Esta historia comienza en octubre de 2017. El telescopio Pan-STARRS-1 en Hawái anuncia la primera detección de un asteroide interestelar. Bautizado como 1I/ʻOumuamua en Nature meses después, realizaron múltiples seguimientos que permitieron tener una mejor idea de su tamaño y forma: era como un cigarro. También reveló que tenía las características de un cometa y un asteroide. Pero siempre hay quien, ante algo nuevo, cree que es producto de una civilización extraterrestre. Pronto, The Breakthrough Initiatives, un programa de escucha activa de señales extraterrestres, apuntó hacia Oumuamua, sin recibir señal alguna. Ha pasado siempre con objetos desconocidos que hoy nos resultan más o menos cotidianos, como los púlsares, que se asociaban con ondas alienígenas hasta que una mujer dio los pasos para demostrar que eran un objeto cósmico nuevo.
Esta semana se ha publicado el borrador de un estudio en que dos investigadores de la Universidad de Harvard lanzan una pregunta: "¿Podría la presión de radiación solar explicar la peculiar aceleración de Oumuamua?". Cinco páginas que han enviado a Astrophysical Journal Letters con algo más de una docena de fórmulas para concluir que sí: que Oumuamua es compatible con la idea de que sea una vela solar, un objeto natural –y desconocido hasta el momento– o artificial –bien conocida, porque los humanos estamos en camino fabricar una nave espacial a vela–. Punto.
Lo extraño de Oumuamua
- No pierde gas como un cometa. Cuando fue visto por primera vez, el 9 de septiembre de 2017, estaba abandonando ya nuestro sistema solar. Parecía rocoso y metálico y acababa de pasar a una distancia de apenas un cuarto de lo que nos separa del Sol. Tan cerca, un cometa al uso se hubiese desgasificado, es decir, hubiera perdido hielo dejando un rastro tras de sí. No era el caso. ¿Es un asteroide?
- Tiene una forma rarísima
Oumuamua tiene unos cien metros de diámetro y es muy alargado. Lo vimos y girando sobre sí mismo con un periodo de 7,3 horas. Muy alargado. Los asteroides son cuerpos rocosos que, en su mayor parte, se encuentran en un cinturón entre Marte y Júpiter. Pueden ser miniplanetas que nunca se formaron como tales o fragmentos de otros más grandes, rotos en colisiones. Es verdad que pueden tener formas diversas, sobre todo los pequeños, pero este podría ser bastante plano. Lo cual tampoco sabemos con detalle. - Se ha acelerado. Oumuamua se aleja del sistema solar más rápido de lo esperable. Tal y como indicó la ESA el pasado junio, el supuesto cometa se ha acelerado tras dejar atrás a nuestro Sol. El investigador Marco Micheli (ESA) ve plausible que el objeto haya soltado lastre, después de que el calor de nuestra estrella hubiese volatilizado parte de su hielo. Esa teoría le valió la clasificación de cometa, si bien, una vez más, lo habitual es que dejen una estela a su paso, su famosa cola. Tampoco tenía coma, el halo de nu núcleo. No es el caso de Oumuamua. Eso sí, las colas brillantes de los cometas suelen estar formadas por fragmentos muy pequeños de roca y hielo. Los más grandes podrían pasar desapercibidos, según explicó en junio Karen Meech, de la Universidad de Hawái.
Una vela solar… como la del millonario Yuri Milner
Los autores, sólo en el antepenúltimo párrafo de su estudio, usan la palabra alienígena, literalmente: "De forma alternativa, en un escenario más exótico, Oumuamua podría ser una sonda espacial plenamente operativa, enviada a las inmediaciones de la Tierra por una civilización alienígena". Es decir, es una posibilidad. Si bien el artículo es más una disertación sobre el comportamiento de las velas solares. He ahí el punto más interesante, ya que no parece casual que elijan esa teoría. Ellos mismos concluyen que es "demasiado tarde" para saber más de Oumuamua, pues ya está muy lejos de nuestros ojos galácticos. Así que habrá que esperar "a que aparezcan otros", ya que asumen que pueda haber más objetos –naturales– de este tipo. Salvo que enviemos naves impulsadas por velas.
Los firmantes son Shmuel Bialy (estudiante postdoctoral del Harvard-Smithsonian Center de Astrophysics) y Avi Loeb (investigador experto en búsqueda de vida extraterrestre y medios para viajar a otras estrellas, de la Universidad de Harvard). Prolíficos autores, puesto que sólo el segundo lleva 34 artículos en lo que llevamos de 2018. El segundo de ellos colabora con el millonario ruso Yuri Milner, como consejero de Breakthrough Initiatives, que persigue seguir investigando al curioso viajero intergaláctico en busca de indicios alienígenas. Y, casualmente, mediante naves propulsadas por velas.
