Hasta las 157 estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) que Canal de Isabel II opera en la Comunidad de Madrid llegan diariamente determinados productos que se tiran al inodoro, como las toallitas, que suponen un grave problema operativo, económico y que pueden causar importantes perjuicios medioambientales.
Los datos avalan esta preocupante situación: en 2017, la empresa pública retiró de sus depuradoras 28.433 toneladas de residuos sólidos, lo que equivale a 4,4 kilos por madrileño. Una cantidad esperanzadora, ya que supone un 12 % menos que en 2016, año en que Canal comenzó a hacer campañas para alertar de los riesgos de las toallitas húmedas tras notar un incremento en su presencia en la red de alcantarillado. A día de hoy, el número de toneladas recogidas se ha contenido gracias a la concienciación de todos los madrileños y a los esfuerzos de la propia gestora.
A pesar de los buenos datos, se debe continuar incidiendo y solicitando que estos productos no se tiren por el inodoro, ya que son los causantes de numerosos problemas en las instalaciones particulares y en la red de alcantarillado y de depuración. Este tipo de residuos deben arrojarse en el cubo de la basura, ya que son residuos sólidos urbanos, aunque en las etiquetas se indique que son “biodegradables”.
Una situación que está generando problemas en la EDAR de Arroyo Culebro Cuenca Media-Alta, depuradora de Canal que abastece a 1.300.000 madrileños de la zona sur de la Comunidad. Esta instalación dota de agua a ríos como el Jarama y el Manzanares, además de destinar sus recursos a empresas que fabrican papel reciclado. Su gestión, que transforma residuos en materias primas que pasan a ser residuos en su estado final, es tan eficiente que han logrado autoabastecerse energéticamente.
La depuradora, tal y como explica su subdirector, Miguel Ángel Gálvez, trabaja “con una materia que no elegimos, asumimos lo que viene del consumidor. Por eso dependemos tanto de la participación ciudadana”. El arrojo de residuos sólidos a la red de alcantarillado se ha vuelto una práctica tan común como preocupante. Prueba de ello son las dos toneladas diarias de restos que esta EDAR recolecta en su pozo de grueso, el primer filtro por el que pasa el agua residual. Además, otros productos como aceites, artículos de higiene femenina, preservativos, bastoncillos, restos de comida, algodones, hilo dental e incluso el propio pelo no deben arrojarse por el inodoro, ya que se solidifican y pueden crear atascos al juntarse con las toallitas.
Mediante el pozo de grueso, la depuradora separa los artículos más voluminosos que se arrojan al alcantarillado, con productos tan dispares como frigoríficos, trozos de asfalto, varillas de la construcción e incluso restos de animales.
Una vez filtrados estos residuos, el agua continúa su camino por las bombas de elevación, los elementos que más sufren el atasco de las toallitas. Las bombas se atascan y estropean continuamente por el enganche de estos artículos y, como consecuencia, el Canal desembolsa un sobrecoste de 2,2 millones de euros al año para reponerlas y restaurarlas. Este sobrecoste podría evitarse con la concienciación y la actuación responsable de los madrileños.
Retirar estos residuos de las depuradoras ocasiona un importante gasto, tanto en mantenimiento de las bombas como en personal en un coste anual estimado que ronda los 2,2 millones de euros. Dicho importe incluye los costes de retirada de estos residuos y extra de mano de obra para la limpieza de las bombas, la reposición de aquellas que quedan inoperativas y el consecuente incremento en la factura energética.
Toallitas: biodegradable no es sinónimo de desechable por el váter
El mercado de las toallitas en España mueve más de 215 millones de euros equivalentes a 12.672 millones de estos productos a nivel nacional, es decir, cada español consume 5 paquetes de 60 uds al año. El 77,4% del total son del tipo húmedas infantiles, hecho que subraya la importancia de concienciar a los más pequeños con programas como Canal Educa.
Estos artículos se califican como “biodegradables” y aptas para eliminarse por el WC en su etiquetado, y, sin embargo, las fibras plásticas de las que se componen tardan meses en descomponerse, un tiempo excesivo teniendo en cuenta que las aguas residuales tardan de media unas 6-8 horas desde la vivienda hasta la EDAR.
Esta situación genera problemas en las redes interiores de las viviendas y los colectores y redes de drenaje urbano, ya que estas se van enganchando a sus paredes y se acumulan hasta que se desprenden cuando llueve y aumenta el caudal de agua residual. Una vez llegan a la depuradora, pueden atascar las bombas y los sistemas de retirada en caso de avalancha, forzando que la instalación tenga que parar.
El rol de Canal de Isabel II
La gestión de las aguas residuales abarca su transporte, a través de las redes de drenaje urbano, a las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR), la posterior depuración de estas y su devolución al cauce de los ríos en condiciones óptimas para el medio ambiente.
Para gestionar las aguas residuales de la Comunidad de Madrid (cerca de 500 hm3 anuales), Canal cuenta con una red de 157 depuradoras, casi 15.000 kilómetros de redes de saneamiento, 65 tanques de tormenta, 588 kilómetros de red de agua regenerada. y 23 instalaciones de reutilización.
Contenido elaborado por Canal de Isabel II
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