Nadie tiene claro qué hay en el interior de Júpiter. Sabemos que es un gigante gaseoso. No está claro que haya roca en lo más hondo. Pero la Misión Juno no para de abrir preguntas, más que dar respuestas cerradas. Ahora nos ofrece una infernal fotografía de su polo sur, donde en amarillo se aprecian las zonas de más calor procedente de su interior. Las más oscuras son las que tienen nubes más opacas y dejan escapar menos. ¿Qué pasa dentro de él para que su atmósfera se comporte así?
Cuarto artículos publicados esta semana en Nature tratan de acercarse a sus entrañas de la mano de la sonda Juno. Para empezar, en su superficie se generan recurrentes remolinos con un mismo patrón. Según su investigador principal, Alberto Adriani, se sabe que hay ocho ciclones en el norte que giran alrededor de uno mayor. En el sur, cinco. Lo verdaderamente raro es que están ahí, sin mezclarse entre sí, como sería previsible u ocurre en una atmósfera como la terrestre. Para saber más es necesario mirar al interior.
Vientos a 3.000 km de profundidad
Luciano Iess y sus colegas se han centrado en el campo gravitatorio de Júpiter, que se sabe que varía de polo a polo. Los autores muestran que esta asimetría norte-sur, que es inesperada para un planeta que gira tan rápido y es achatado por los polos, tiene que ver con los flujos de viento atmosféricos y de su interior. Porque otra de las conclusiones es que dentro de Júpiter, en sus entrañas, también hay vientos. Nada menos que a 3.000 kilómetros de profundidad, por debajo del nivel de sus nubes.
Hemos visto muchas veces ese Júpiter de superficie nubosa rayada, con su característico ojo, que no es sino una enorme tormenta que ya dura 300 años. Pero eso no es más que el 1% de toda su masa. Al parecer, según otro estudio de Tristan Guillot, ahí debajo podría haber un fluido de hidrógeno y helio que, en realidad, se comporta en su rotación como un solido.
Comparaciones con Saturno
Todas estas conclusiones se han sacado no porque se haya introducido una cámara o se haya hecho una cala y cata de su interior. El movimiento de la sonda Juno permite observar cómo varía la gravedad en distintas partes del planeta. Esos datos, combinados con la emisión de luz infrarroja del planeta (la que vemos en la foto infernal), permiten radiografiar mejor un planeta que guarda ciertas similitudes con el otro gigante de nuestro sistema solar: Saturno.
“Si pudiéramos juntar una imagen física consistente para la dinámica interior de Saturno y de Júpiter, se podría avanzar en la consolidación de nuestra comprensión de la dinámica interna de esta clase de planetas gigantes gaseosos”, señala Jonathan Fortney. Una oportunidad para los gigas y gigas de datos que quedan por procesar tras el épico fin de la Misión Cassini al planeta de los anillos.
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