La historia de la ciencia está plagada de situaciones azarosas. En Atapuerca la naturaleza puso las condiciones para que el tiempo y la vida se fueran acumulando, en estado fósil, en esta sierra de Burgos. Pero no es fruto de la suerte que las cuevas de la sierra de Atapuerca -que albergan un muestrario de la vida a lo largo de cientos de miles de años- estén hoy reconocidas como Valor Universal Excepcional por la UNESCO, al mismo nivel que la Alhambra de Granada. Eso no es suerte, eso es fruto de mucho trabajo.
Un trabajo que se inició en 1976 cuando Trinidad de Torres, recopilando huesos de antiguas especies de osos en la Trinchera -la cicatriz que la construcción de un ferrocarril minero había abierto en la sierra décadas atrás-, dio con una mandíbula humana. El joven ingeniero llevó el descubrimiento a su director de tesis de la Universidad Complutense de Madrid, Emiliano Aguirre. El profesor lo clasificó como homo erectus, algo revolucionario en la historia de la evolución humana. Después resultó ser un homo heidelbergensis, un homínido dos capítulos posteriores en la evolución respecto al erectus.
El hallazgo dejó boquiabierto al joven arqueólogo Eudald Carbonell cuando en un congreso en Morella, Valencia, Emiliano Aguirre le enseño la mandíbula en una caja de zapatos. En ese momento la vida del joven arqueólogo quedó vinculada a Atapuerca. Eudald Carbonell es, junto con José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, director del proyecto científico de Atapuerca. Lleva 40 años dedicados a la exploración en la sierra y a la divulgación de sus descubrimientos.
Un periplo de cuatro décadas que ha recogido en Atapuerca. 40 años inmersos en el pasado, escrito por Carbonell y la periodista Rosa M. Tristán. Son 40 años desde que se involucró en el proyecto, los 40 años de la exploración oficial, la que emprendió el profesor Aguirre con fondos de Cultura no se inició hasta un año después. Emiliano Aguirre dirigió el proyecto desde 1978 hasta 1992, momento en el que cogieron las riendas los tres codirectores actuales.
Una vida entre fósiles
Eudald Carbonell no ha olvidado la primera vez que visitó la sierra. Aunque era recién licenciado ya tenía cierta experiencia en excavaciones y desde niño había estado preparándose para ser arqueólogo. “Intuí que Atapuerca iba a ser una cosa muy importante, así que pensé: de aquí yo sólo me voy con los pies por delante”, cuenta a El Independiente.
La lista de cosas importantes que ha vivido desde entonces en los yacimientos es muy larga: “Hemos hecho importantes aportaciones que han trastocado nuestro conocimiento, como que existe acumulación de cadáveres en rituales funerarios desde hace más de un millón de años, las pruebas de canibalismo de hace más de un millón de años o el ADN más antiguo secuenciado que ha permitido establecer nuestra relación con otras especies. Hay una serie de descubrimientos muy, muy relevantes”.
Hemos contribuido a poner orden científico en el árbol evolutivo
Cuatro décadas desenterrando secretos del pasado y publicando los descubrimientos en revistas científicas hacen que las cosas importantes se apilen al ritmo que se explota la mina de fósiles de la sierra.
El codirector considera que se han alcanzado varios hitos en este tiempo. “Hemos encontrado todas las especies de homínidos que han vivido en Europa, esto es algo que no ocurre normalmente. Es uno de esos descubrimientos que se hacen cada 100 años, y hemos contribuido a poner orden científico en el árbol evolutivo”.
En este sentido, la fama de Atapuerca ha “conseguido que la evolución humana entre como concepto social y haga partícipe a todos a todas las personas del país que se interesen por temas como por qué somos humanos”.
Pero hay un hito en el que hace especial hincapié: “La formación, nos hemos formado nosotros y hemos formado a muchísimos investigadores, cerca de mil, que ya son mejores que nosotros. Es una pieza fundamental del equipo de Atapuerca, hemos construido un equipo internacional que está formando ya otros equipos”. Con Atapuerca se creció, científicamente hablando, en España.
Ciencia en la Transición
La historia del proyecto de Atapuerca, es la historia de la modernización del país. La historia de España y la historia de la ciencia en España están muy ligadas en Atapuerca. “Con la transición política y la llegada de la democracia hay como una especie de conjunción entre cómo nuestro país entra en la democracia, cómo la democracia se consolida, cómo hay un poco más de dinero para la investigación y cómo, paralelamente, la gente joven volvemos de fuera para levantar las estructuras y desarrollar estrategias para hacer una ciencia moderna en España”, explica el codirector de Atapuerca.
