En 1624, una delegación del samurái Hasekura Tsunenaga se asentó en la ciudad de Cádiz. Desde entonces, la provincia andaluza tiene un vínculo especial con lo japonés. Como la palabra tsunami. En el imaginario popular permanecen los ecos de la ola gigante que engulló el barrio de La Viña tras el terremoto de 1755. El mismo que arrasó Lisboa. Sólo las murallas sirvieron para evitar una tragedia como la de Ayamonte, donde murieron más de 1.000 personas derrotadas por el mar y los escombros. 263 años después, las campanas suenan cada 1 de noviembre para recordar que "estadísticamente, este tipo de eventos ocurren cada tres siglos aproximadamente", recuerda Francisco Javier Gracia, profesor de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cádiz. Cada 1.200-1.400 años son –estadísticamente, una vez más– devastadores. Las olas gigantes no son sólo cosa de Asia.
Por muy japonés que suene el término tsunami, Europa ha visto sus costas devastadas por olas gigantes en numerosas ocasiones. "El Mediterráneo no es ajeno a este fenómeno, aunque esté menos expuesto", explica Gracia a El Independiente. En 1908, el terremoto de Mesina se llevó por delante a centenares de personas que, creyendo estar a salvo en el paseo marítimo, fueron engullidas hasta por tres olas gigantes. A lo largo de la costa entre Lazzaro y Pellaro, el tsunami se comió viviendas y un puente del ferrocarril. Europa tiene su particular autopista de fuego y uno de sus cruces está en Sicilia.
Hasta allí viajó la geóloga Morelia Urlaub (@morelia_ur). Experta en amenazas geomarinas, lleva auscultado al volcán Etna desde 2016. Y ha descubierto que uno de sus flancos se está moviendo bajo el agua "muy notablemente". "En un período de observación de 15 meses, la red registró un evento que duró ocho días: el flanco del volcán se movió hacia el mar 4 cm en estos ocho días". Etna despierta. Si se desprende habrá un tsunami en el Mediterráneo. Uno más. Pero aquí, la partida se juega bajo el mar.
Cuando el mar esconde el peligro
Urlaub, que trabaja en el Centro Helmholtz de Geomar, en Kiel (Alemania), instaló unos sensores capaces de medir el movimiento submarino del monte. "Es similar al GPS, pero el GPS y otras mediciones satelitales no funcionan en el océano", explica la científica a El Independiente. "Colocamos una red de cinco transpondedores en el fondo marino y se estaban enviando señales acústicas entre sí", es una especie de sónar. "Cuando las distancias entre el transpondedor cambian, entonces porque el fondo marino se ha movido". Eso sin que se hubiese producido terremoto alguno.
"La actividad estromboliana en la cumbre y los flujos de lava devastadores amenazan a los humanos y la infraestructura". explica su colega en Geomar Christina Bonanati. Pero asusta más otra cosa. "La inclinación del flanco oriental del Etna es de aproximadamente 10°. La pendiente se mueve hasta 50 mm por año. Estas tasas no son estables. Hay una velocidad de movimiento constante que ocurre continuamente". El Etna, sin entrar en erupción, se mueve. ¿Hay peligro de derrumbe?
"En tierra, la deformación del volcán y el flanco móvil se monitorizan a través de GPS y mediciones del radar (InSAR). Las señales electromagnéticas, ya que son utilizadas por los satélites, sin embargo, no penetran en el agua". De ahí este proyecto, explica Bonanati, quien explica todo esto en su web.
El Etna está creciendo todo el tiempo y un flanco muestra un movimiento anómalo hacia el mar
"El monte Etna es un volcán realmente grande, con más de 3.300 m de altura", precisa Urlaub. "Está creciendo todo el tiempo. Por lo tanto, su propio peso hace que los flancos se extiendan hacia afuera en todas las direcciones. El Etna está creciendo en una superficie ligeramente inclinada hacia el mar, de modo que su flanco sureste muestra un movimiento anómalo hacia el mar". El volcán siciliano entró en erupción el pasado agosto, aunque no se vieron necesarias las evacuaciones de las laderas. "El peligro en el Etna no es la erupción, sino las caídas de toneladas de bloques al mar", precisa el profesor Gracia desde España.
La ola canaria que (no) devastará América
Ha habido varios tsunamis en el Mediterráneo, en particular Sicilia. Sabemos por el registro geológico que los colapsos en los volcanes son comunes en su ciclo de vida. Y eso "lo saben bien en Canarias", recuerda Urlaub. Un estudio de 2001 se hizo bastante popular, porque alertaba de un posible derrumbe en el flanco occidental de La Palma. Eso conllevaría, según su modelo, un movimiento con efectos similares a los del tsunami que impactó en Fukushima en 2011, pero sobre un área de costa 100 veces superior, con olas de más de 30 metros en zonas de Norteamérica. La teoría de los doctores Day y Ward es que el sur de la isla está asentado sobre una plataforma inestable.
"Ellos modelaron un evento extremo en el que todo el flanco occidental de La Palma se derrumba catastróficamente al mismo tiempo", precisa Urlaub. "¡Este es el peor escenario y es extremadamente improbable! Así que no, no es realista". Hemos aprendido que los derrumbes parecen ocurrir en diferentes etapas, y no todas al mismo tiempo. Hay estudios más recientes sobre el tsunami procedente de un colapso del flanco oeste de La Palma y la ola vendría a ser menos devastadora.
