Y si la Gran vía fuera un amasijo de escombros? ¿Y si vieras tu casa hecha cenizas? ¿Y si la Rambla de Barcelona fuera una calle desierta perforada por los obuses? Para Iyad Rahwan, profesor sirio en el MIT Media Lab, no fue un ejercicio de imaginación. A su trabajo en Boston le llegó un vídeo, a vista de dron, en que se observaba cómo la casa de su madre había volado por los aires. Por suerte, se había salvado y estaba en Dubái. Pero aquello le impactó. Y se dio cuenta de hasta qué punto una imagen a la medida de quien la observa –como su casa materna– puede disparar la empatía con un conflicto como el que vivía su propia familia.
Bajo esos planteamientos funciona la primera inteligencia artificial que reconstruye escenas para empatizar con población refugiada. El proyecto se llama Deep Empathy (Empatía Profunda, en un juego de palabras con el término deep learning, aprendizaje profundo). Entre sus creadores, un buen amigo del profesor Rahwan: Manuel Cebrián. El mismo que creó a la narradora de terror Shelley. Esta red neuronal artificial pretende hacer lo que cualquier artista ha hecho siempre: agitar las emociones del espectador. Con un matiz: en un futuro podría crear arte personalizado para "generar impactos a la medida de la psicología del receptor", señala el investigador desde Boston, en conversación con El Independiente.
Deep Empathy comprende las características de los barrios sirios afectados por conflictos, y luego simula cómo se verían las ciudades de todo el mundo en medio de un conflicto similar. La máquina ha aprendido, hasta la fecha, a reconocer ventanas, coches, árboles, etc. en determinadas escenas. Luego, las casa con otras estampas sirias como las de Homs, trasladando esos elementos semidestruidos a la imagen original. Le pasa un filtro, "como una paleta de Antonio López", virada al amarillento y el resultado es un Londres, Boston o Tokio en guerra."Empezamos a pensar si se podía personalizar esa experiencia. La idea es que, al final, puedas poner tu código postal y ver destruida tu calle o tu cafetería", apunta Cebrián.
Gracias al deep learning la máquina “aprende estructuras muy complejas y las transfiere de una imagen a otra. Hemos visto antes ejemplos aplicados al arte: tomar el estilo de Van Gogh y lo aplicas a una foto tuya. Pero eso no es lo mismo que trasladar algo destruido a algo que no. El realismo es importante para la empatía. Al principio, no lo resolvía muy bien”, rememora Cebrián.
El test de la empatía
Deep Empathy está aún aprendiendo. Por ello, quien visita la web puede someterse a un test de empatía. Se le muestran unas imágenes de Siria en pares y se le pregunta cuál de ellas le sirve para empatizar mejor. "El test puede resultar extraño al espectador", reconoce Cebrián. Las imágenes mostradas en la prueba, a priori, no tienen carga emocional. "La empatía es un poco gaseosa. Si te pasas, se te va. Si te quedas corto, no entras", señala. "Entre una escena sangrienta y otra vacía, hay ciertas imágenes que te hacen entender a los demás porque conectan con algo que está en tu cerebro". Ahora se aprestan a descubrir qué. Se trata de que la inteligencia artificial nos cuente algo nuevo sobre los mecanismos humanos de la empatía, "de si es diferente para cada persona, cultura, etc. o hay un hilo común". El test, por ahora, no va a decirte cuán empático eres.
En todo el mundo, 50 millones de menores han migrado por la guerra a otros países o han sido desplazados por la fuerza dentro de sus propios países. Sólo en Siria, los seis años de conflicto han afectado a más de 13,5 millones de personas.
Cifras. Los humanos empatizamos relativamente mal con ellas. Lo hacemos mejor con las imágenes. ¿Y las máquinas? Los tecnólogos, a través de herramientas como la inteligencia artificial, tienen oportunidades para ayudar a las personas a ver las cosas de manera diferente.
El caso de la foto del niño Ailan Kurdi es un punto de partida. ¿Podría una máquina detectar lo simbólico y emocional que hay tras esa instantánea para empalizar con el drama sirio de manera global?
El psicólogo Paul Slovic demostró en 2007 que las personas se vuelven "indiferentes a las situaciones difíciles individuales" en los desastres y atrocidades a gran escala. Las estadísticas que rodean dichos eventos "no logran despertar emoción o sentimiento y, por lo tanto, no motivan la acción". Y justo en 2007, la inteligencia artificial fue lo suficientemente potente como para empezar a manejar emociones humanas, de ahí el interés de este proyecto del MIT. ¿Su aplicación? "Claramente humanitaria".
Inteligencia artificial humanitaria
Desde la web de Deep Empathy se pueden realizar donativos a Unicef. Cebrián, con buenos amigos en esta agencia de las Naciones Unidas, señala que “están muy interesados en acortar el tiempo entre que sucede un problema y se les envía ayuda”. La empatía ahí resulta crucial. “Serían campañas en tiempo real, ver el dolor del mundo en tiempo real”. Si ésta se puede automatizar y personalizar, la inteligencia artificial puede ser una aliada más efectiva que el clásico “manda un SMS al XXXX con la palabra AYUDA”.
¿Podemos monitorizar el dolor del mundo en tiempo real para crear campañas humanitarias más efectivas?
Estas fechas, el equipo de Cebrián echa el resto con este proyecto. “La Navidad es la época en que los americanos se vuelcan”. En unos meses se empezarán a ver los resultados.
“La parte más poética de esto es que la inteligencia artificial se ve como fuerza deshumanizadora. Parece que estamos entrando en una nueva fase, parece que no nos entendemos entre nosotros, pero quizás podamos entendernos con las máquinas”. Y ahí jugarían un papel amalgaman con las emociones humanas para reconectarnos, señala el investigador.
“Soy optimista. Puede que la inteligencia artificial nos haga interesarnos más por los otros. Nos puede conectar con otras personas, porque [la conexión] es un problema computacional, la empatía es la argamasa de la condición humana”. Las máquinas empiezan a sentir la condición humana.
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