Quién ha encendido la radio ahí arriba? Esa pregunta llevan haciéndose hace más de una década un grupo de astrónomos entre los que se encuentra el español Benito Marcote. Este astrofísico cántabro mira junto a sus colegas los cielos en busca de señales de radio de misteriosa procedencia. Son herederos espirituales de la astrónoma Jocelyn Bell, la mujer que descubrió el primero de estos ecos, al que bautizó como la "señal de los hombrecillos verdes" en 1967.
"Gracias a eso, Bell descubrió los púlsares (cadáveres de estrellas que giran muy rápido)", recuerda Marcote en conversación con El Independiente desde el Instituto VLBI ERIC de Dwingeloo, Holanda. "Nosotros estamos centrados en una señal muy reciente (llamada FBR 121102)". Fue el 23 de agosto de 2016 cuando el radio observatorio de Karl G. Jansky de Nuevo México (EEUU) detectó un rápido estallido.
De entre todos los descubiertos en el último decenio, éste es el único que se ha repetido. Por eso se lanzaron a cazar su origen con 5 antenas situadas en África, Asia, América y Europa (dos en España). "Vimos que viene de fuera de nuestra galaxia". Escurridiza misión, porque no se deja (literalmente) ver. "Se han detectado en ondas de radio, pero nada más; no hemos visto ni luz normal, ni rayos x o rayos gamma y hemos mirado en todos los telescopios posibles", afirma Marcote, quien añade que la galaxia de procedencia es bastante más pequeña que la nuestra.
Púlsar parece, pero no puede ser
¿Se había encontrado este equipo otros púlsares como los de Bell? "Se parecen, el problema es que los púlsares actúan como un reloj, son muy estables y durante años llegan señales cada segundo", sentencia Marcote.
FBR 121102 y los anteriores estallidos "se producen una vez o de vez en cuando. Se pensó que podían ser estrellas de neutrones (púlsares), pero había muchas cuestiones pendientes. Además, como están lejos, deberían ser hasta 10.000 veces más brillantes que cualquier púlsar conocido". En suma, ya nos habríamos dado cuenta. Y estas misterioras señales de radio son discretas, efímeras y oscuras.
Este 11 de enero, la revista Nature ha dedicado su portada a los avances en torno a la enigmática señal de radio FBR 121102. El hecho de que la señal llegue polarizada (vibrando de una determinada forma) da una pista muy valiosa: eso sólo se produce "cerca de un agujero negro en su respectiva galaxia".
Los púlsares, como los agujeros negros, también tienen una enorme densidad y, con ello, atraen todo lo que se les acerca con enorme fuerza. Pero la luz puede escapar de esa atracción, a diferencia de un agujero negro, que es lo que suele haber en el centro de las galaxias y las pone a bailar.
Por el momento, esta teoría sólo explica este estallido concreto. Los demás se nos escapan. Las observaciones por ondas gravitacionales, por ahora, no nos van a ayudar para este particular. Algo parecido a lo ocurrido con el estallido de rayos gamma procedente de la kilonova descubierta el pasado agosto.
Seguramente no lo causen objetos nuevos para la astronomía, como sí le pasó a Jocelyn Bell. Pero tampoco pequeños hombres verdes.
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