España ha sido país de pioneros y emprendedores de la ciencia y la ingeniería con éxito –y financiación– dispar. Sólo en el siglo XX se han ido creando instituciones sólidas para la investigación. Aunque la guerra y el franquismo supusieron una congelación y exilio de parte del músculo investigador, la actividad científica no se paró. Pero la llegada de la democracia marcó una agenda estatal de la que han nacido centros y equipos que, en los últimos 40 años, han conseguido conquistar el reconocimiento internacional.
El artículo 20.1b de la Constitución Española reconoce y protege "la producción y creación literaria, artística, científica y técnica". Está en el mismo artículo que compete a la libertad de expresión. De fondo, la idea de que nunca más podía quedar encerrada en los laboratorios. Se protege el derecho de sus autores, pero también su difusión "en beneficio del interés general". Más allá de las instituciones y organismos del CSIC, premios como el Príncipe/Princesa de Asturias o el Rei Jaume I han servido como motores públicos de promoción y financiación.
Siempre al límite en lo económico y denunciando precariedad y fuga de talento, repasamos diez hitos y figuras de la España científica que también hizo su Transición.
1. Organización Nacional de Trasplantes: política y generosidad
Nacida en 1989, recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2010, 30 años después de que una ley y un decreto colocasen a España en la primera división de los trasplantes de órganos bajo dos premisas: el anonimato del donante y la carencia de lucro en la extracción de órganos. Tras el éxito de los primeros trasplantes españoles de José María Caralps (1983 y 1984), el rasgo distintivo de la Organización Nacional de Trasplantes fue el de trascender a lo meramente legal. Su intermediación con las familias en momentos tan delicados como la muerte de una persona ha sido el ejemplo a seguir en otros países del mundo. Su papel coordinador entre hospitales y organismos autonómicos ha hecho España líder: 43,4 donantes por cada millón de habitantes, doblando el nivel de países cercanos. Se bautizó como "el modelo español". Y es 100% público, universal y gratuito.
2. Ciencia contra el envejecimiento y el cáncer
El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) es uno de los buques insignia de la investigación del cáncer en el mundo. Sigue la estela de estrellas de la oncología que empezaron a publicar en los años ochenta y noventa, como Mariano Barbacid (primer director del centro, hoy crítico con su gestión política). Cuenta con instalaciones pioneras para el descubrimiento de fármacos y sus ratones de laboratorio se han hecho famosos a nivel mundial: su directora, la bióloga molecular María Blasco, consiguió en 2008 rejuvenecer un ratón llamado Triple y evitar, por tanto, la aparición de enfermedades ligadas a la avanzada edad como el cáncer. También consiguió rejuvenecer roedores otro español, Juan Carlos Izpisúa. Él lo hizo en su laboratorio de Estados Unidos 2016 reprogramando células, creando otras de recambio. Blasco apunta a otra estrategia desde Madrid: actuar sobre los telómeros o capuchones que impiden que el ADN se desparrame fuera de los cromosomas.
3. Atapuerca: en busca de los orígenes humanos
En 1993, España fue portada de Nature en forma de calavera. La Sima de los Huesos de Atapuerca (Burgos) proporcionó un años antes tres cráneos humanos; uno de ellos era el mejor conservado del mundo. El equipo de tres investigadores, Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell, estaba ante el cementerio conocido de la historia, perteneciente al Pleistoceno medio. En 1994 aparecieron restos humanos en el nivel de TD6 de Gran Dolina, por debajo del evento Matuyama con más de 780.000 años de antigüedad, convirtiéndose en los más antiguos del continente europeo. Habían descubierto una nueva especie bautizada como Homo antecessor, un grupo de homínidos anterior al linaje de los neandertales y de los humanos anatómicamente modernos.
4. La ciencia conquista los mares y los hielos
La relación de España con sus mares está cuajada de exploradores. Pero con más épica que ciencia hasta que llegó Odón de Buen y, con él, la oceanografía patria. Truncada su labor por el franquismo, el Instituto Español de Oceanografía renació en 1986 con una vocación verdaderamente científica y peso propio en las instituciones comunitarias.
España se había sumado al Tratado Antártico en 1982, casi una década antes de que se firmase en Madrid el Protocolo Mundial que acabaría con las disputas territoriales y los anhelos de explotación minera del continente. El Polo Sur era "para investigar".
Los buques de investigación Las Palmas (A-52) y Hespérides (A-33), y las bases Juan Carlos I –Isla Livingston, 1988– y Gabriel de Castilla –Isla Decepción, 1989– fueron la consecuencia del éxito de la primera expedición española de 1982 a bordo de una goleta. Primero, nuestro país fue clave en investigaciones sobre pesca. Ahora, sobre cambio climático. Una mujer destaca en la ciencia polar: Josefina Castellví, primera mujer española en participar en una expedición a la Antártida.
5. Españoles en el espacio
Suele haber cierta controversia en torno a quién fue el primer español en el espacio: ¿Miguel López Alegría o Pedro Duque? López-Alegría se puso en órbita por primera vez en la misión STS-73 de la NASA, en octubre de 1995. Duque en la STS-95 de octubre de 1998. Pero el primero está nacionalizado estadounidense. Más allá del debate, sólo 20 años antes, cuando se votó la Constitución, poner un español en el espacio sonaba a ciencia-ficción. Y eso pese a la larga tradición en ingeniería de España y la estrecha colaboración con las misiones de la NASA, por ejemplo, las Apolo.
