La cápsula Orión recuerda tanto a la de las misiones Apolo que nos hace soñar con la vuelta del humano a la Luna. Está pensada para llegar a Marte. Así será el viaje. Nos lo cuenta el jefe del proyecto, Patrick Rodi, de Lockheed Martin. | Vídeo: M.V.
"Es realmente estrecho, muy apretado para cuatro personas. Las dos personas en la parte de atrás mirarán hacia los asientos del piloto y el comandante que están encima de ellos". Estas palabras pertenecen a Steve Bowen, un excomandante de submarinos y astronauta en el transbordador espacial. Se las contaba a la BBC el pasado verano, quien recordaba las tremendas disputas que en los años sesenta hubo entre astronautas e ingenieros. John Glenn llegó a amenazar a la NASA con hacer pública la precaridad con que querían ponerlo en órbita, en una cápsula que prácticamente era "una lata de jamón sin ventanas". El módulo de las misiones Apolo nació como producto de aquellas reivindicaciones, con ventanillas y una pléyade de "botoncitos y lucecitas", recuerda ahora, 50 años después, Patrick Rodi. Este ingeniero recibe a El Independiente tras dar una charla en el Big Data Spain sobre el innato instinto humano de explorar. Ahora él es el responsable de resucitar la cápsula de las misiones Apolo para volver a la Luna. Trabaja para la contratista de la NASA Lockheed Martin y –con permiso de Elon Musk– cree que su nave espacial Orión se posará en Marte a principios de los años treinta.
A simple vista, resulta inevitable pensar en los gloriosos años sesenta y setenta ante el diseño de la cápsula Orión. El vehículo de traslado multipropósito, ese cono que tanto se parece al que llevaba astronautas a la Luna en las misiones Apolo, es importante por una razón. Hace mucho que no ponemos un pie ahí fuera los humanos y gracias a él lo vamos a volver a hacer. Se parece tanto a aquel de los sesenta, que los nostálgicos de la aeronáutica ven en él un retorno de las míticas misiones lunares con la vista puesta en Marte. Pero Orión, desde su concepción en 2006, ha sufrido reiterados recortes que no han impedido que hace menos de tres semanas superase uno de sus test aún sin humanos. "Usaremos inteligencia artificial para mejorar la eficiencia de nuestro vehículos, darles una nuevas capacidades en navegación, monitorización de salud y sobre todo, análisis rápido todos los datos que obtendremos de la Luna".
Hasta la Luna y más allá
"Me preocupa un poco que los 12 astronautas que fueron a la Luna estén en sus ochentaytantos años y dos de ellos, muertos. Me preocupa que la memoria de aquella experiencia única se pierda antes de que lo volvamos a hacer", dice Rodi. Trump está decidido a volver a la Luna. La construcción, junto a Rusia y otros países, de una estación espacial lunar va a adelante. Desde ahí, bajar a la superficie selenita parece más fácil y Estados Unidos quiere adelantarse a China. El cohete SLS será el que lo consiga. Es el sustituto del fallido Proyecto Constelación. Seguramente también nos ponga en Marte.
Me preocupa que la memoria de la experiencia lunar pierda antes de que lo volvamos a pisarla
"Si vamos a Marte hoy aún tenemos muchas incertidumbres. Me temo que pondríamos la vida de los astronautas en riesgo. Sin embargo, si los llevamos a la Luna, en caso de cualquier problema, los podemos traer de vuelta rápido. Ir a Marte supone un viaje de ida o de vuelta de entre 9 meses y tres años. Las posibilidades hoy de llevar a cabo una misión tripulada a Marte con éxito ahora mismo son pocas. Por eso creo que tenemos que ir primero a la Luna. Probar cómo sería la vida allí y tener a punto toda la tecnología para Marte.
Esta nueva misión Apolo, que por ahora no se llamará así, se parece a las de los sesenta pero Rodi ponía hace poco este ejemplo en el Big Data Spain celebrado en Madrid. La tecnología punta aquel tiempo era el Chevrolet Corvair de 84 caballos. Hoy tenemos el sucesor de ese modelo con más de 500 caballos y Teslas eléctricos que se conducen solos. "El [CSM] Apolo tenía muy poco poder de computación. La mayoría de monitores y operaciones eran manuales. La nueva se controla básicamente a través de tres tabletas, además de que gran parte del trabajo está automatizado".
¿Cuándo volveremos a tener nuestro momento Hermida? "Nadie los sabe" Rodi dice que espera que estemos en Marte a principios de los años treinta. Lo que está claro es que la NASA confía en que el nuevo módulo sobrevuele la Luna a finales del año que viene o principios del 2020. Aunque sea sin humanos, pero sí con inteligencia artificial.
Inteligencia artificial para ir a Marte
No será HAL 9000, pero la nave que vaya a Marte estará cargada de algoritmos de inteligencia artificial. Hay decisiones que se toman más eficientemente –y rápido– por una máquina. Por ejemplo, dónde aterrizar exactamente. La capacidad de cómputo local de estas máquinas será importante. Y no menos la que se haga en la Tierra, a partir de los datos enviados desde las inmediaciones del planeta rojo. Pero ya hoy es habitual tirar de estos principios en misiones más simples. "Usamos la inteligencia artificial para entender la mecánica de fluidos", explica Rodi. No son robots, "las inteligencias artificiales nos sirven sobre todo para interpretar datos, hacerlos útiles para resolver problemas".
El grado de automatización de la futura nave Orión será tal gracias al poder de la inteligencia artificial. En concreto, será especialmente útil "midiendo en todo momento el estado de salud de la tripulación y que están haciendo siempre lo correcto". Apolo usaba sextantes y telescopios y apenas tenía un ordenador que pesaba unos 32 kg. Su memoria ROM era de 69,12 kb (el chip mando a distancia hoy tiene más memoria que la cápsula de Apolo). Orión tendrá tres, de 64 Mb cada uno. Apenas tiene un GPS que, fuera del alcance de los satélites terrestres, podrá extender sus capacidades mediante IA. "Podrá hacer maniobras muy precisas tanto si vamos a la Luna o a Marte, por eso no hemos incluido aquellos controles manuales de la misión Apolo".
Suena a que en cualquier momento la máquina se tornará malévola y tomará el control de la misión. Rodi cree que con total seguridad el algoritmo estará muy poco interesado en secuestrar al pasaje. Eso se lo dejamos a Phillip K. Dick. Ahora mismo están entrenando a sus máquinas para que "puedan aterrizar róvers en la superficie de Marte con mayor precisión y seguridad; porque nos ocurre que los lugares que nos resultan más interesantes para amartizar no son siemore los más fiables". Cabeza fría la de las máquinas a las que fiamos nuestro emocionado palpitar de un descenso al planeta rojo. Apolo pierde la lira y gana cerebro.
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