La corriente del Golfo, una corriente oceánica que desplaza una gran masa de agua cálida procedente del golfo de México y que se dirige al Atlántico Norte vital para la redistribución de calor del sur al norte, ha disminuido un 15% desde la última mitad del siglo XX. Así se desprende de una investigación internacional en la que participa la Universidad Complutense de Madrid publicada en Nature. El cambio climático causado por el hombre es el principal sospechoso de este debilitamiento que puede tener efectos importantes, especialmente en el clima Europeo.
Esta disminución en la corriente del Golfo o circulación meridiana del océano Atlántico, como se llama indistintamente al fenómeno de la redistribución de calor del sur al norte, ha sido registrada por una investigación internacional en la que participa la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y que acaba de publicarse en Nature.
Este trabajo logra registrar el mayor debilitamiento de la circulación meridiana del Atlántico en los últimos mil años
“Analizamos datos y modelos de muy alta resolución que demuestran que hay un patrón de temperaturas en el Atlántico que deja claro que la circulación del océano en el atlántico ha disminuido”, indica Alexander Robinson, coautor del estudio, investigador de la facultad de Ciencias Físicas de la UCM y del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM).
Este trabajo logra registrar el mayor debilitamiento de la circulación meridiana del Atlántico en los últimos mil años a partir del análisis de la temperatura de la superficie del océano con los datos desde el siglo XIX y de los modelos de alta complejidad.
"Detectamos un patrón específico de enfriamiento oceánico al sur de Groenlandia y un calentamiento inusual frente a las costas de Estados Unidos, que es muy característico para la desaceleración del derrumbe del Atlántico, también conocido como Gulf Stream System [corriente del Golfo]", destaca Levke Caesar, autor principal e investigador del Instituto Potsdam para la Investigación de Impacto Climático (PIK).
Los océanos en todo el mundo se han calentado significativamente desde el comienzo de la industrialización en 1870, en los últimos 100 años, esto se debe al calentamiento global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre. Sin embargo, desde la década de 1950, este estudio ha observado un calentamiento extremo de las aguas cercanas a la parte norte de la costa atlántica de los EE.UU. Y, en marcado contraste con la tendencia mundial, el enfriamiento del Atlántico norte cerca de Groenlandia. "Es prácticamente como una huella dactilar de un debilitamiento de la circulación que trastorna el Atlántico", dice Levke Caesar del Instituto de Investigación de Impacto Climático de Potsdam, autor principal del artículo publicado ahora en Nature. El Sistema de la Corriente del Golfo, trae aguas cálidas del sur hacia el norte, donde se hunde en las profundidades y transporta agua fría del norte al sur. Un debilitamiento de esta gran circulación oceánica puede tener efectos generalizados y potencialmente disruptivos.
Menos densidad
Durante décadas, los científicos han estudiado esta redistribución de temperaturas pero, aunque las simulaciones numéricas ya predecían este debilitamiento, no ha sido hasta ahora cuando se puede ofrecer “la evidencia más sólida hasta la fecha", según Stefan Rahmstorf, también investigador del Instituto Potsdam.
Los resultados apuntan como principal sospechoso a un fenómeno que a nadie sorprende. “El cambio climático antropogénico es la causa más probable de este debilitamiento”, apunta el investigador de la UCM. La circulación meridiana se activa por un gradiente de densidad en el agua: cuando las aguas saladas y cálidas de latitudes bajas pierden temperatura, van ganando densidad y cuando llegan al Atlántico norte descienden al fondo del mar.
La subida de temperaturas en el hemisferio norte, fruto del cambio climático, reducen la densidad del agua en la superficie y con ella la circulación. Además, la fusión de hielo en Groenlandia y los glaciares también disminuye esa densidad. “Simulaciones del futuro bajo cambio climático enseñan un potencial colapso completo de esta circulación”, adelanta Robinson.
Además de la UCM, el IGEO y el PIK, en el estudio participan las Universidades de Postdam (Alemania) y Atenas (Grecia) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, entre otras.
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