El escenario de un megatsunami que llegue a América es el más extremo y no es realista
En este sentido, el Etna tiene más papeletas. "Sí, hay una pequeña posibilidad de que esto pueda suceder. Pero –y esto es muy importante– la vida de un volcán es muy larga, ¡el Etna ahora tiene 500.000 años! Por lo tanto, es extremadamente difícil, si no imposible, decir si ocurrirá un colapso en nuestra vida o la de nuestros hijos y nietos. Además, se necesita más investigación para comprender realmente cuáles son los factores que hacen que los flancos se colapsen de manera catastrófica", nos tranquiliza –o no– Urlaub.
¿Cuál es la principal diferencia entre la situación de las Islas Canarias y el sur de Italia? La diferencia es que en Teide, El Hierro o La Palma no hay un flanco específico que se esté moviendo activamente a una velocidad similar a la del Etna (2-3 cm por año). Bien puede ser que los flancos específicos del volcán se muevan de manera anómala muy muy lentamente, pero con las tecnologías actuales (basadas en satélites), es muy difícil de descifrar. Por lo tanto, no es tan obvio como en Etna, si los flancos específicos son inestables o no, o qué partes de los volcanes se efectúan.
A la espera de la gran erupción italiana
Aunque no sean las erupciones las que amenacen con tsunamis en Europa, un estudio publicado el pasado noviembre sugiere que se prepara "una erupción de gran volumen" en el área de los Campos Flégreos (al norte de Nápoles, Italia). El reservorio de magma que reside en el área volcánica puede estar en transición a una nueva fase de "acumulación", según un nuevo análisis de 23 erupciones. Los Campos Flégreos tienen una larga historia de actividad; en particular, dos grandes erupciones formadoras de caldera: la erupción de ignimbrita de Campania, hace 39.000 años, y la erupción napolitana amarilla, hace 15.000 años.
Estos episodios, junto a otros más pequeños, sugieren que el sistema es activo pero la evolución magmática a largo plazo de los Campos Flégreos no está bien caracterizada. Aquí, la investigadora Francesca Forni y sus colegas analizaron los elementos principales y trazas de rocas, minerales y muestras de vidrio de 23 erupciones para deducir cambios críticos en la temperatura magmática y el contenido de agua a lo largo de la historia eruptiva de la región. Los datos mostraron que las temperaturas de cristalización de los minerales en magma en la región disminuyeron gradualmente con el tiempo, y que el contenido de magma en agua aumentó, ambos sucedieron antes de la erupción más reciente de Monte Nuovo (1538 d.C.). Basado en su modelo, los autores dicen que la erupción de Monte Nuovo cambió el depósito de magma a un estado que permite una importante acumulación de presión. Este entorno presenta condiciones de saturación de agua enc orteza superior, lo que permite que los magmas ricos en volátiles se acumulen sin provocar una erupción, lo que promueve el crecimiento del reservorio.
Bulos y tsunamis
Sabemos que el Golfo de Cádiz ha sufrido unos cinco tsunamis en los últimos 7.000 años, conforme a un estudio dirigido por la geóloga del MNCN Caridad Zazo. Según destaca en él, "el intervalo de recurrencia para estos eventos catastróficos puede estar entre 1200 y 1500 años". Pero el origen sísmico que originaron los paleotsunamis "no están claro, ni siquiera para el del terremoto de Lisboa".
Para el profesor Gracia, hay zonas que sí conservan una memoria de tales catástrofes y hay cierta cultura en torno a los terremotos y maremotos. Mucha otra gente no tiene ni idea de qué hacer ante una alerta de esta naturaleza, "a diferencia de lo que ocurre en otros países, en donde hay ciudades donde están claramente marcadas las vías de evacuación". En tiempos de bulos y noticias falsas, "es necesaria una información clara" para evitar situaciones como la vivida mucho antes de que se acuñase el término fake news. En 1983, el rumor de que iba a producirse un maremoto se extendió por toda la costa gaditana. Llegó a montarse un dispositivo de alerta fundado en un bulo.
En el Golfo de Cádiz ha habido maremotos "pequeños en los años ochenta, pero han coincidido con menor exposición, por ejemplo, ocurrían en invierno o de noche o con marea baja", recuerda Gracia, quien cree que aunque las murallas amortiguaron la ola en el siglo XVIII, las estructuras de defensa tienen "demasiados efectos secundarios". Sin escudos físicos, lo fundamental es que "cada cual sepa lo que tiene que hacer en una alerta, porque una ola de uno o dos metros, a mediodía, en agosto con las playas llenas, incluso con un tsunami pequeño, puede provocar problemas serios".
Por regla general, correr intentar subir a lo alto de edificios y no coger el coche, "es el error más común y se convierte muchas veces en una trampa".
"Las proyecciones estadísticas son más fiables cuantos más datos. Y en el Golfo de Cádiz tenemos pocos" asegura Gracia. La ciencia actual puede predecir si lloverá en unos días estudiando algo tan complejo como la atmósfera porque puede poner sensores y ojos en el seno de donde se forman los fenómenos meteorológicos. "Eso no es posible con el interior de la Tierra", por eso es tan difícil hacer predicciones. Lo "bueno" es que "son fenómenos muy lentos aunque con manifestaciones súbitas". Un tsunami puede "ocurrir mañana". Estar preparados para no correr riesgos "es cosa de hoy".
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