La ONG ecologista estadounidense Sea Shepherd ha difundido un vídeo sobre la caza de ballenas realizada por barcos japoneses en 2008. El vídeo estaba en posesión del gobierno australiano que se ha visto obligado a hacerlo público por orden judicial. Las imágenes grabadas por las autoridades australianas en la Antártida muestran como las ballenas son cazadas con arpones y arrastradas hacia el barco nipón, que las captura, supuestamente, con fines científicos.
"El Gobierno australiano ha suprimido estas imágenes por años. La principal razón que lo justificaba era que las imágenes de esta matanza horrible iba a dañar las relaciones diplomáticas con Japón", comentó el director gerente de Sea Shepherd Australia, Jeff Hansen, en un comunicado. "El Gobierno australiano eligió ponerse de lado de los cazadores furtivos en lugar de defender a las ballenas del Océano Antártico", recalcó Hansen tras la difusión de estas imágenes obtenidas a través del proceso de Libertad de Información junto a otras organizaciones ecologistas. Sea Shepherd asegura que la cacería de las ballenas se realizó en un santuario de cetáceos en donde son perseguidas hasta que estos mamíferos agotan sus energías para después dispararles arpones explosivos que envía metralla a través de su cuerpo sin dejarle capacidad de escapar. "Toma mucho tiempo hasta que muere la ballena. Es salvaje", sentenció.
Hasta octubre la japonesa había capturado 177 ballenas en el océano Pacífico, frente a la costa noreste del archipiélago, Japón mantiene que el objetivo de la captura de estas ballenas es contribuir a la gestión de los recursos marítimos a partir del análisis del contenido de sus estómagos, cuyos resultados serán transmitidos a la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) dictaminó en 2014 que el programa japonés de pesca de ballenas en el océano Antártico no era legal al no ajustarse a los "fines científicos" establecidos por la Comisión Ballenera Internacional para poder llevar a cabo este tipo de prácticas. Japón detuvo la caza de ballenas en la Antártida durante unos meses hasta que a finales de 2016 lo retomó tras introducir cambios en el programa, incluida una reducción en el volumen de capturas.
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