El actual ministro de Ciencia, Pedro Duque, tuvo por antepasado a un hombre que construyó unas alas artificiales, a finales del siglo XVI. Según crónicas de la época, se lanzó con ellas, con mortal resultado, desde la torre de la catedral de Plasencia de la que fue tallista. Su descendiente en el siglo XX tuvo más éxito volando. Duque se licenció en ingeniería aeronáutica en 1986 con una nota media de 10 y estuvo trabajando en la ESA en Alemania antes de ser candidato a subirse al transbordador Discovery.
Más allá de los astronautas, España ha sido una importante contribuidora al programa espacial europeo de la ESA o de su contratista Airbus gracias a su ingeniería o instituciones como el INTA, donde cuentan con laboratorios punteros en óptica. Igualmente, Canarias y Almería cuentan con observatorios astronómicos de referencia en todo el mundo y desde donde se descubren planetas, galaxias y fenómenos astrofísicos.
6. El CRISPR de Santa Pola
La España de los inventores ha dado magníficos ingenieros, pero menos investigadores básicos. La ciencia que no tiene aparente aplicación vive ahora su despertar y uno de sus claros ejemplos es Francis Mojica. El eterno candidato al Nobel paseaba por las salinas de Santa Pola cuando tuvo su momento Eureka. Fue el primero en darse cuenta de que un mecanismo de corta-pega de genes existe en la naturaleza. “Fue por casualidad. Haciendo otras cosas" con virus y bacterias que habitan en ese ecosistema salino de Alicante, explica. Hoy es la base del CRISPR, la técnica de edición genética más popular, prometedora y barata.
Otros laboratorios inventaron las tijeras moleculares que permiten hacer cortes muy precisos en las cadenas de ADN de las células para sacar genes de ahí y pegarlos en otras. De esa forma se pueden diseñar criaturas vivas (animales o plantas) con unas características determinadas. Por ejemplo, que sean inmunes a una enfermedad.
La biología molecular y la genética en España tiene nombres propios. Desde la sucesora de Severo Ochoa, Margarita Salas, a los Príncipe de Asturias Antonio García-Bellido o David Vázquez.
7. Ciencia con el corazón
Al hablar de ciencia cardiovascular suele venir a la mente el nombre del doctor Valentín Fuster. Actual presidente del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), ha publicado más de 400 artículos en torno a vasos coronarios, arterioesclerosis y trombosis. Pero el verdadero éxito español del corazón es su sistema público que permite cirugías complejas de manera gratuita y universal, además del citado sistema de trasplantes.
En el campo de las arritmias se ha vivido una revolución. Y los cardiólogos y hermanos Pere y Josep Brugada, detectaron una anormalidad electrocardiográfica en supervivientes de parada cardíaca. Ahora se conoce como la enfermedad de Brugada. En España se salvan miles de vidas ante las enfermedades coronarias, primera causa mundial de muerte no violenta según la OMS.
8. Ciencia ciudadana
La ciudadanía ha tomado protagonismo en estos 40 años en su implicación con la ciencia. Las universidades y laboratorios ya no tienen la exclusiva. Hoy en día cualquier ciudadano puede hacer un descubrimiento científico de gran impacto y la digitalización a nivel doméstico ha ayudado. Por poner ejemplos, para elaborar el mapa de la distribución del mosquito tigre en España, se puede dar aviso a través de la aplicación Mosquito Alert. Gracias a ella los expertos han averiguado que el insecto ha ampliado su territorio y ha alcanzado Málaga y Aragón.
GripeNET hace un estudio epidemiológico basándose en los datos proporcionados por los ciudadanos. Hacer fotografías de naturaleza geolocalizadas, que ayuda a hacer un mapa de la biodiversidad y los fenómenos atmosféricos de España. Biodiversidad Virtual recoge estas fotos en una base de datos y las pone a disposición de especialistas Ya cuenta con 1,6 millones de imágenes georreferenciadas de animales, plantas, hongos, geología y meteorología aportadas por más de 4000 ciudadanos.
9. Ciencia en el Parlamento
Dejar a un lado las opiniones y centrarse en hacer leyes basadas en evidencias. Sin miedo a reconocer errores, a cambiar su tesis si los datos demuestran que es errónea. Así nació la iniciativa Ciencia en el Parlamento. Este 2018 se sumaron las principales universidades, instituciones científicas y de innovación del país, representantes de todos los colores políticos y se ha propagado como la pólvora en redes sociales.
Hoy es una realidad, en tiempos de bulos y mentiras científicas contra las que, por primera vez, dos ministerios han empezado a tomar medidas, aunque aún muy incipientes. Los pasados 6 y 7 de noviembre se reunieron para debatir sobre cómo el conocimiento científico puede ser de ayuda para informar durante el proceso legislativo.
10. La nueva generación de científicas españolas
Diana de la Iglesia, especializada en la aplicación de inteligencia artificial en biomedicina logró reunir a 500 científicas en dos días. En 2 meses alcanzaron las 13.000. Hoy son más de 20.000 mujeres científicas, ingenieras, tecnólogas y matemáticas. Están, pero aún no son visibles al nivel de sus compañeros. A la fuga de talento se suman los problemas para compatibilizar la vida personal, familiar y profesional, encadenando contratos precarios y periodos de inactividad.
Con todo, una generación de científicas españolas se ha abierto paso en estos 40 años, tratando de cerrar la brecha entre el número de chicas estudiando carreras de ciencias y los puestos de responsabilidad en centros de investigación. Por primera vez, en 2017, fue nnombrada una mujer presidenta del CSIC, Rosa Menéndez.
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