Jaulas, lazos, venenos, perchas, liga, parany... Los métodos para capturar animales, especialmente de especies amenazadas, siguen salpicando el campo en España, aunque las sucesivas campañas del Seprona de la Guardia Civil están poniendo coto a una actividad que pone en riesgo los ecosistemas. Cuenta para ello con la colaboración del Servicio Cinológico de la Guardia Civil, que desde hace años tiene perros adiestrados para la detección de cebos envenenados, una especialidad cada vez más requerida para ayudar al Seprona en sus pesquisas. De hecho, si en 2015 los cuatro perros de la central adiestrados en ello realizaron 28 salidas, al año siguiente las duplicaron.
Y hay otra unidad del instituto armado clave en la investigación de los cebos: el laboratorio de Medio Ambiente del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, que en 2017 analizó 40 casos y al año siguiente los superó con creces. Entre el 80 y el 85 por ciento de los casos de cebos envenenados que analiza ese laboratorio da positivo.
Desde su fundación, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) del instituto armado ha tenido como objetivo la preservación de las especies y desde hace al menos quince años lleva a cabo campañas específicas en todo el territorio nacional para prevenir, detectar y erradicar el uso de cebos de todo tipo. Así lo explica a Efe el capitán Esteban de Diego, de la Jefatura del Seprona, que hace un balance positivo de las siete ediciones de la operación Antitox -ya están preparando la octava-, así como de la campaña que la precedió, denominada Siberia, y de sus antecesoras.
De las 14 infracciones detectadas en 2016 se ha pasado a 66 el año pasado"
Si se analizan las tres últimas ediciones de Antitox, se observa un aumento tanto en el número de intervenciones, como en el de los delitos detectados, en el de los detenidos y en el de los cebos localizados. Los datos a los que ha tenido acceso Efe así lo reflejan. De las 14 infracciones detectadas en 2016 se ha pasado a 66 el año pasado; de 3 delitos a 18; de 3 detenidos o investigados a 21; de 6 animales hallados envenenados o capturados con otros métodos a 70; y de un solo cebo envenenado a 25.
Pero si algún dato llama la atención, es el notable aumento de los métodos decomisados distintos al veneno, artes prohibidas que se han cuadruplicado en los dos últimos años al pasar de 214 a 876. Y si unas de estas artes son especialmente utilizadas, los cebos conocidos como perchas (trampas para aves pequeñas) y el método llamado liga (pegamento para capturarlas vivas) se llevan la palma, con 580 intervenidas solo en Valencia, una de las provincias donde más inspecciones realizó el Seprona dentro de Antitox VII, con 26, aunque por detrás de las 39 practicadas en Albacete.
A estos dos territorios le siguen Huelva, con 18 inspecciones; Gijón, con 13; Burgos, con 11; y La Rioja, Ourense y Valladolid, con 10 en cada caso. No solo se ha decomisado este tipo de objetos y artes prohibidos. Los agentes de la Guardia Civil también han intervenido en la última campaña 2.253 kilos de diferentes venenos o productos tóxicos que la Unión Europa ya prohibió hace años.
Porque no solo afecta al animal que lo ingiere, sino al que se come a éste y a la propia tierra o al agua cuando la víctima se descompone"
"Bastante sorprendente", dice el capitán, les ha parecido a los investigadores la localización de todos esos medios prohibidos, que se explica tanto por la decisión del Seprona de enfocar la campaña hacia esos métodos como por el creciente uso de los mismos ante el mayor rechazo al veneno. Y es que, según De Diego, existe una concienciación cada vez mayor del poder destructivo de los venenos. Porque no solo afecta al animal que lo ingiere, sino al que se come a éste y a la propia tierra o al agua cuando la víctima se descompone.
Linces, quebrantahuesos, grandes rapaces como el águila imperial o la perdicera o el buitre, incluso lobos y osos son algunas de las especies más amenazadas por el uso de venenos con un mismo móvil: preservar las actividades ganaderas, de caza y agrícolas. Es el principal motivo por el que se hace uso de estos productos tóxicos, aunque en algún caso investigado -muy pocos- las rencillas o el estado mental del autor han estado detrás de esa utilización.
Muchas veces la investigación de un caso se cierra con una infracción administrativa, porque en ocasiones los cepos no estaban colocados y se sanciona por la tenencia y adquisición, que están prohibidas. Pero pueden llegar a ser delito, sobre todo si la especie atrapada está protegida. No resulta fácil localizar el cepo, generalmente colocado en zonas recónditas y deshabitadas, donde tampoco es fácil encontrar testigos que ayuden a identificar al autor.
Además, según recalca el capitán, los autores, conscientes del cerco policial, van utilizando otras tácticas para dificultar la labor de los agentes. Quiere creer el Seprona que dentro de esos métodos, el uso del veneno esté bajando. Mejor eso que pensar que existe una "cifra negra" (el delito que no aflora). En cualquier caso, sus agentes siguen atentos ante cualquier repunte, concluye el capitán.
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