El Independiente Podcast: El kilo pierde peso
Repasamos la historia del kilo original y chalamos con la física Estefanía de Mirandés, del BIPM. [descargar]
No lo notaremos. Nadie podrá exigir una naranja más en la báscula del mercado. Hoy, por fortuna, un kilo es un kilo. O, como dice la física Estefanía de Mirandés, "entrarán las mismas naranjas en un kilo". Pero el 20 de mayo de 2019 pasará a la historia por ser el día en que el valor de un kilo pasó a medirse de otra manera, conforme a lo votado este viernes en Francia. El kilo es el mismo. Ha cambiado la vara de medir. Una vara que data del siglo XIX. Aunque el kilo nació antes, sabiendo que moriría joven.
Nos plantamos en 1795, con los ecos de la Revolución Francesa sonando. Nadie medía en kilos. Quintales, arrobas, fanegas…, medidas muy agrarias que tenían por patrón vinos o cereales. Los franceses revolucionarios el término "grave". Aunque después rescataron de la antigua Grecia una palabra: la γραμμή , línea, que era una moneda que literalmente significaba peso pequeño. Le agregaron el prefijo kilo, que significa mil. El kilogramo pasó a ser unidad legal en un decreto de gremial de 1795. Y su definición era menos agraria y más de laboratorio, como correspondía con los nuevos tiempos:
Un kilo es la masa de un litro de agua destilada a 3,98 grados de temperatura con una presión de una atmósfera.
En realidad, pretendían democratizar aquello, conforme a los nuevos tiempos. En la Naturaleza no hay nada a mano que pese un kilo. Pero sí podemos llenar un cubo con un litro de agua, que es lo que venía a pesar el kilogramo. El problema es tener el agua en tales condiciones tan de laboratorio. Así que, casi un siglo después, fabricaron algo más consistente que sirviera como patrón para comparar y que fuese el kilo en que todos los kilos del mundo se fijasen.
En mayo de 1875, 18 estados firmaron en París la Convención del Metro. Los ingleses y americanos no lo vieron claro de primeras. Ellos se sumaron más tarde: Reino Unido, Estados Unidos o Argentina o México lo hicieron años después. Hoy todos los países usan el kilo o el metro de manera prioritaria por ley. Todos menos tres: Myanmar, Liberia y, curiosamente, Estados Unidos.
Un cilindro de 1889 hasta hoy
Ya con la mayoría de países de acuerdo, se estableció el Sistema Internacional de Pesos y Medidas y se fundió Un cilindro de platino e iridio en 1889 para medir el kilo y servir de patrón al mundo. El prototipo internacional se guarda en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas, ubicada en Sèvres. Los avatares del convulso siglo XX no lo han destruido. Ni a él, ni a sus réplicas. Porque, ¿cómo sabemos que el kilo original sigue pesando un kilo? Para eso están las copias. Además, cada país tiene una copia local. De vez en cuando hay que compararlo con el francés de referencia, antes de volver a su laboratorio entre excepcionales medidas de seguridad y preservación. El de Sèvres sólo sale de las tres campanas que lo protegen cada medio siglo. Y quizás, de sacarlo y meterlo, el kilo original había perdido peso o sus copias lo habían ganado. Unos 50 microgramos.
Es, en el siglo XIX era nada. Hoy, en la era cuántica, es un abismo, un motivo de peso para cambiar de modelo. Aunque ya en su momento tenían claro que no era la mejor solución. Es preferible tomar como referencia constantes físicas del universo. La velocidad de la luz es una. Pero, qué constante podemos comparar con el kilo de peso?
Estefanía de Mirandés nos lo cuenta en este pódcast. Ella, miembro de la BIMP, ha sido testigo directo de una votación histórica. Pero también nos explica por qué ha sido tan difícil pasarse a una constante. La razón es simple: medirlas con precisión en complicadísimo, tal y como ocurrió este verano con la Constante de Gravitación Universal, cuyo valor ha cambiado tras un experimento chino bellísimo. Hay terrenos en que es necesario seguir haciendo artesanía experimental como en los tiempos de Newton.
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