Hace 66 millones de años, algo pasó en la Tierra que la transformó para siempre. Además de acabar con los dinosaurios, provocó una crisis ambiental que alteró los ecosistemas pero, también, la morfología del planeta. Desde hace tres años se debate si fue sólo la caída de un meteorito lo que marcó el fin del Cretácico. Ahora, un equipo internacional vuelve a poner sobre la mesa el papel del vulcanismo, particularmente en la India, pero en combinación con la caída del famoso meteorito o asteroide mexicano de Chicxulub.
La investigación, publicada en Science Advances, señala cambios en la fuerza de la gravedad sobre el lecho oceánico. Durante un tiempo, estuvieron formándose volcanes submarinos con mayores volúmenes de magma a lo largo de las crestas que marcan los límites de las placas tectónicas. En realidad, supone una revisión y puesta a punto de una teoría muy discutida planteada por la paleontóloga Gerta Keller, de la Universidad de Princeton. Su tesis es que el meteorito responsable del cráter Chicxulub impactó 300.000 años antes de producirse la gran extinción. Fue entonces cuando nació la teoría alternativa del vulcanismo. Sin embargo, un estudio posterior de la Univerdidad de Leeds publicado en Nature Geoscience demostró que las erupciones tendrían que haberse prolongado durante cientos de años para causar, por sí solas, una extinción masiva.
El estudio publicado este miércoles combina las dos teorías. Esa actividad de los volcanes coincide con la caída del meteorito de Chicxulub, aunque ya se había iniciado antes. El autor principal, Joseph Byrnes, de la Universidad de Oregón, cree que "esta actividad volcánica global probablemente fue desencadenada por fuertes ondas sísmicas radiadas desde el sitio de impacto del meteorito. Posteriormente, el vulcanismo acelerado habría estado activo durante la extinción masiva de los dinosaurios no aviares del mundo".
Un derrame masivo de basalto registrado en la región del Decán, en la India, ha estado en el debate sobre la extinción desde hace años. Se sabe que los eventos volcánicos a tal escala causan perturbaciones catastróficas en el clima de la Tierra. Cuando suceden, a menudo están vinculados a extinciones en masa.
Los métodos de datación progresivamente más precisos indican que, mientras las erupciones de Decán estuvieron activas durante la extinción masiva, en realidad comenzaron "significativamente antes del impacto de Chicxulub", señala Leif Karlstrom, profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Oregón y coautor del estudio con Byrnes.
El meteorito está estrechamente alineado en el tiempo con el inicio de la extinción masiva de los dinosaurios, lo que parece indicar un papel dominante. Aún así, la casi coincidencia en el tiempo de tales eventos globalmente catastróficos continúa dentro del debate. Los científicos calculan que el meteorito o asteroide golpeó la Tierra con una fuerza mil millones de veces mayor a la de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Todo esto tampoco es del todo nuevo y se remonta a 2015, cuando investigadores de la Universidad de California-Berkeley propusieron que los dos eventos estuvieron conectados. Sugirieron que Chixculub pudo haber modulado el vulcanismo distante enviando ondas sísmicas a través de la Tierra y acelerando la actividad volcánica en Decán. Los investigadores de Oregón añaden nuevas pruebas y una nueva metodología.
El nuevo estudio agrega otra página a la historia. Sugiere que el asteroide activó otra actividad volcánica en todo el mundo. "Nuestro trabajo sugiere una conexión entre estos eventos sumamente raros y catastróficos, distribuidos en todo el planeta", señala el doctor Leif Karlstrom. "El impacto del meteorito pudo haber influido en las erupciones volcánicas que ya estaban ocurriendo, lo que provocó un doble golpe" a los ecosistemas.
Paleo-bigdata
Los hallazgos surgieron cuando Byrnes, investigador postdoctoral en la Universidad de Minnesota, descubrió las pruebas de actividad volcánica mediante el análisis de datos mundiales disponibles públicamente, incluidos dos actualizados en la última década, sobre la gravedad del aire libre, la topografía de los fondos oceánicos y las tasas de dispersión tectónica.
En sus análisis, Byrnes dividió el lecho marino en grupos de un millón de años, construyendo un registro de hace 100 millones de años. En alrededor de 66 millones de años, encontró pruebas de un "pulso de magma marina de vida corta" a lo largo de antiguas crestas oceánicas. Este pulso es sugerido por un pico en la tasa de ocurrencia de anomalías gravitacionales de aire libre observadas en el conjunto de datos.
El exceso de materia en el fondo del océano, como el nuevo magma, es una causa principal de anomalías elevadas de la gravedad marina. Byrnes y Karlstrom encontraron cambios en las anomalías de gravedad de aire libre de entre 5 y 20 miligramos asociados con el fondo marino creado en el primer millón de años después del meteoro.
"Encontramos la prueba de un periodo previamente desconocido de actividad volcánica globalmente ponderada durante el evento de extinción en masa", dijo Byrnes. "Este estudio no dice precisamente que esta actividad volcánica es lo que mató a los dinosaurios. Lo que estamos agregando al debate es información sobre la actividad volcánica mundial durante la conocida crisis ambiental".
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