Dimitar Sasselov no tuvo fácil salir de su Bulgaria natal. Se doctoró en 1988 en la Universidad de Sofía. Cuando la de Toronto le ofreció una beca, las autoridades búlgaras, bajo el control soviético, le negaron el visado de salida. Con la caída del telón de acero, pudo volar libremente a Canadá y terminar como profesor en Harvard. Ahora, casi tres décadas después, quiere viajar aún más lejos: los exoplanetas. Y está convencido de que si hemos de encontrar vida extraterrestre será probablemente allí.
Sasselov está tras el descubrimiento de decenas de planetas habitables en los que nunca habitaremos. Ni visitaremos físicamente. Mundos que están a no más de 30 años luz en los que hay contabilizadas 60 tierras y supertierras. La mitad, situados ni muy cerca, ni muy lejos de su estrella, con un tamaño capaz de reterner una atmósfera y, por tanto, capaces de albergar vida… si bien "el gran reto es reconocer qué es vida", apunta el profesor.
"¿Hemos podido encontrar ya vida extraterrestre y no habernos dado cuenta? ¿Estamos en condiciones de reconocerla?", preguntamos a Sasselov mientras se vacía el rebosante salón de conferencias de la Fundación BBVA donde esta semana ha impartido una conferencia para el público en general.
"La pregunta es de qué tipo de vida estamos buscando evidencias", replica Sasselov. "Estamos en condiciones de reconocer vida, pero aunque no lo estuviéramos, seguiríamos adelante de igual modo. Si somos cortos de miras, nos perderemos muchas oportunidades de descubrir formas de vida extraterrestre que pueden estar ahí", defiende el profesor, quien lidera la iniciativa Orígenes de la Vida en la Universidad de Harvard. "Trabajamos con químicos y biólogos para sintetizar sistemas que se comporten como vida".
Si somos cortos de miras, nos perderemos muchas oportunidades de descubrir formas de vida extraterrestre
Una visita al Centro de Astrobiología de Madrid, hace más de una década, reconoce que le inspiró de cara a esta iniciativa.
La comunidad científica trabaja ya con plazos de no más de quince años para dirimir si hay (otros hablan directamente de descubrir) vida extraterrestre. Existe el instrumental, tanto sondas como telescopios, con equipos que detectan compuestos de manera remota con enorme precisión y exactitud.
"Cuando algo se comporta como vida [como lo que fabrican en el laboratorio], puedes empezar a experimentar con sus moléculas, quitando unas y poniendo otras, viendo qué funciona y qué no funciona". Eso, evidentemente, no se podrá hacer in situ si encontramos vida a 30 años luz. "Hasta que no hagamos esos experimentos, no podremos comparar (con la química dada) en el entorno de diferentes planetas".
Demasiados planetas como para que no haya vida
Sólo con el telescopio Kepler se han podido descubrir 4.034 planetas con una técnica en la que es especialista Sasselov: los tránsitos planetarios frente a su estrella (minieclipses). Para ello hace falta paciencia, mirar a una región concreta del cielo –entre las constelaciones de Lira y Cisne– y esperar a que sus estrellas pierdan brillo durante unos momentos de manera periódica. La nueva misión TESS, que la NASA lanzará en marzo 2018, permitirá ampliar el campo de visión de cielo a escudriñar.
El hecho de que los exoplanetas sean tan abuntantes los hace probabilísticamente candidatos a albergar vida. No es menos cierto que en la cercanía de nuestro sistema solar hemos descubierto sitios subterráneos donde podrían darse condiciones para la vida extremófila, dispuesta a soportar entornos muy ácidos, muy básicos o muy fríos.
Rovers vs. telescopios
"El agua líquida es esencial para el desarrollo de moléculas de vida, por eso es clave encontrar planetas donde el agua pueda estar en ese estado. ¡Y hemos encontrado un montón!". Entonces, ¿seguimos buscando vida en Marte, Encélado o Europa con vehículos no tripulados o sondas, o nos apañamos con telescopios?
"Los telescopios son más prácticos, al menos para el objetivo de buscar vida. Es verdad que no nos ofrece imágenes preciosas, pero eso no nos importará si encontramos vida extraterrestre". Sus instrumentos pueden detectar concentraciones de gases compatibles con la vida a distancias enormes.
Eso sí, matiza Sasselov: "No quiere decir que esté en contra de buscar vida en el sistema solar; apoyo las futuras misiones no sólo para tomar muestras, sino imágenes que nos sitúen en el contexto" de un lugar donde puede haber o hubo vida. "Eso lo hace muy atractivo".
Entre las recreaciones artísticas de las supertierras y las imágenes que hoy nos ofrecen los telescopios de ellas hay un abismo de emociones, sobre todo de cara al público general, acostumbrado al asombro de las fotos tomadas por las misiones Cassini o Rosetta. La NASA o la ESA no son ajenas a la importancia de llegar al público a través de imágenes evocadoras, por eso trabajan en mejorar la captación de fotos de esos mundos extrasolares.
De igual forma, si se encuentra vida en lugares inaccesibles como los exoplanetas, ¿no se sentirá la comunidad científica un tanto frustrada de no poder acercarnos a ella o interaccionar con esos seres, por microbianos que sean?
"Bueno… yo creo que estaría eufórico de primeras, pero es cierto que el siguiente impulso sería el de querer ir a tomar muestras y ver qué pasa ahí dentro, qué moléculas hay", confiesa Sasselov. "De todas formas, sólo con saber que hay vida, te aseguro que no voy a estar frustrado".
Libro de instrucciones para fabricar vida sintética
Recrear la sopa primigenia en que se pudo originar la vida en la tierra ha sido una obsesión para muchos químicos y biólogos del siglo XX. Según hemos conocido los ladrillos que constituyen la vida, aminoácidos, ribonucleótidos y lípidos, hemos tratados de combinar moléculas de mil y una formas, aplicando una descarga eléctrica cual creadores de frankesteins... sin precisamente los resultados de la película.
"El problema es que no se pueden fabricar estos compuestos a la vez en un mismo sitio", aclara Sasselov. Como dijo Carl Sagan, "tenemos las notas, pero no la música". Su equipo, que como todo creador de vida sintética bebe de las investigaciones de Miller-Urey, tratan de hacer las cosas "de abajo a arriba". Es decir, a partir de los ladrillos químicos básicos ir generando estructuras más complejas.
A priori, si rebobinásemos la historia de la vida, podríamos ver las condiciones terrestres primordiales para recrearlas. El problemas es que, en palabras de Sasselov, "al dar otra vez el play, la película sería distinta". De ahí que pueda haber muchas maneras diferentes de que se formase la vida. Y, por tanto, en diferentes planetas, podría haber vida nacida desde condiciones iniciales que nada tienen que ver con las terrestres.
En la iniciativa Orígenes de la Vida han conseguido una especie de burbujas espontáneas con membrana que se comportan como células. Es el principio para que se puedan reproducir. Aunque está lejos de ser ARN, uno de los libros de instrucciones de la vida.
Para saber más:
D. Sasselov, The Life of Super-Earths: How the Hunt for Alien Worlds and Artificial Cells Will Revolutionize Life on Our Planet, Hachette, 2016
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