir la mirada humana, o sea cuando el examinador estaba de frente. Si en sus manos el examinador tenía comida, el comportamiento del perro no variaba de manera sustancial. Sin embargo, cuando les daba la espalda, había una menor respuesta expresiva y tampoco en este caso la comida alteraba el resultado.
“Durante mucho tiempo hemos creído que el comportamiento de las mascotas respondía a estímulos mecánicos: les damos comida, se ponen contentos. No es así. El perro domesticado ha desarrollado unos procesos cognitivos que estamos entendiendo cada vez más en profundidad”, dice a El Independiente Stefanía Pineda, veterinaria especialista en comportamiento animal de la Universidad Complutense de Madrid.
El estudio publicado por la Universidad de Portsmouth aborda este aspecto. “Hoy damos por sentado que ciertas emociones y gestos pueden llegar a controlarse también en los perros, un rasgo que se solía atribuir solo al ser humano” - explica Pineda -“antes se creía que los perros comunicaban a través de los aullidos. Sin embargo las expresiones faciales y la mirada tienen una importancia en la cohesión social del grupo social humano. En su afán por crear una comunidad con nosotros, los perros han aprendido a controlar ciertos gestos. Entienden qué comunicamos, sobre todo visualmente” - dice Pineda - "Por ejemplo cuando volvemos a casa y la encontramos patas arriba, basta con echarle una mirada para que el perro entienda que les estamos castigando".
Pineda compara el comportamiento de los perros con el de los gatos. A pesar de estar acostumbrados a vivir con nosotros, los gatos no han llegado al nivel de domesticación del perro. “No se ha podido comprobar que sigan nuestra mirada o la gestualidad de las manos como sí sabemos que lo hacen los perros”. La mente del perro, dice esta experta, es tan complicada como la mente humana. En ambos casos estamos solo al principio de entender sus secretos.
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