La región mediterránea está en riesgo. Incluso, más amenazada que otras zonas del planeta. La cuenca ha experimentado un incremento de su temperatura de 0,4ºC superior al promedio global. En concreto, el mercurio ha subido 1,4ºC desde que se inició la era industrial, por cuanto, si sigue esta progresión, la región está mucho más expuesta a efectos irreversibles del calentamiento global, que se estiman en una subida de 2ºC.
Esta es una de las conclusiones de uno de los mayores estudios enfocados en esta zona de la Tierra, liderado por el doctor Wolfgang Cramer del Instituto Mediterráneo de Biodiversidad y Ecología, publicado en Nature Climate Change. Hasta ahora se habían obviado ciertas peculiaridades que definen la cuenca Mediterránea, y que caracterizan a buena parte de la costa española: urbanización y explotaciones agrícolas.
Las tasas de cambio climático observadas en la cuenca mediterránea superan las tendencias globales para la mayoría de las variables. El impacto ha exacerbado aún más los problemas ambientales existentes causados por cambios en el uso del suelo, el aumento de la contaminación y la disminución de la biodiversidad.
Según otro de los autores, Michael Tsimplis (Facultad de Derecho de la City University de Hong Kong), "este documento sugiere que los riesgos que plantea el cambio climático en el Mar Mediterráneo son subestimados porque cada uno solo fue examinado de forma independiente. Pero en realidad, están interconectados e interactúan con problemas sociales y económicos que exacerban sus impactos. Por lo tanto, todos deben abordarse al mismo tiempo y dentro de las mismas restricciones financieras ".
¿Qué hace que el Mediterráneo tenga más riesgos?
Solamente por el cambio climático, se prevé que las demandas de riego en la región aumentarán entre un 4% y un 18% a finales de siglo. El crecimiento de la población puede aumentar estos números hasta el 74%. La producción de alimentos de la agricultura y la pesca en toda la región mediterránea también está cambiando debido a los cambios sociales, económicos y ambientales. Combinado con el cambio continuo a una mayor producción de alimentos de origen animal, los países del sur corren el riesgo de aumentar su dependencia del comercio.
El desarrollo del turismo, las nuevas industrias y la expansión urbana también pueden aumentar la contaminación del agua.
La acidificación del agua de mar, aumentando las olas de calor en combinación con la sequía y el cambio en el uso del suelo también afecta a los ecosistemas naturales, lo que presenta riesgos en la biodiversidad y la pesca. En concreto, es bien conocido el fenómeno de DANA que en el Mediterráneo bautizamos como gota fría. Es cierto que no se puede atribuir aisladamente este evento atmosférico al cambio climático, pero las proyecciones apuntan a una tendencia creciente. Aunque parezca contradictorio, las lluvias torrenciales cerca de la costa tienen que ver con el calentamiento del mar. Cuanto más se prolongan las altas temperaturas en superficie, más probabilidades hay de el aire húmedo y caliente del Mediterráneo choque con masas frías de aire en altura, provocando estas situaciones explosivas.
La salud pública se ve afectada por múltiples tendencias de cambio, a través de las olas de calor, la contaminación (mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares o respiratorias) y la mayor propagación de vectores de enfermedades (virus del Nilo Occidental, Dengue, Chikungunya). En los países políticamente inestables, el cambio ambiental es un factor cada vez más relevante para los riesgos socioeconómicos, debido a las hambrunas, la migración y los conflictos. La seguridad humana también se verá amenazada por el clima extremo, como el aumento del nivel del mar que representa un mayor riesgo de marejadas ciclónicas para las personas que viven en las zonas costeras de la región.
Para facilitar la toma de decisiones frente a estos riesgos, los autores piden una evaluación de riesgos integrada pan-mediterránea. Por lo tanto, se ha creado una red de expertos en cambio climático y ambiental (MedECC), que actualmente cuenta con 400 investigadores, con el apoyo de agencias gubernamentales y otros socios, para producir una síntesis completa de riesgos y presentarla a los responsables de la toma de decisiones para su debate y aprobación.
El 13% de la costa española, urbanizado
Cataluña y Comunidad Valenciana están a la cabeza de la degradación de la costa española. Según datos de Greenpeace, presentados en el informe A toda costa de 2018, en los últimos 30 años (desde la aprobación de la Ley de Costas), la superficie urbanizada junto al mar se ha duplicado, pasando de 240.000 a 530.000 hectáreas. Esto implica que un 13,1% de la costa nacioinal está urbanizada, frente al 2% del interior.
La expansión de las zonas urbanas y el aumento de la construcción a pie de playa, indica un cambio en la actividad económica y de usos del suelo que se caracteriza por un abandono de las actividades agrarias ligadas al mundo rural, a favor de una economía basada en el turismo masivo. La reducción de un 10,6% de la vegetación de la ribera de los ríos y otros cauces de agua también expone a las poblaciones a eventos climáticos extremos. Las lluvias torrenciales, que descargan miles de litros rápidamente y con un terreno yermo sin vegetación o incluso urbanizado en zonas inundables, son un peligro para la seguridad ciudadana, según este informe.
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