Podría parecerse a una serpiente de unos 40 cm, pero evolutivamente no tiene nada que ver. Se trata de un lagarto sin patas de la familia de los anguidos, como el lución. Han aparecido por primera vez restos de esta especie que debió de vivir en la actual Murcia hace un millón de años y ha sido bautizada como Ophisaurus manchenioi. El hallazgo se ha dedicado a Miguel Ángel Mancheño, profesor de la Universidad de Murcia y paleontólogo, antiguo director de las excavaciones de Quibas (Abanilla, Murcia), donde aparecieron los restos fósiles que han dado lugar a la nueva especie mencionada.
Los restos encontrados –en 2006– son un maxilar, tres mandíbulas, dos parietales, numerosas vértebras y un osteodermo. La nueva especie ha sido descrita por Hugues-Alexandre Blain, investigador del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), en colaboración con Salvador Bailon del Museo Nacional de Historia Natural de Paris (MNHN), que han publicado sus resultados en Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. La nueva especie se ha podido describir ahora, tras la revisión de los fósiles gracias al proyecto Crisis climáticas del Pleistoceno Inferior y Medio y su incidencia en la evolución de las comunidades de microvertebrados del levante español.
Cuando Murcia era tropical
El Ophisaurus está representado actualmente por otras especies que viven en ambientes tropicales y subtropicales del norte de África (Marruecos y Argelia), en norteamérica y en el sureste asiático. El análisis paleobiogeográfico del género muestra que aparece en Europa en el Eoceno (hace 56 y 34 millones de años), y que tuvo su máxima extensión durante el Mioceno (hace entre 23 y 2,6 millones de años). Durante el Plioceno (hace entre 5,3 y 2,6 millones de años) su distribución europea está restringida al Mediterráneo y después de una supervivencia más larga en el sur de la Península ibérica, que actuaría como refugio, acaba por extinguirse hace sobre un millón de años con su última mención en el yacimiento murciano de Quibas.
“Hasta el momento, se conocía la presencia fósil de este género en otros yacimientos del Pleistoceno inferior de la Península ibérica como Barranco León y Fuente Nueva-3 (Granada), pero no se disponía del elemento clave para compararlo con las otras especies fósiles que han sido definidas a partir de un hueso del cráneo: el parietal”, puntualiza Hugues-Alexandre Blain, investigador del IPHES y coautor del artículo científico que ha publicado el hallazgo.
“Osteológicamente, esta nueva especie está más emparentada con la especie fósil Ophisaurus holeci del Mioceno de Alemania y de la Republica Checa que con su representante moderno norte africano (Ophisaurus koellikeri)”, añade. “Por eso podemos decir que se trata de una especie relicta europea y que no procede de una comunicación entre el Norte de África y el Sur de la Península ibérica”, puntualiza.
Por comparación con las otras especies actuales del género, se puede inferir que este reptil tenía unos requerimientos ecológicos tropicales o subtropicales. Su extinción a nivel de especie en la Península ibérica y en Europa coincide con la desaparición progresiva de ciertos taxones arbóreos subtropicales. “En consecuencia, se puede decir que la extinción de este reptil es contemporánea con la desaparición de los últimos reductos con condiciones subtropicales (bosques cálidos y húmedos) en el Sur de Europa en torno a hace 1,2 millones de años, durante un periodo de cambios climáticos muy importantes conocido como la transición del Pleistoceno inferior a medio, observa Hugues-Alexandre Blain.
70 especies desde 1994
El yacimiento paleontológico de Quibas (Abanilla, Murcia) ha aportado desde su descubrimiento en 1994 restos fósiles de más de 70 especies del final del Pleistoceno inferior, de sobre 1 millón de años de antigüedad. “Se trata de un yacimiento kárstico cuya importancia radica en la gran diversidad faunística, excelente conservación de restos y probabilidad de encontrar evidencias humanas”, comenta Pedro Piñero, codirector actual de las excavaciones en Quibas y colaborador del IPHES.
Cabe destacar la presencia de restos de macacos, grandes félidos, linces, zorros, bueyes almizcleros, cabras, rinocerontes, gamos, puercoespines, quebrantahuesos, águilas o ibis calamita, así como una larga lista taxonómica de pequeños vertebrados entre los que se incluyen erizos, ratones, lirones, musarañas, murciélagos, culebras, víboras, salamanquesas, agámidos, etc. “La investigación de los restos hallados pone de relieve la importancia de este yacimiento con la presencia de nuevas especies desconocidas para la ciencia hasta este momento, como es el caso del nuevo lagarto”, asegura Pedro Piñero.
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