Ciencia y Tecnología

Excálibur, la enigmática bifaz roja

Recreación artística de la ofrenda de Excálibur | MEH

Hace medio millón de años un humano talló una bifaz especial, grande, roja, de belleza incontestable. Acabó en una extraña cueva de entrada vertical, como un profundo pozo. Allí permaneció hasta que la halló el equipo de paleontólogos de Atapuerca en 1998 entre los restos fósiles de unos 30 individuos. En Cajas de Ciencia os contamos detalles sobre esta bifaz tan única que se nombró como la espada legendaria, Excálibur.

La talla era muy refinada, probablemente fue hecha por un experto. Formaba parte de un hacha de mano que nunca fue utilizada. Si queréis ver la enigmática herramienta reposa en el Museo de la Evolución Humana (Burgos).

La cueva vertical con una caída de 13 metros es hoy el yacimiento de la Sima de los Huesos. Allí se han hallado también restos algún zorros, leones y de unos 180 osos, que probablemente caían desorientados cuando buscaban refugio para hibernar. En aquellos tiempos los sapiens aún no existíamos. Los cadáveres humanos hallados son de Homo heilderbergensis, como estos:

Los científicos creen que sus compañeros lanzaban allí los cadáveres por algún motivo especial. Era un lugar recogido, oscuro, lleno de paz. Los depredadores no podían devorarlos. Se baraja la posibilidad de que fuera uno de los primeros ritos funerarios y que Excálibur era una ofrenda.

Excálibur era distinta a las piezas encontradas habitualmente por la zona. Estaba hecha de cuarcita roja, que no hay en Atapuerca. Para conseguir el mineral había que desplazarse más allá de la sierra. Quizá la trajo un explorador o un extraño que llegó a la tribu desde lugares lejanos.

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