Es verdad que en el paper, publicado ahora en abierto, son más conservadores respecto a la teoría alienígena. Por correo electrónico son algo más explícitos al hablar con la prensa. "Explicamos el exceso de aceleración de Oumuamua lejos del Sol como resultado de la fuerza que la luz del Sol ejerce sobre su superficie. Para que esta fuerza explique el exceso de aceleración medido, el objeto debe ser extremadamente delgado, milimétrico, pero tiene decenas de metros de tamaño. Esto hace que el objeto sea liviano para su superficie y le permite actuar como una vela ligera. Su origen podría ser natural (en el medio interestelar o discos protoplanetarios) o artificial (como una sonda enviada para una misión de reconocimiento en la región interna del Sistema Solar)". Así respondían hoy a Universe Today.
Los autores saben de la repercursión de la palabra alienígena
Sería ingenuo pensar que los autores no estaban pensando en la enorme repercusión que tendría su artículo en los medios generalistas y redes sociales. Como explica la astrofísica y divulgadora Katherine J. Mack, "los científicos están encantados de publicar una idea extravagante si tiene la más mínima posibilidad de no equivocarse". En astrofísica, en concreto, es bastante típico contemplar una posibilidad, por loca que sea, hasta que no se haya demostrado absoluta y completamente que es imposible. Explica el fenómeno viral de Oumuamua en este hilo de Twitter (pincha en él para leerlo entero):
The thing you have to understand is: scientists are perfectly happy to publish an outlandish idea if it has even the tiniest *sliver* of a chance of not being wrong. But until every other possibility has been exhausted dozen times over, even the authors probably don’t believe it.
— Katie Mack (@AstroKatie) 6 de noviembre de 2018
Para Juan Ángel Vaquerizo, investigador del Centro de Astrobiología del INTA-CSIC la tecnología de vela solar aún está lejos de desarrollarse. Pero cree que se probará "de verdad" en breve. El artículo en que no descartan que ya la hayan usado extraterrestres "imagino que ayudará", asegura. "Es lo que suele pasar cuando Elon Musk, con SpaceX, comenta que va a ser el primero en Marte". Las tecnologías de vela solar han avanzado muchísimo y la misma NASA trabaja intensamente con aspectos relacionados con el despliegue".
¿Nos visitan los extraterrestres? En realidad, Loeb lleva años poniendo en foco en otro punto. De haber [habido] extraterrestres ¿por qué no tenemos restos arqueológicos de ellos como los tenemos de nuestros antecesores humanos? Es un planteamiento, si se quiere, más humanístico o filosófico. El pasado septiembre lo plasmaba en un artículo publicado en Scientific American. Loeb quiere llamar la atención sobre algo de lo que apenas se habla. Buscamos activamente vida inteligente activa, con la que comunicarnos, pero nada hace pensar que otras se hayan extinguido en el tiempo y el espacio.
El artículo viene a responder al equipo europeo que descartó ya la teoría extraterrestre en junio
El artículo de Bialy y Loeb viene a responder al equipo europeo que descartó ya la teoría extraterrestre en junio a través de otro paper en que hablaban de la "improbable teoría de que Oumuamua sea una nave espacial interestelar: los hechos de que haya un cambio suave y continuo en la velocidad no es típico de los propulsores y que el objeto gire en los tres ejes, son hechos contrarios a que sea un objeto artificial".
Bialy y Loeb hacen un breve ejercicio de ingeniería-ficción que, sin duda, puede ser técnicamente útil, pero más bien para los humanos. El escenario que plantea Oumuamua es el de que una vela de menos de un milímetro de espesor sería suficiente para que la roca sólida sobreviviera a un viaje a través de toda la galaxia, aunque reconocen que esto depende en gran medida de la densidad de este viajero cósmico, cosa que también se desconoce.
Salvo esa virtual carrera contrarreloj para mandar micronaves con velas, es difícil hacer más ciencia sobre Oumuamua. Pasó de largo y no lo alcanzamos a tiempo como para poder mandar una sonda o afinar nuestros telescopios hacia tan peculiar objeto. En ausencia de ciencia se hace fuerte la ficción, pero la de Bialy y Loeb no deja de ser una ficción muy bien fundamentada desde el punto de vista técnico. Está por ver cómo serán rebatidos por sus colegas y si su paper puede ser la base para un buen guión sobre veleros náufragos del espacio.
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