El del domingo no será el último cambio de hora

Hace un par de meses, parecía que no iba a haber cambio de hora este próximo 28 de octubre. La Comisión Europea recogía el guante lanzado por la ciudadanía en una consulta en que los nórdicos y alemanes votaban aplastantemente contra el horario de invierno. Pero Bruselas tiene sus tiempos y los estados también tienen que decidir. Por lo pronto, la Comisión recordaba esta semana que la modificación de la directiva que obliga al doble cambio anual no se hará hasta 2019. ¿Qué significa eso a efectos prácticos?

Primero, que como siempre en octubre, a las 3 serán otra vez las 2 de la madrugada del sábado al domingo. Dormiremos (si queremos) una hora más.

Segundo. Los estados volverán a cambiar los relojes en primavera. Nadie discute volver al horario de verano en 2019. La clave será ver qué hace cada estado después. Tendrá libertad para mantenerse o no en su huso horario, que es otra cosa, aunque con iguales consecuencias. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ya dijo que prefería que fuese una decisión coordinada entre los distintos miembros. Pero España se lo está pensando.

Según el Ministerio para la Transición Ecológica, dado el debate que suscita la cuestión en amplios colectivos sociales, en los últimos años se han realizado varios informes que han tenido en cuenta no sólo aspectos relacionados con el posible ahorro de energía, sino "cuestiones relacionadas con la necesidad de armonización de horarios, la seguridad vial, las condiciones de trabajo, las repercusiones sobre la salud, etcétera".

Un Comité de Expertos, liderado por la Secretaría de Estado de Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, analiza los factores a favor y en contra del cambio horario y el impacto que tendría la decisión de adoptar de forma permanente el horario de invierno o de verano. Los resultados "serán tenidos en cuenta por el Gobierno para tomar la decisión sobre el huso horario que España tendrá que adoptar de forma permanente en el año 2019", para el que se tratará de buscar el consenso de todos los grupos parlamentarios. Si España toma la decisión de pasarse al huso de Portugal, tendrá que hacer un tercer cambio de hora: el de octubre de 2019. Y, claro está, decidir si arrastra a Canarias o la deja como está –lo más probable–, abandonando la coletilla de la hora menos.

El eterno debate del huso equivocado

España geográficamente está ubicada en el uso GMT+1 coincidiendo con la mayor parte de Europa, excepto Reino Unido, Irlanda y Portugal, que se mantienen en el UTC/GMT+0. Esta adscripción de huso es la que marca desde 1940 la hora oficial española, adelantada en 60 minutos a la hora universal (UTC). ¿Es un huso que no le corresponde? Hay quien dice que no, que fue una decisión política de Franco para ir, tras la guerra, con la hora de la entonces amiga Alemania. Hay quien dice que eso no se sostiene astronómicamente, pues la tierra es esférica y no hay tanta diferencia entre la hora del amanecer de una ciudad como Madrid y la de Berlín. Más que el huso horario y la posición respecto al meridiano, hay que fijarse en la latitud (hay capitales nórdicas que no llegan a las 6 horas de luz solar por jornada en invierno; las que masivamente votaron a favor del horario de verano).

En la latitud de España las horas de sol son las mismas, aproximadamente diez en invierno y unas 14 en verano, pero no amanece o anochece a la misma hora en el este que en el oeste, pudiendo haber más de una hora de diferencia de un extremo al otro. Muxía, por ejemplo, es la población europea en la que más tarde anochece.
Las primeras disposiciones sobre el horario de verano se adoptaron en Europa en 1980 y desde el año 2000, con la mencionada directiva, quedaron establecidas las reglas que marcan su inicio en marzo y su finalización en octubre. Lo que parece seguro es que la directiva tiene los meses contados.