Si los arqueólogos han revolucionado las teorías sobre la evolución humana superando la exploración de las capas de los yacimientos, los años han sido, en este proyecto, las marcas a superar por el reto de hacer ciencia en España. “Antes no había una red una ciencia estructurada, con programas de investigación, con publicaciones internacionales, con formación académica. No existía una red, una trama bien organizada para hacer investigación en España y yo pienso que Atapuerca contribuye de una manera importante en organizar, sobre todo lo que respecta a la evolución humana, y en organizar esta estructura de base que tiene mucha continuidad y que, por supuesto, ha colocado nuestro país en unos lugares muy importantes en la investigación en el mundo”.
Con la evolución del proyecto y los años se va creando, poco a poco, un tejido institucional científico que cuando en 1997 recibe el Príncipe de Asturias se multiplica. “Fue muy relevante, llegó en el momento que más lo necesitábamos, cuando nosotros ya teníamos el proyecto, Emiliano se había jubilado y era el momento perfecto. Fue necesario para consolidar todo, éramos jóvenes y, sin duda, hubo un antes y un después en nuestra relación con las administraciones. Pudimos recoger más dinero y esto hizo que cambiara la dinámica antes y después de recibir el galardón”.
Cambiar la prehistoria
Eudald Carbonell y sus compañeros de huesos de cuatro décadas de trabajo -los codirectores y los centenares de arqueólogos y trabajadores que han pasado por Atapuerca, han hecho historia, para ser más precisos, prehistoria. “De jóvenes muchos queríamos intervenir para cambiar la historia, pero es verdad que hemos contribuido, todo el equipo, estos años, a dar una visión más actualizada, más crítica y empíricamente contrastada de la prehistoria. Sí, modestamente, hemos contribuido a dar un cambio importante de lo que era la prehistoria cuando nosotros estábamos en la universidad”.
Contribuimos a romper esa idea ideológica y religiosa del sapiens elegido de una manera casi sobrenatural
El prehistoriador y geólogo recuerda que antes el homo sapiens era la especie consciente que lo ha había hecho todo, “pero nosotros encontramos una especie, con casi 500.000 años que ya acumulaba sus huesos de manera intencional, que ya cuidaba a sus crías y a sus enfermos… Contribuimos a demostrar que la humanización es un proceso que ha llevado centenares de miles de años, probablemente más de un millón y medio de años o dos, y contribuimos a romper esa idea ideológica y religiosa del sapiens elegido de una manera casi sobrenatural”.
Miguelón, un hallazgo único
Miguelón o Cráneo número 5 es la pieza estrella de los yacimientos de Atapuerca. Nunca se había encontrado un cráneo tan completo y bien conservado. Gracias a él la humanidad pudo ver por primera vez con claridad la cara de un Homo heidelbergensis. Miguelón era alto, ancho y corpulento. Utilizaba herramientas sofisticadas y conocía el fuego. Fue el predecesor de los neandertales. Hay fósiles originales de un puñado de estos seres en el Museo de la Evolución Humana, en Burgos. | Vídeo: A. Valenzuela y M. Viciosa
Mucha Atapuerca por delante
Los arqueólogos de Atapuerca, protagonistas de su propia revolución científica, son conscientes de que sus logros no son sino otra capa del conocimiento de la evolución humana. Queda mucho por desvelar, de la evolución, en general, y, de Atapuerca, en particular.
No hemos sacado probablemente en el 0,01% de lo que hay en realidad
“De este sistema de cuevas piensa que nosotros apenas hemos arañado el interior de la superficie de estos registros, no hemos sacado probablemente en el 0,01% de lo que hay en realidad. Nuestro peritaje ha sido labor de pioneros, estructurar equipos y dar a conocer esta secuencia, pero seguro que se encontrarán miles, decenas de miles de elementos de fauna y homínidos. Atapuerca es un lugar único. Todavía queda todo”, asegura después de todos estos años trabajando en los yacimientos.
En Atapuerca hay actualmente 10 yacimientos activos, apenas un 5% de los 200 descubiertos en la sierra en las últimas décadas. “ Quedan centenares de años de trabajo para exhumar lo que hay dentro”.
Este experto cree que no habrá variaciones en la a secuencia diacrónica que han fijado, “más allá de un millón y medio de años no vamos a encontrar nada”, mantiene. Pero sabe que en ciencia no hay nada definitivo, “cuando nosotros estudiábamos el yacimiento de Ouldavai [Tanzania] era el gran paradigma de la investigación en el mundo y era de un 1.800.000 años, el nuestro es tan sólo 300.000 años más moderno y toda una secuencia entera hasta nuestro días”.
A las sorpresas de las galerías de las cuevas de Atapuerca hay que añadir los avances tecnológicos: “piensa en la genética ¿quién iba pensar que se podría secuenciar ADN que nos dijera de quién éramos parientes, quienes fueron nuestras madres o analizar genéticamente restos de hace 300 o 400 mil años?”. Y concluye: “pienso que habrá muchos avances de tecnologías que permitirán inferir cosas que ahora ni nos planteamos”. La prehistoria tiene mucho futuro, y pasará por Atapuerca.
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