El coche volador es el sueño perenne de las fantasías futuristas desde hace más de un siglo y una necesidad imperante en la realidad actual. En 2050 seremos más de 9.000 millones de personas en el mundo y el 70% vivirá en las urbes. La movilidad en las próximas junglas de asfalto es un reto aún por resolver. Los coches voladores han dado un acelerón y se perfilan como una opción sólida para resolver el atasco. El año que viene es más que probable que los primeros diseños hagan rugir su motor, desplieguen sus hélices y surquen el cielo urbano.
Rojo, tres ruedas, estilo deportivo, biplaza y con aspecto de bala. Así es el coche volador PAL-V Liberty. Ya ha recorrido los cielos con sus hélices de giroplano a 180 kilómetros por hora en horizontal. Esta semana la empresa holandesa PAL V ha presentado al mundo el primer modelo de producción en el Geneva Motor Show, en Suiza. “El modelo de producción es el momento de la verdad, cuando el muro entre la ficción y la realidad es derribado. Es la última etapa en el proceso de I+D antes de comenzar la entrega y la plena producción”, anunciaba el consejero delegado Robert Dingemanse tras 20 años de desarrollo.
En 2019 se entregarán las llaves de los primeros coches voladores. Casi están en fase de producción
El bólido ya tiene la certificación de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), la Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA) y cumple con los estándares necesarios para circular por carretera. Dingemanse asegura que en 2019 entregarán las llaves a los compradores.
Otro de los coches voladores más avanzados es Aeromobil. Lo ha diseñado el eslovaco Stefan Klein. Hay dos modelos, uno biplaza y otro para cuatro pasajeros. Alcanza los 160 kilómetros por hora en suelo y los 360 en aire. Su aspecto es el de un coche deportivo cuando va por carretera. Puede pasar del asfalto a los cielos en tres minutos, lo que tardan las alas y la cola en desplegarse de la carrocería, poner en marcha sus motores y elevarse. En 2020 saldrán a la venta.
Lo cierto es que estos inminentes coches voladores poco se parecen a un coche y sí mucho a una avioneta. El término irrita a ingenieros como Mark Moore, de la NASA que fichó por Uber para inventar el taxi volador. “No es un coche volador”, subraya, aunque para el imaginario colectivo es y siempre será uno. Él está desarrollando el vehículo eléctrico volador con la empresa Bell Helicopter para Uber, que continúa con sus planes de revolución del transporte urbano a pesar del revés de esta semana –uno de sus coches de reparto autónomos atropelló y mató a un ciclista–. Esta vez quiere desarrollar un sistema de vehículos aéreos de alquiler, UberAIR, que espera tener operativo en 2020.
A principios de año desvelaron en el Consumer Electronics Show el aspecto de la cabina. El sistema de propulsión aún permanece en secreto, pero sí han explicado que está basado en hélices y se acoplará en el momento de iniciar el vuelo. Despegará y aterrizará en vertical como los helicópteros.
Airbus también están trabajando en este tipo de artefactos voladores junto a Audi. Su coche volador se llama Vahana. Es eléctrico y autónomo. El pasajero no tiene que conducir; tan solo ha de montarse y dejarse llevar al punto de destino fijado. El mes pasado hizo su primer vuelo de prueba. Se elevó 5 metros durante 53 segundos.
El otro modelo en el que trabaja la empresa aeronáutica junto al estudio de diseño Italdesign es Pop.up. Este vehículo no solo circulará por tierra y por aire, también podrá utilizar el Hyperloop, el transporte mediante levitación magnética, idea de Elon Musk, en plena construcción. Es una cabina ligera, hecha de fibra de carbono, preparada para levitar en el tubo. Para volar se acoplan unas hélices autónomas y eléctricas que la elevan y transportan. Para circular por tierra la cabina se inserta en unas ruedas.
La alemana Lilium también superó recientemente el primer vuelo de prueba de su coche eléctrico volador. Su despegue y aterrizaje es vertical. Vuela con 36 motores eléctricos colocados en las alas.
Todos estos modelos en desarrollo se unen a los modelos primitivos que lanzaron visionarios como Felix Longobardi, que en 1918 patentó un artilugio que funcionaba como coche volador, lancha y submarino. Su invento estaba pensado para el ejército, pero no prosperó. O Moulton B. Taylor, que patentó en 1952 el Aerocar. El modelo se hizo muy conocido porque el actor Robert Cummings lo utilizaba en la serie de televisión The Bob Cummings Show. Con tanta insistencia a lo largo de la historia, tarde o temprano, el coche empezará a volar.
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