El cáncer plantea casi siempre una pregunta con el optimismo encerrado en ella: ¿cuándo se convertirá en una enfermedad crónica? Asumimos que eso ocurrirá, como le ocurrió en buena medida al sida. Pero "las cosas no funcionan así", dice paradójicamente el hombre que en los últimos años ha devuelto la esperanza a la lucha del organismo contra el cáncer. Un biólogo que lo ha conocido en su propio cuerpo tres veces.
A James P. Allison (Alice, EE.UU., 1948) le debemos el primer medicamento que hace que las defensas de un paciente ataquen a las células de un tumor, con control, para no arrasar a las funcionales. Hoy el melanoma o el cáncer de pulmón se pueden curar con tasas muy decentes. "Con otros, con menos mutaciones, no hemos tenido éxito", asegura a El Independiente en su visita a Madrid para recoger el Premio Fronteras del Conocimiento de Biomedicina FBBVA. Para este hombre, que nos recibe con una corbata estampada con anticuerpos, hay dos límites a la lucha contra el cáncer: la investigación básica pendiente y Donald Trump.
Así funciona una batalla contra células malignas por parte de los robocops del organismo: las células T (CTL / CD8). Y así trabaja el doctor Allison, al que descubrimos tocando la armónica con su grupo de música country. | Vídeo: M. Viciosa, Nature
"La historia de la lucha contra el cáncer está llena de altibajos", explica. "La idea de que sea tu propio cuerpo el que luche contra el cáncer viene de Paul Ehrlich, en 1906. Pero no se empezó a ensayar hasta los años setenta del siglo XX". Por aquel tiempo hubo un boom de investigaciones y la esperanza se desató. Se habló por primera vez de una vacuna contra el cáncer. "Atacar a un tumor con células tratadas con antígenos para desatar una respuesta de las células T del cuerpo (son un tipo de defensas) no terminó de funcionar: primero, porque realmente no se sabía cómo vacunar terapéuticamente, y luego porque al hacer crecer las células T terminaban por ser muy tóxicas (ver vídeo). Así que aquel camino languideció". Hasta que llegó él.
James Allison perdió a su madre cuando apenas él tenía 11 años. Después murió su hermano y dos de sus tíos. El cáncer se los había llevado por delante. Reconoce que fue motivación suficiente para ponerse a indagar sobre tumores que, sin embargo, nunca ha tenido interés en combatir directamente.
Allison, o salvarse a sí mismo del cáncer
"La investigación básica es clave. Aquello falló porque faltaba conocer qué pasaba a nivel molecular en el sistema inmune. Algo desconectaba a las células que tenían que atacar al tumor”, recuerda. Ahora, gracias a sus investigaciones, iniciadas en los años noventa, lo sabemos. “Llevó décadas probarlo en el primer animal (1994) y no fue hasta 2001 que se hicieron los primeros ensayos clínicos en humanos”.
Hoy, cánceres con un pronóstico de vida de menos de un año llevan a sus pacientes tratados a vivir más de una década, lo cual ha permitido a Allison conocer a gente a la que sus investigaciones han salvado la vida. “Yo mismo he tenido cáncer”, recuerda, uno de próstata, un melanoma y uno de vejiga tratado con su propia inmunoterapia que ha funcionado. “Un día, cuando iba a un reconocimiento en el MD Anderson Center donde además trabajo, vi a un hombre que no paraba de mirarme. Se acercó. Me dijo Doctor Allison, su medicina salvó a mi mujer del melanoma. ¿Por qué está usted aquí? Yo le respondí: melanoma. Supongo que pensó que aquello era bastante chocante. Pero cualquiera puede tener cáncer. Por fortuna, tanto el mío como el de su mujer pudieron ser eliminados”.
Su historia es complicada, “como la vida; la vida es complicada, las células son complicadas y tienes que descubrir antes sus secretos. La gente quiere resultados inmediatos”. Y los políticos. Para Allison, estos son los dos principales obstáculos que encuentra la lucha contra el cáncer: la falta de investigación básica y el desinterés de las administraciones.
“En Estados Unidos, actualmente, tenemos un presidente que básicamente no acepta la ciencia en modo alguno, que no ha nombrado ni un solo consejero científico, no toma decisiones porque dice que la ciencia no debe estar dentro de la política. Sólo espero que los legisladores paren esto”.
Antivacunas y antifarmas contra la vacuna del cáncer
¿No hay un tercer peligro? ¿Los rumores? En el fondo, Allison trabaja en algo parecido a una vacuna contra el cáncer. El movimiento antivacunas ha conseguido amenazar algunos calendarios de vacunación en el mundo y ha hecho reaparecer enfermedades erradicadas.
"Caprichos" del primer mundo. En países menos desarrollados, la ausencia de vacunas no es una elección. Allison reconoce que, respecto al cáncer, la inmunoterapia no es precisamente barata. "El problema es el dinero, aquí y en todas partes. La industria farmacéutica hace mucho por desarrollar medicamentos y llevarlos a la gente. Evidentemente, ellas también tiran del conocimiento desarrollado durante décadas de ciencia básica en pequeños centros de investigación y universidades. Evidentemente, ahí ellas no se van a meter, ellas tienen que sacar un beneficio. No es que las farmas sean el mal o sean cortoplacistas. Es que no es su trabajo".
Las farmas hace mucho por desarrollar medicamentos y eso es caro, pero también tiran de investigación básica externa
Hubo muchísimos ensayos clínicos al principio. Incluso ahora. Para Allison, demasiados, lo cual encarece el producto final. Se midió mal su eficacia al principio, ya que este no era un medicamento contra el cáncer en sí. Sino un estimulador y regulador del sistema inmunitario.
Allison reconoce que el acceso a terapias en países en vías de desarrollo es un problema que espera que poco a poco se vaya reduciendo según se escalen las producciones de medicamentos. En Estados Unidos, hace hincapié en cómo el gobierno Trump ha tratado de desmantelar el sistema asistencial, de forma que mucha gente no podrá "pagarse las combinaciones de medicamentos" que propone la inmunoterapia. La buena noticia es que, a la larga, estos tratamientos son más baratos que los convencionales.
Una vez más, optimismo contenido. "Hay cánceres que se curarán". Otros, se resisten. Particularmente, aquellos que están basados en pocas mutaciones. Son menos evidentes para esos robocops del organismo que velan por que las células cancerosas no campen a sus anchas. "Pero, sí. Soy optimista. No te diré que esté plenamente confiado, pero estamos investigando muy intensivamente las bases inmunológicas; una vez las entendamos, podremos racionalmente diseñar estrategias para abordarlos".
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